Algunos hablan de los 5 años como la edad de la primera conciencia. Los caprichos se convierten en hábitos y se construye un catálogo imprevisto de reglas, un ritmo y un gusto propios comienzan a marcar las dudas y las decisiones. Universo Centro ha crecido a tientas y ha ido encontrando sus criterios y sus lectores sin pensar mucho más allá de los afanes de cada mes. Basta con mirar el catálogo que dejan nuestros 50 números, repasar esa pequeña biografía, para descubrir nuestras manías e inclinaciones, nuestro temperamento y afinidades, esa marca que entre los escritores se conoce como el estilo. El Parque del Periodista y el Centro de la ciudad fueron el impulso inicial del periódico, y han formado parte del carácter que nos acompaña, junto a una frase que se convirtió en enseña: "Cualquier cosa, menos quietos". Universo Centro surgió como defensa de una muela entre Maracaibo y Girardot, un pequeño arrecife sin dueño bajo las mareas de los buses que bajan de los barrios del norte. El busto diminuto de un escribiente cubano, encargado de las tintas y las cajas de letras en la Colonia, le da solemnidad al parque y respaldo simbólico a nuestro empeño de creadores y voceadores de prensa.

Muchos han señalado al acuario turbio del Periodista, escenario de las primeras turras y las últimas iluminaciones. Los mapas cruentos de la ciudad lo tachan con una equis roja. Pero la marca del puritano es el anzuelo del curioso, el desprevenido, el desobediente, de modo que el parque ha servido para agruparnos y para instalar nuestra colmena de ocio y trabajo. Y la barra de El Guanábano ha sido parte de nuestro soporte, el eje horizontal de la buhardilla donde se cocina Universo Centro.

Un espacio modesto, una esquina sin muchas reglas, puede convertirse en un inesperado centro de peregrinación. Solo se necesitan tres bancas sombreadas para que el pequeño rotor de las conjuras y las ideas se ponga en movimiento. El microclima que resulta malsano para muchos organismos, puede ser ideal para el surgimiento de otras especies.

La sutil rivalidad entre escritores y periodistas, la connivencia entre cínicos y trascendentales, la página compartida por poetas y antropólogos, la conversación entre dibujantes y vagos en recuperación, han hecho posible la formación de un núcleo que nutre el tablero de ideas cada edición. Más de 120 creadores han escrito y dibujado en nuestras páginas, casi siempre por gusto y complicidad. También nuestros lectores han crecido desde orillas diversas. Los 18.000 ejemplares que imprimimos cada treinta días desaparecen en una semana, y nuestra página ha recibido hasta 100.000 visitas en un mes. Universo Centro se lee en las calles, en las bibliotecas, en los parques, en las oficinas, en las fiestas, en los insomnios, en la jubilación, en el desayuno a las once de la mañana, en el consultorio y hasta en la silla del lustrabotas. Hemos visto a celadores de esquina y a señoras de peluquería leer UC con sonrisas burlonas.

Desde el altillo donde despacha nuestra redacción queremos agradecer a colaboradores y lectores. Se ha demostrado que es posible sostener un papel periódico ilustrado desde una periferia en el Centro de Medellín, así sea con ademanes de equilibrista. Hay creadores y público para este cuaderno de crónicas y hojilla de sátiras, hay lugar para esta especie cercana a los añorados magacines culturales de los periódicos centenarios, hay tiempo y curiosidad para hojear y leer este catálogo variado de creadores que antes permanecían inéditos. Por eso existe Universo Centro. Esperamos que gocen esta edición con dos numeritos redondos. Gracias por todo.