Número 81, noviembre 2016

Puta vida
Robinson Mena Martínez. Ilustración: Titania Mejía
 

Ilustración: Titania Mejía

A muchas personas en algún momento de la vida nos ha entrado curiosidad por saber qué se siente desempeñar un rol diferente al que realizamos a diario, en ocasiones, nos sentimos desgraciados con la vida que llevamos. ¿Cómo es posible que con tantas profesiones que hay a uno le haya tocado la más difícil, triste o desagradable?, pensamos. Por simple curiosidad me dirigí al sector de La Veracruz a preguntar por el diario vivir de las trabajadoras sexuales. No fue fácil obtener información. Ellas también ponen sus condiciones, no se dejan tomar fotos, no se dejan filmar y además hay que darles un incentivo económico, una chichigua o marmaja que llaman ellas, para que accedan a responder tus preguntas. Aquí todo es pagando. Es necesario ir varias veces para ganar confianza con ellas y que te respondan sin pelos en la lengua.

—Buenas tardes dama, háblame de ti, lo que puedas, luego te hago preguntas puntuales.
—Mi nombre es Marisol, soy trabajadora sexual de La Veracruz, mi rutina diaria es sencilla: me levanto a las cinco de la mañana, despacho a mi niña, la llevo al colegio, entra a las 6:30, de ahí
salgo, me subo para mi casa otra vez, hago mis oficios, y ya cuando termino mis quehaceres, me baño, me organizo y salgo aquí a trabajar a las diez de la mañana. Ya espero que llegue el cliente, me voy con él a la pieza, tenemos nuestra relación. Por lo general siempre se le cobran quince de pieza y veinte por el rato. Todos los días vengo acá, yo trabajo acá en La Veracruz, por acá por los lados de la Plaza Botero, al lado del Museo de Antioquia. Soy madre soltera, hace un año se murió mi esposo, le dio una embolia cerebral, por eso fue que me puse a trabajar en esto, porque no tengo recursos para sacar a mi hija adelante, mi hija es una niña que sufre de epilepsia, tiene catorce años, la tengo en un colegio privado, esto no me deja mucho, pero la idea es criar a mi hija bien, que estudie en un colegio bien, que ella se sienta bien y sea una niña mejor que yo
—¿El ambiente que se maneja por aquí cómo es, a ustedes alguien las cuida, o cuando tienen problema con un cliente cómo hacen, quién las defiende?
—Cuando tenemos problemas con un cliente en la pieza, nosotras mismas tenemos que resolver el problema, o muchas veces los de los hoteles nos ayudan, si es por acá en la calle, la policía nos colabora mucho, hay unos que nos estiman, como saben que somos muchachas que trabajamos esto nos cuidan.
—¿Ustedes manejan cuchillos?
—Sí, por lo general todas tenemos nuestras navajas, como le digo, por si llega el cliente a la pieza y nos agrede nosotras también tenemos que defendernos.
—Ustedes siempre hacen el amor con preservativo, eso creo, pero ¿les ha pasado que algún cliente les dice que les va a dar más plata de lo acordado para que lo hagan sin condón?
—Pues sí, no falta el que le diga a uno que sin preservativo, como también uno debe de ser sincero, muchas veces se le rompe a uno el condón, y uno qué tiene que hacer, pues ir a la casa, ponerse los óvulos y hacerse un lavado vaginal. Sí, por acá eso se ve mucho, también piden mucho, mucho culo ja, ja, ja, que mamada sin condón, que culo, y por lo general recatean mucho el precio porque uno siempre les pide veinticinco. Se ve uno tan mal, esto a veces se pone tan pesado, que hasta por quince va uno a la pieza y ya lo que uno fiche en el hotel, lo que le den a uno de propina. —¿Ha llegado a suceder que ustedes
se enamoren de un cliente o un cliente
de ustedes?
—Sí, yo tengo dos, dos viejitos pensionados ja, ja, ja, dizque enamorados de mí, y sí, pa qué, me colaboran mucho, ellos son muy queridos.
—¿Ustedes tienen los mismos clientes siempre o eso varía?
—Sí, uno aquí ya mueve su clientela y no falta el nuevecito que quiere probar y bueno prueba aquí, ya después lo ve uno con otra por ahí y así, el cliente si es de uno, viene para donde uno, puede ver la que vea, aunque no falta el que se le tuerza a uno.
—¿Consumen drogas?
—Sí, soy consumidora, yo consumo perico, muchas veces también salen los clientes con que uno tiene que consumir con ellos, un rato uno lo cobra a veinte, ¿si o no? Entonces, por decir, viene un periquero y le dice a uno vamos pa la pieza, nos relajamos, yo pido dos gramos y así, y usted sabe que uno con una necesidad y una obligación bien grande, uno acepta, sí.
—¿Ustedes realizan este trabajo porque realmente les gusta?
—A mí realmente no me gusta, pero yo tengo que sacar mi hija adelante, yo tengo que luchar por mi niña, a mí realmente no me gusta, como hay muchas mujeres que sí les puede gustar, pero a mí no, yo es por mi hija.
—¿Les ha resultado algún cliente que les proponga que se vayan a vivir?
—Sí, sí, más de uno, pero eso es pura hijueputa mierda ja, ja, ja, eso es como para que uno se los dé gratis, y no, ja, ja, ja, así resultan y ya después le dicen a uno volvámonos noviecitos, esos noviecitos son pa comer gratis y así no es.
—Hasta donde sé, ustedes necesitan que el cliente se venga rápido, ¿ustedes necesitan salir rápido de la pieza a esperar más clientes?

 

—¡Claro, acaso son los maridos de uno para que se pongan a voliarle a uno ja, ja, ja, qué pasa pues!, acaso es la tripa de uno, ellos son ahí encima y uno es pensando en los veinte mil ja, ja, ja.
—¿Hay peleas entre ustedes por los clientes?
—A uno le da rabia que una amiga sepa que uno tiene un clientecito bueno y cuando él viene y pregunta por uno, ellas se van con él sabiendo cómo son las vueltas. Sí, aquí se ve mucha rivalidad.
—¿Ustedes escogen los clientes o se van con cualquiera, supongamos que venga un viejito, le dicen que no?
—¿Cómo se le ocurre? Si los viejitos son los que sueltan. Depende también como le vea uno el vestuario, uno tampoco se va a tirar con cualquiera, los viejitos son los más llamativos porque son los que más dan. A ellos no se les para y dan la plata güevonamente ja, ja, ja, entre más viejo mejor.
—¿Trabajan todos los días?
—Todos los días, de domingo a domingo, en semana hasta las siete de la noche, yo los sábados trabajo hasta la una de la mañana y los domingos hasta las cinco de la tarde.
—¿Tus amigos y tu familia qué te dicen porque estás trabajando en esto?
—A uno sí le da pena, cuando pasan los conocidos del barrio a uno le da ganas de abrir un hueco y meterse en la tierra, sí, de verdad que a uno sí le da pena, pero toca dar cara y palante, aunque repito, da mucha pena, es un trabajo vergonzoso.
—¿Algún día les ha tocado irse en blanco, sin tener ninguna relación?
—Uff y mucho, pero no, al otro día con moral, vuelva y madrugue, qué pasa pues, si no fue ese día, será otro, y así. Cuando a uno le va bien guarda, ahorra, para tener comidita en la casa el día que no se hizo nada.
—¿Tienen hoteles fijos?
—Sí, yo tengo tres hoteles, a veces vienen manes y le dicen a uno que para otro hotel, uno los detalla bien, no sea que lo vayan a matar a uno por allá.
—¿Les ha tocado abortar?
—No, ¡Dios mío! ¡Qué cosa más horrible! Además soy operada, y muchas planifican con pastillas, con inyecciones y así.
—A veces uno quiere desahogarse, por eso vine, lo que quiero es que ustedes se desahoguen, es una entrevista espontánea, donde me pueden decir lo que quieran, cuando no quieran más me dicen y lo dejamos, ¿tienen algo más para decir?
—Que qué hijueputa vida más aburridora ja, ja, ja, esto no es vida, lo hacemos por necesidad, ¿o a usted le parece muy bonito que todo el mundo le esté conociendo a uno la cuca?, eso no es así mijo, óigalo, lo hacemos porque no hay nada más, porque no tenemos estudios, porque no tenemos otras opciones laborales.
—¿Se han ido con clientes de un día para otro?
—Sí, una vez vino un gringo y me fui con el toda la noche, me dio doscientos mil pesos. También mira uno cómo ha estado el día, si ha habido movimiento, uno no se va; si ha estado frío sí, aunque uno la piensa dos veces, pero después se va uno, qué carajos, la necesidad lo obliga a uno.
—¿Se han ido con dos hombres a la vez, o alguno se ha ido con dos de ustedes también a la vez?
—Sí, pero nosotras no arepiamos, vamos si estamos entre nosotras, de resto no, o a veces ¿ vienen y nos pagan para que arepiemos mientras ellos nos ven, pero por lo general son manes que vienen tomados, entonces nosotras nos hacemos las güevonas como si estuviéramos arepiando pero no, nosotras no arepiamos.
—¿Les ha tocado robar a algún cliente?
—Sí, yo sí, a mí el que me da papaya mijo, salió.
—¿Cuál es el mejor sitio para trabajar la prostitución en Medellín?
—Nosotras siempre hemos experimentado acá, no hemos ido al Raudal ni a otros lados, no salimos de acá porque hay otras partes más peligrosas, usted sabe que cada quien cuida su zona, se va uno para otro lado y lo salen es matando por güevón... ¡Oiga pero usted es muy curioso, muy preguntón, camine para la pieza para que experimente, camine ja, ja, ja! Allá le calmo la curiosidad.
—¿Ustedes hacen de todo, hacen todo lo que el cliente les pida?
—Nosotras no damos culo ni lo mamamos sin condón, al que le gusta bien, y al que no, pues no va uno y ya, los que vienen a pedir culo, los mandamos para Bolívar.
—¿Ustedes sienten o no, mejor dicho, ustedes tienen orgasmos o no?
—Hay veces mijo, hay veces, uno acaso está muerto, hay clientes que lo hacen venir a uno, desde que le voleen bien, desde que se le meneen bien a uno, ay mijo, avemaría, hay manes que lo hacen rico, pero no se les puede decir, porque terminan es cobrándole a uno ja, ja, ja… Bueno mijo, pase pues a ver la marmaja, aquí les habló, Gladis, Lina y Marisol, ja, ja, ja.

¿Será posible que después de que mortal sobre la tierra haya leído esta entrevista siga renegando de su trabajo? No sé, ahí se las dejo, por aquí me quedo esperando el bus, esperando el bus. UC

 
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