La tiranía del billete
Guillermo Cardona
Las efigies acuñadas en monedas en honor de emperadores romanos, faraones egipcios, zares rusos, emperadores japoneses y chinos, reyes europeos, kanes y califas orientales hacen las delicias de quienes coleccionan monedas (numismática); mientras que ciertos errores en la impresión o en la fecha de expedición, y motivos como flores o animales exóticos, planetas, escritores y figuras históricas, llaman la atención de los coleccionistas especializados en billetes (notafilia), una ciencia o una afición no tan antigua, pues la costumbre de emitir billetes de manera sistemática a través de bancos centrales en Estados más o menos constituidos se consolidó solo a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Su propósito, remediar la escasez de monedas de oro y plata. Funcionaban como un documento de crédito en contra del tesoro del Estado y, en su evolución, sirvieron a la burguesía que emergía como clase dirigente en la sociedad del librecambio para lo mismo que le habían servido sus troqueles a los reyes y emperadores de la antigüedad: controlar la economía, evitar la evasión de impuestos y la fuga de capitales y, sobre todo, garantizar que las ganancias quedaran en pocas manos.
En las últimas décadas, en la numismática y la notafilia internacional, salvo aquellas naciones donde aún subsiste la monarquía y es de obligatorio cumplimiento que la familia real aparezca hasta en la sopa, son excepcionales las monedas que llevan la efigie del mandamás de turno. Son más comunes los héroes militares y los líderes de ciertas gestas nacionales o la aparición de personajes que hicieron grandes contribuciones a la ciencia o el arte, muertos ilustres.
De modo que los billetes emitidos y protagonizados por dictadores y ayatolas que se hicieron célebres no precisamente por su sabiduría y bondad, resultan ser piezas extravagantes y no necesariamente muy valiosas en el mundo de quienes compran y guardan billetes como si fueran fotos de familia.
Gracias a la colaboración del coleccionista Bernardo González White, a su amplio conocimiento del tema y a su costumbre de buscar el papel moneda de otros países a lo largo de cuarenta años e innumerables viajes, hoy podemos compartir con ustedes algunos billetes donde quedan para la posteridad las estampas de unos cuantos sátrapas que hicieron de las suyas en los últimos tiempos. En los trazos, los colores y los refinamientos pictográficos se evidencia así mismo la codicia, la megalomanía, la vanagloria y esa cierta ridiculez de quienes se creyeron eternamente amados por su pueblo.
Para que no se nos olvide que esos excéntricos payasos del circo del poder existen todavía y que aún después de que se van y pierden hasta el billete, las consecuencias de los daños que hicieron persisten en el tiempo. Una lección de lo que los economistas llaman devaluación.