Mal que bien
En este sucio pedazo de carne enferma
que vosotros veis y despreciáis
está el sustento de mi familia
En esta barba canosa y larga
que me confiere un aire de profeta maldito
está la clave de mi subsistencia
En este submundo andrajoso y pestilente
donde mi palabra truena y se acata
están los límites de mi reino secreto
Siendo así
Y teniendo conciencia de ello
Cómo diablos osáis pretender
que renuncie a mi magnífica llaga
tan cuidada que adquiera el vil aspecto
de un ciudadano decente
que invoque la detestable costumbre
del aseo diario
Y que asuma la servil actitud
de acatar como un borrego
vuestras tristes normas.
Emilio Alberto Restrepo