A partir del número 42 de UC iniciamos los Obituarios, una sección nacida de la imaginación de Menina, cuyos obituarios anticipados son una singular interpretación de la vieja invocación: en vida, hermano, en vida.
OBITUARIO
R.I.P. Alejandro Ordóñez
Menina. Ilustración Luis Fernando Herrera
Din don dan, din don dan. Llevábamos mucho tiempo sin un entierro importante. Ahora va y se muere el procurador Alejandro Ordónez, con las ganas que teníamos de que muriera semejante personaje. Fue difícil conseguir las plazas; nosotros quedamos, como siempre, en las afueras.
Vimos cómo llegaba Torquemada a presidir la ceremonia, y familias enteras de papados, desde los Inocencios y los Bonifacios, hasta los Franciscos y los John Jairos primeros.
Por nuestra cuenta invitamos a Jesucristo, pero no quería venir porque su túnica andaba un poco maltrecha. Le dijimos que no importaba gran cosa, que a la hora de las crucifixiones la indumentaria era lo de menos. Accedió a sentarse un rato con nosotros. Pidió vino, pero entre porro y porro y entre pase y pase olvidó su pedido.
Todas las campanas tocan a muerto. No todos los días se muere nuestro supuesto defensor. Ario, y más blanco que todos los blancos, esperaba como Hitler recomponer la raza humana. No le valió. Todos los negocios están cerrados, es tanto el conflicto que se nos viene encima que no hay manera de comprar ni porros ni pases, ni una humilde copa de alcohol. Jesucristo convirtió la Coca Cola en ron, y no hubo manera de hacerle cambiar de opinión.
La pira está cubierta de libros prohibidos: José Obdulio, Memo Ánjel, Virginia Vallejo, Manuel Mejía, Juan José Hoyos y otras promesas literarias de nuestra región. Procuradores no es que queramos volver a ver, ni vivos ni muertos. No señor.
La misa, una puta risa, pues no logramos entender nada, si entender algo se pudiera. Era en latín, y con un cura de espaldas. Solo Requiescat In Pace, por si no ha quedado claro el título de esta columna. Y mercí monsieur. Nuestros saludos a Danielito Coronell.