Las empanadas de Gabriel Cuartas son a 350 pesos la unidad.
Están hechas exclusivamente con masa de maíz, ni un gramo
de harina. En su interior hay papa y guiso de cilantro, cebolla
blanca y cebolla larga; no tienen carne ni la tendrán porque
Gabriel dice que las de carne son para comérselas en la casa,
“de resto, uno no sabe qué es lo que les echan”.
Las empanadas de Gabriel se consiguen en la calle 30A con 78A, a
dos cuadras del parque de Belén, en una esquina de paredes viejas y techo
de teja. Allí está el mostrador escueto desde donde se puede ver a
su fabricante abajo, en un semisótano, armando los bocados por tandas
mientras en el radio suena música vieja a todo volumen.
Las empanadas de Gabriel se pueden comprar, siempre acabaditas
de hacer, a partir de las tres, tres y media de la tarde y hasta las ocho
de la noche. Son empanadas de fiar, dice, porque nunca deja de un día
para otro, ni crudas ni fritas, “la política mía es vender solo lo del día”.
Y se pueden acompañar con el encurtido que él mismo prepara, con los
mismos ingredientes del guiso más zanahoria.
Gabriel Cuartas también se presenta como “el empanadólogo” y lo
argumenta diciendo que así como hay especialistas en otros ramos, él,
con catorce años de experiencia, merece también su título. Para él fue
una bendición haber renunciado a vender chuzos y chorizos para dedicarse
de manera exclusiva a la empanada convencional. “Esto ha sido
de gran ayuda para mí, yo soy pensionado pero sin esto no me hubiera
alcanzado para levantar a los hijos, a la familia”.
A Gabriel le enseñó su hermana a hacer empanadas cuando todavía ni
se imaginaba que iba a llegar a hacer 170 diarias. Y las hace sin afanes ni
desesperos. “No me interesa hacer más de ahí, tampoco conseguir empleados.
Primero, porque el negocio no da para eso, y segundo porque yo hago
esto porque lo disfruto, me gusta, y si uno se pone en el estrés de producir
más se le daña el estado anímico y le quedan malas las empanadas”.
El empanadólogo dice que solo dejará el oficio cuando físicamente
no pueda. Hasta entonces seguirá levantándose a cocinar y moler maíz,
abasteciéndose de ingredientes en la Minorista y abriendo el local, sin
falta, a las dos de la tarde, de lunes a sábado.