Número 72, diciembre 2015

EDITORIAL
Vigilar la policía

 
 
 

Hace cinco meses los patrulleros tienen unas nuevas señas en Medellín. Hay 425 cuadras marcadas para recibir una dosis triple de ronda diaria. Son calles que la estadística oficial ha bautizado como “puntos calientes”, sin acudir a la jerga oficial. La nueva política sostiene que los policías no deben ser espectadores de lo que registran las cámaras callejeras. La idea es que marquen tarjeta al menos 7 veces diarias en la mitad de las calles más bravas, teniendo en cuenta que el 32% del crimen se concentra en el 2,6% de las vías la ciudad.

Hace unos meses hablamos y reseñamos algunos de los “segmentos de vía intervenidos”, para recurrir a la jerga oficial. La administración acaba de entregar las cifras de la estrategia que pretende ser plan piloto en Colombia. El economista Daniel Mejía, encargado de implementar el plan en Medellín, acaba de ser nombrado secretario de seguridad de Bogotá.

Lo primero que muestra el informe es que no es fácil sostener el patrullaje. Las motos de policía tienen una brújula azarosa, aunque cuentan con un sistema satelital que les sigue el rastro. El grupo de policías obedientes y dispersos es similar. Los que menos cumplen la ronda obligada obtienen reducciones del 6% en sus zonas, y los más aconductados logran que los delitos caigan el 71% en las calles asignadas. La nueva consigna es patrullar, patrullar y patrullar.

Es pronto para juzgar el trabajo de los serenos siguiendo el hilo de las estadísticas. Pero parece que un ojo lógico, concentrado, puede guiar a los patrulleros u obligarlos a voltear por donde no les gusta, o no les conviene. Se trata de un monitoreo a los policías y a los pillos, un tablero que intenta seguir el juego en línea y con la calculadora en la mano.

Las cifras muestran una reducción del 11% en los delitos monitoreados entre el 5 de mayo y el 17 de octubre en los puntos calientes. El robo de carros (-46%) y el homicidio (-37%) muestran los mejores números. Es significativo que para los delitos más graves, al menos para los del casting más pesado, el patrullaje resulte más efectivo. Se siguieron robando las mismas motos y en el hurto a personas (-8%) apenas se movió la aguja. Es lógico que sean más sensibles los bandidos que los ladrones de poca monta. Este tipo de estrategias siempre han sido señaladas de desplazar el crimen unas calles más allá. En la lucha contra el narcotráfico se ha hablado del “efecto globo”. Los sismógrafos oficiales dicen que los “segmentos controlados”, es decir, los límites de la calentura, han mostrado una mejoría relativa. La teoría de los científicos de la seguridad lo llama “difusión de beneficios”.

idea incluye iluminar cuadras bravas, pintarlas, sembrarles uña de gato a los muros de los pillos, y seguir la teoría de otro gurú de la vigilancia callejera, Rudolph Giuliani, quien habló de las “ventanas rotas” para señalar que el escenario es clave en la degradación citadina: lo que se ve mal, se pone peor. En las cuadras donde se ha combinado patrullaje y maquillaje las mejorías han sido mayores. De nuevo bajan sobre todo homicidios y robos de carros y motos. Pero siguen, y hasta crecen, las riñas (lesiones personales) y los raponazos. Lo que demuestra que hay unos delitos menores, que aburren a los caminantes habituales y son difíciles de tratar con lámparas, brocha y sirenas. Tropeles endémicos, por llamarlos con una jerga combinada.

Universo Centro seguirá mirando con atención los efectos de ese intento, sobre todo en el Centro. Volveremos a mirar puntos específicos y estaremos pendientes del diagnóstico de la nueva administración sobre ese “programa piloto”. Hay un regalo innegable: conocer las calles que señala la brújula de la policía y la fiscalía para poder dar un rodeo o ponerse mosca. UC

 

 
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