Número 72, diciembre 2015
 

Óscar Domínguez es un abuelo con oído de tísico y memoria de elefante, curioso como un niño. Con esas cualidades, y la dedicación de los mineros, persiguió los ingenios de sus nietos. Y comenzaron a llover respuestas y desafíos infantiles desde todas las orillas. El resultado es una colección de burlas a la costumbre y el orden. Un libro de aforismos involuntarios: ¿Adónde van los días que pasan?

 
 

¿Adónde van los días que pasan?
Selección: Julieta Gaviria. Ilustración: Verónica Velásquez
 
 

Ilustración: Verónica Velásquez
 
 

Óscar Domínguez Giraldo

¿Adónde van los días que pasan?
Óscar Domínguez Giraldo
Luna Libros
2015

 

Una noche, mientras todos dormían, Marta, de cinco años, se acercó a la cama de su madre y le dijo:

—Mamá, mamá, he hecho pipí, pero no he tirado de la cadena para no despertarte, ¿vale?

El padre de Claudia se agachó para atarle los zapatos, y la niña, de cuatro años, al verle la coronilla sin pelo, exclamó alucinada: —¡Papá, tienes carne en la cabeza!

Una mamá, amiga mía, le dijo a su hijita:

—Amor, buenas noches para ti. Luego se volteó a ver la muñeca que tenía abrazada y agregó: —Lolita, para ti también buenas noches.
Entonces la hijita replicó: —Mami, ella no te escucha porque ¡es una muñeca de plástico!

Pregunta Cipriano, de seis años:
—Mami, si no fueras mi mamá, ¿podrías ser mi novia?

—¿Qué significa ser adoptada?
—preguntó el niño.
Y la niña contestó: —Significa que uno no crece en el vientre de su mamá sino que crece en su corazón.

Ilona, de cuatro años, le dice a su padre:
—Si tuviera que pedir tres deseos, te pediría tres veces.

¿Qué necesitaba saber tu mamá de tu papá antes de casarse con él?
—Su apellido.
—Si quería casarse con ella.
—Pues si tenía trabajo y si le gustaba ir de compras.

¿Por qué se casó tu mamá con tu papá?
—Porque mi papá hace el mejor espagueti del mundo y mi mamá come mucho.
—Porque ya se estaba haciendo vieja.

¿Cuál es la diferencia entre las mamás y los papás?
—Las mamás trabajan en el trabajo y en la casa y los papás solo van al trabajo.
—Las mamás saben hablar con las maestras sin asustarlas.
—Los papás son más altos y fuertes, pero las mamás tienen el verdadero poder porque a ellas les tienes que pedir permiso cuando te quieres quedar a dormir en casa de un amigo.
—Las mamás tienen magia porque ellas te hacen sentir bien sin medicina.

—Yo sé que mi hermana mayor me ama porque ella me da sus vestidos viejos y sale y compra unos nuevos para ella.
Lauren, de cuatro años.

Óscar, de diez años, cuidaba a Henri, de año y medio. De pronto le dice:
—Ah, Henri, feliz tú que tienes toda la vida por delante.

Miguel, hablando de su hermanito menor:
— ¿Martín es sangre negativo?, ¿o sea que tiene muy poquita sangre?

La mamá empieza a preparar a Esteban, de cuatro años, para la llegada de su hermanita.
—Esteban, tengo una noticia importante que darte, ¡vas a tener una hermanita!
—No, yo quiero es un hermanito, ¿con quién hay que hablar?

Y cuando Andrés contestaba el teléfono decía de una buena vez:
—Habla con el hermanito de mi hermanita.

La mamá de Tomás está esperando un bebé. Tomás, de tres años, le da la noticia por teléfono a su abuelita, con este agregado: —Pero tenemos un problema, es una niña.

Un día salimos a comprarle a Ana Sofía los primeros "brasieres principiantes". Cuando su hermanito Juan Pablo los vio casi se traga la lengua del susto. Entonces les pregunta a sus padres: —¿Y es que a Ana ya le van a poner las siliconas?

 

Una honesta niña de siete años admitió calmadamente a sus papás que un niño de su clase la había besado.
— ¿Cómo sucedió eso? —preguntó asombrada su mamá.
—No fue fácil —admitió la pequeña—, pero tres niñas me ayudaron a agarrarlo.

Cuando mi nieto me preguntó qué tan viejo era yo, bromeando le dije que no estaba muy seguro. A lo que respondió: —Mira la etiqueta de tus interiores, abuelo, en el mío dice de cuatro a seis años.

—Abuela —pregunta Óscar—, ¿cuántos años cumple el abuelo?
—Sesenta y cuatro —contesta ella.
— ¿Y él lo sabe ya?

Al día siguiente de la incineración de su abuelo, Katya le preguntó a su mamá:
—Mami, ¿y al abuelito por qué lo inseminaron?

David, de seis años, amaneció bravo con Dios un día de invierno. Le pidió que saliera el sol para poder ir a jugar al parque. No cesaba de diluviar.
—Mami, Dios no me para bolas —se quejó David.

Una niña de siete años iba a hacer la Primera Comunión.
Le preguntan: —¿Qué es lo que más te alegra, la fiesta o recibir al Niño Jesús?
Y ella responde: —No me preguntes que ya me confesé y no puedo decir mentiras….

Pregunta Luisa, de cuatro años:
—Mamá, ¿a vos te tocó la matanza del Niño Dios?.

Como la nueva bebé lloraba mucho, el mayorcito le dice a mamá: —¿No será que la podemos volver a meter en tu barriga, que allá no se oía?

Hugo, de cuatro años, le preguntó a su madre: —Mamá, ¿cómo salí de tu barriga?
Ella le respondió: —Pues primero salió la cabeza, después los hombros, luego el cuerpo y al final las piernas.
Y dijo Hugo, asustado: —Mamá, ¿pero es que salí destrozado?

Jaime estaba intentando conseguir un papel en una obra de teatro de la escuela. Había puesto su corazón en ello pero aun así temía que no fuera elegido. El día que fueron repartidas las partes de la obra, Jaime salió corriendo con los ojos brillantes de orgullo y una gran emoción. —Adivina qué, mamá —me dijo gritando las palabras que permanecerán como una lección para mí—, he sido elegido para aplaudir y animar.

Diálogo entre tío y sobrina de seis años:
—¿No te dieron educación en el colegio?
—Sí, educación física.

La tía trata de convencer a Manuela, de cinco años, de que se coma todo el almuerzo.
—Para que crezcas, se te ponga el pelo lindo y tengas una piel bonita.
La niña replica: —Ay, pobrecita mi mamá, ¡cómo aguantaría de hambre!

—Mamá, ¡se cayó el cielo! —fue la primera reacción de Catalina, de cuatro años, cuando vio el mar desde el avión, poco antes de aterrizar.

Una niña le estaba hablando de las ballenas a su maestra. La profesora dijo que era físicamente imposible que una ballena se tragara a un ser humano porque aunque era un mamífero muy grande su garganta era muy pequeña. La niña afirmó que Jonás había sido tragado por una ballena. Irritada, la profesora le repitió que una ballena no podía tragarse ningún humano; que físicamente era imposible.
La niñita dijo:
—Cuando llegue al cielo le voy a preguntar a Jonás.
La maestra le preguntó:
—¿Y qué pasa si Jonás se fue al infierno?
La niña le contestó:
—Entonces le tocará a usted preguntarle. UC

 
blog comments powered by Disqus