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             Conocí a Roberto Mascaró en Medellín, durante el Festival de Poesía de 2002, cuando vino a recibir el Premio Internacional Ciudad de Medellín otorgado a su libro Campo de fuego. Aún conservo, doblada entre las páginas de Un río de pájaros, otro de sus libros, una hoja con un "Tango de Medellín" que el poeta escribió aquella vez en el lapso de un par de noches y un desayuno: "[…] Pero no hay un Medallo, sino varios. / Están los que vacilan, y los otros. / Los que estiran el brazo de humillado. / Los que no tienen voz ni territorio. / Los que piden la cena de los hijos. / O piden la cabeza de sus padres. / Y el egoísta sobre sus lingotes. / Y de pronto un silencio adolorido". 
            Hincha furibundo del Peñarol, el equipo del barrio de Montevideo donde nació en 1948, Mascaró reside en Suecia desde 1978. Allá fue a dar exiliado por la dictadura militar uruguaya (1973-1984). Desde entonces empezó a verter al español poetas suecos, entre ellos al Premio Nobel Tomas Tranströmer, de quien ha traducido toda la obra. En septiembre del año pasado Mascaró estuvo en Bogotá dictando un taller de traducción en el Gimnasio Moderno. Durante su corta estadía aceptó la propuesta del editor Édgar Melo de sacar una sencilla y pulcra edición exprés –sin ISBN ni código de barras– del libro Nómade apátrida, donde el ácido e insobornable poeta da cuenta de recientes correrías por el mundo. Los interesados pueden escribir al correo algarrada 600@hotmail.com. Por lo pronto, va esta muestra como primicia para los lectores de Universo Centro.  
              
             
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              Nicolás Celaya / ladiaria.com.uy 
              
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            Cartagena de Indias, 2008 
            La casaca de fútbol del Real Cartagena 
            (verde y amarilla), 
            hasta ayer flameante 
            fetiche, 
            blasón, trofeo, símbolo: su color inequívoco, 
            esa de las victorias memorables, 
            relumbrando de noche en la cancha alumbrada; 
             
            después de la derrota, secándose en la cuerda 
            en el traspatio, pálida y arrugada: vergüenza, 
            vil bochorno, 
            a olvido relegada. 
              
            Tensta blues 
            Al Pastor se le vencen los tirantes. 
             Dios está en Algún Sitio 
            (Just don't worry!) 
             El pianista del coro 
            es un rubio feliz del Barrio Alto. 
             Y todo lo Arreglamos con Mayúsculas. 
             Dios Está con Nosotros, 
            (Please don't worry!) 
             Y al Pastor se le vencen los Tirantes. 
            Él es sólo un Servidor que conecta 
            con el Disco Duro Central: 
            Dios… 
             Cual Cantinflas, 
            Exposée le Pastor 
            con su Corbata 
            su Armani 
            y su Rolex 
            y sus pantalones caídos. 
             ¡Pensad en las Mayúsculas! 
            ¡Ellas Salvarán al Mundo! 
             ¿Una cuestión de Estilo 
            o de Liturgia? 
             Al Pastor se le vencen los tirantes. 
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            Reivindicación de la chancleta 
            Los jóvenes las llaman jauaianas 
            (cholas en el Caribe) 
            se acomodan al pie por el dedo gordo 
            (otra vez el pulgar da patente de humano). 
             Correr con ellas puestas parece 
            una proeza. 
            Chinelas traicioneras. 
            Chilenas deliciosas. 
            Cholas taimadas. 
             Mas también es posible 
            calzado de ellas hacer un gol olímpico. 
             Herederas ilustres 
            de aquellas mal miradas 
            chancletas de la infancia, 
            son invento que roza 
            la perfección ergonómica 
            aunque vivir con ellas en los pies 
            no sea vivir en un lecho hecho de rosas. 
              
            Memento 
            La ensordecedora 
            sordera 
            de quien grita 
            en un estadio lleno. 
              
            Grosería 
            París: tus recolectores de basura 
            son todos africanos 
            o hijos de africanos. 
            Y todos los obreros 
            de los camposantos 
            también: vestidos 
            todos ellos 
            de naranja mecánica. 
            Y los guardians de las 
            tiendas, también: 
            africanos 
            o nietos de africanos, 
            "negros". 
             ¡Ay, París! 
            ¿Qué es eso, 
            París? 
             ¿Y la culture? 
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