Tomé el taxi en el acopio del Parque de Berrío, a las seis de la tarde, hora celestina que justifica las ciudades. La flota se llama Flota del Tiempo. Sus carros son grandes y cómodos, azules tirando a negro; sus conductores visten uniforme gris y gorra del mismo color; son gentiles, discretos, y todos se parecen.
—¿Año? —preguntó, cuando me acomodé en el asiento trasero, echando a andar el cronotaxímetro.
—1954 —dije—.15 de agosto. La Playa con Junín, junto a la primera ceiba.
En un santiamén estábamos allí. Pagué al asombrado taxista con un billete de 5.000, y, sin esperar el vuelto, me apeé frente al Teatro Junín. Pagué mi boleta de galería —era la mejor ubicación, doy fe de eso, a pesar de ser la más barata—, subí, me instalé, y esperé a que se apagaran las luces. La asistencia era mediana, arriba y abajo.
A las dos horas salí, con el alma llena de ventura, sintiéndome un espadachín de amplio penacho que ofrenda su existencia al amor.
El taxi seguía en su sitio, esperándome. Supe que era el mismo por la mirada cómplice del chofer.
No sé si fue esa mirada, o mi estado exultante: aunque sabía que el radio de acción de la flota era restringido, cobré ánimos. Total, lo peor que podía pasarme era una negativa.
—São Paulo, 1980 —murmuré—. Rua Brigadeiro Luiz Antonio, 1725. Me llevó.
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CODA
Formas espurias de Habían, Hayan, Habrán, Colocar, Casual. Queísmo, De queísmo. Al interior de, Mañana inicia, Hasta el lunes se sabrá, Súper, Espectacular, En ese orden de ideas, Recién. 50 kilómetros a la hora…
Extraterrestres verbales; filtrados en este mundo nuestro, disfrazados, hacen de las suyas aprovechándose de nuestro candor. Medran sobre todo en la radio, en la televisión, en los periódicos. Aunque prefieren a los locutores deportivos, no desdeñan a políticos, a empresarios, a articulistas, a educadores, a premios Nobel. Son invencibles, inmunes, llegaron para quedarse.
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