Tres tristes papayazos
Anamaría Bedoya. Ilustración: Verónica Velásquez
Robo 1.
Los digital nomads
Olessia: Estamos en Colombia
haciendo un curso
de programación, somos
digital nomads. Solo necesitamos
wifi, pues nuestro
trabajo lo podemos hacer desde cualquier
lugar del mundo. Entonces, nueve
de nosotros decidimos ir al Cerro del
Volador para hacer una caminata corta.
Nos separamos en tres taxis. Seis de
nosotros llegamos y los otros se perdieron
en el camino. Decidimos de empezar
a caminar.
Kevin: Después de un rato vimos a
unos chicos fumando marihuana; parecía
que estaban analizando, buscando
gringos para atracar. Tras unos quince
minutos llegamos a una parte aislada
donde no había nadie. Entonces
dos chicos llegaron con cuchillos y los
apuntaron hacia nosotros y nos dijeron
que les entregáramos toda nuestra plata
y los objetos electrónicos, esto fue lo
que hicimos.
Olessia: Nos decían, tranquilos,
tranquilos, no hagan ruido. Eran un
poco pequeños, oscuros; uno tenía una
camisa negra, y el otro una azul.
Kevin: Tomaron todo el dinero
pero nos dejaron las billeteras.
Olessia: Cogieron nuestras bolsas y
las vaciaron en el suelo. Luego ellos nos
dijeron, recojan su mierda. ¿Teníamos
miedo? Uh, sí. Tenían el cuchillo con la
punta hacia abajo, una chica que trabajó
en la frontera con México nos contó que
eso es señal de que lo habían hecho antes,
si la punta hubiera estado hacia arriba,
significa que tienen miedo. Luego,
Kevin y yo fuimos a la policía, les contamos
lo que pasó y les dijimos que si tenían
wifi nosotros podríamos localizar nuestros
celulares. Y vimos dónde estaban. Sí,
nosotros podíamos ver. La policía se estaba
preparando para salir, les mostramos
el lugar en el mapa. Los policías se calmaron.
Dijeron que era un barrio peligroso
y que ya había pasado tanto tiempo desde
el robo que era difícil ir a buscar a esos
dos chicos con camisa negra y camisa
azul, por seis celulares y una cámara Go
Pro. Nos dijeron que iban a estar en contacto.
Los policías estaban haciendo bromas
todo el tiempo. Era muy obvio que se
estaban burlando de nosotros.
Kevin: A mí me dijeron pequeño
detective.
Olessia: Se estaban riendo porque,
como nosotros estamos estudiando
programación, logramos encontrar los
teléfonos. Les mostramos en Google
Street View, exactamente, un callejón
donde se encontraban nuestras cosas,
por eso se burlaban y nos dijeron pequeños
detectives. Se reían porque estábamos
trabajando más que ellos.
Kane: Yo no fui a la policía porque
no creí que ellos pudieran hacer mucho.
Olessia: Era la primera vez que me
robaron.
Kevin: La mía también. Después
de eso, ahora yo miro sobre mis hombros
mucho más, y estoy más pendiente
cuando camino en la calle.
Olessia: A mí me dejó un sabor
amargo. El otro día fuimos al city tour
en el Centro y yo estaba más cuidadosa.
Sé que esto hubiera podido pasar
en cualquier lugar en el mundo y simplemente
pasó en Medellín. Qué pereza
porque mis papás estaban diciendo,
por qué Colombia, no vas a Colombia,
es muy peligroso, no vas. Y yo les dije,
todo está bien. Ahora es un país seguro.
Yo no les conté lo que me pasó porque
no quiero que se preocupen.
Kane: Me dejó triste, fuimos al
Centro y me di cuenta que me puse
nerviosa, pero era más una respuesta
física, de verdad la gente que hemos
conocido hasta ahora son tan amables y
tan queridos. Y más que todo me puse triste
viendo que la gente vea en otras personas
la oportunidad de conseguir plata, que para
ellos probablemente es dinero fácil y que seguro
lo necesitaban.
Olessia: Unos amigos que vinieron hace
tres años solo contaron buenas cosas de Colombia
y lo recomendaron, me dijeron que
hay una gran comunidad de digital nomad.
Entonces yo estaba súper emocionada, todavía
lo estoy. No creo que lo que nos pasó represente
a todo el país. Y creo que en cada
lugar del mundo hay una manzana podrida.
Kevin: Pienso que en cualquier lugar
existen malas personas y parece que estuvimos
en la mala hora en el lugar equivocado.
Olessia: Sí, no nos hicieron daño físico,
hubieran podido hacerlo. En este momento
estamos súper bien, además… el nivel de
papaya es, ¿conoce esa frase sobre el nivel
de papaya?
Kane: Yo pienso que la policía no reaccionó
muy diferente a como lo hubieran hecho
los policías en USA.
Olessia: ¿De verdad crees eso? Yo no
creo que la policía en USA se atreviera a hacer
tantas bromas delante de ti.
Kane: Sí, es verdad, probablemente no
lo harían.
Kevin: Ellos solo anotaron en un papel
todo lo que nos robaron, pero no era un formulario
oficial, simplemente era un pedazo
de papel.
Olessia: Lo hicieron porque somos
extranjeros. Trataron de ayudarnos, estuvimos
allá al menos una hora. Y al fin
simplemente dejamos un número, y el policía,
que me estaba coqueteando, dijo, ¡ay, es
para mí! Pero yo le di el número del hostel.
Nos dijeron que iban a llamar 24 horas después,
pero no lo hicieron.
Kevin: Creo que es un ciclo. Cuando
fuimos a la caminata al Centro vimos gente
en la calle vendiendo muchos celulares caros,
estuvimos casi seguros que eran puros
celulares robados.
Olessia: Luego de estar con los policías,
nos devolvimos caminando con un señor
que nos acompañó, yo le pregunté si esto
pasaba mucho y me dijo que sí, todo el tiempo.
Le pregunté qué tanto encuentran el material
robado, dijo que normalmente tienen
una respuesta positiva. Creo que simplemente
estaba tratando de hacernos sentir mejor,
de darnos un poquito de esperanza.
Robo 2.
La chica del hostel
La recepcionista:
La huésped era una chica estadounidense
de veinte años. Se hacía llamar Vivian. Era
morenita. Llevaba varios días viajando alrededor
de Colombia. Estaba sentada ahí junto
a la puerta. Después el man la vio, la estudió
y se le sentó al lado. No sé cómo le sacó información,
yo estaba hablando con otra muchacha,
a la que también le robaron, pero ya
en otro lado. Le dijo que él era el jefe de nosotros.
El tipo era mayor, venía encorbatado,
bien vestido, de por ahí más de cuarenta
años, canoso ya, delgado, por ahí 1.65.
La invitó para algún lado y ella se fue con
él. Él después dijo, espérame que voy a avisarle
a mis empleados. Entonces, la dejó por
allá. En las cámaras se ve que él entra directamente
donde ella tenía la maleta, la toma y
se va. La chica después viene a buscar las cosas
porque resulta que el vuelo era ese día y
pues no la encontró, en la maleta tenía computadores,
joyas y tarjetas de crédito.
Alcanzamos a llamar a la policía, pero
no a mostrarles los videos para que ellos pudieran,
tal vez, salir a buscarlo. Ella medio
dijo lo que tenía que decir y se fue para no
perder el vuelo. La chica estaba súper asustada.
Al señor ya lo tienen reconocido en
los hoteles porque es una modalidad vieja
con la que viene robando. Le dicen dizque
el Viejo. Yo juré que él era el conductor del
Uber, por eso tampoco dijimos nada.
Hay que estar más pendiente de quién
entra porque las cosas pueden pasar una vez
pero tampoco pueden pasar toda la vida.
Bueno, vamos a ver qué hacemos para Feria
de Flores, que son gringos, que los ladrones
creen que ellos están pinchos en plata, que
dan papaya, y sí, los han robado mucho.
La comunicadora:
El tipo tenía un pantalón vinotinto y una
camisa rosada, a cuadros, él estaba muy elegante.
Yo dije, le voy a preguntar qué necesita,
pero en ese momento me llegó una cita
que tenía y no le pude preguntar. Ella nos dijo
fue que el señor le había dicho que él era el
gerente del hostal, que quería tener una atención
con ella, que si se quería ir a tomar un
café con él. Entonces ella le preguntó, ¿dónde
puedo dejar la maleta? Él le dijo, déjala donde
dejaste la maleta grande. Entonces los dos
van al cuarto donde guardamos las maletas.
Sí, déjala ahí, y cerraron la puerta.
Ninguno de nosotros se dio cuenta, y salieron.
Cuando llegaron al restaurante él le
dijo, tengo que devolverme porque no les
dije a mis empleados que me iba a ir. Él se
devuelve, entra, abre la puerta, saca la maleta.
Ella se devolvió a sacar las cosas y dijo,
el dueño del hostel nunca llegó. El gerente
le dijo, ¿el dueño?, ¿cuál es el dueño? Un señor
¿Un señor? ¿Dónde está mi maleta? Ahí
ella empezó a gritar.
Según nos contaron, al tipo lo conocen
como el Cucho. Fue impresionante porque el
tipo sabía dónde estaban las cosas. Sabía que
a esa hora nosotros teníamos el check out de
los huéspedes. La policía vino pero no hizo
nada. En ese momento no les pudimos mostrar
el video, pero cuando lo tuvimos, los
llamamos para que vinieran y nos dijeron,
vamos a documentarlo y le vamos a informar
a los demás compañeros. Nunca vinieron.
El gerente suizo:
El señor le dijo que él era el administrador
del hostel. Ella era como una chica especial.
¿Cómo te explico? Parece que es una
que se mete con viejos. Así. Entonces como
que vino este viejo, estaba allá sentado, y
empezaron a hablar. Eran muy amigos, ¿sí?
En un principio él entró, yo lo vi, lo estaba
vigilando, y después llegó ella. Y ellos empezaron
a hablar gua gua guaaa, como amigos,
entonces yo bajé la atención.
Luego, yo estaba con el constructor aquí,
porque hemos tenido una fuga, estaba revisando
las cosas, y él entró en ese momento,
abrió la puerta, sacó la maleta y tschüss,
nadie se dio cuenta. Ella volvió tres minutos
después. Ey, ¿dónde es el jefe tuyo? ¿Cómo
dónde está el jefe mío? Ah, es que yo no puedo
esperar más, tengo que irme al aeropuerto.
Pues entró al cuarto de equipaje y dice…
¡Ayyy, mi maleta! ¿Cómo así tu maleta?
Él era un profesional, sí. Él era un PRO-FE-SIO-NAL. Es que toda la gente se dio
cuenta de él y bajaron la atención, pareció
como un taxista, un amigo, o algo así. Llamamos
a la policía y ellos vinieron, preguntaron
quién era, dónde tienen videos, y nos
dijeron que no hay sentido salir a buscarlo
porque no lo vamos a encontrar más, y nos
dejaron el número y nos dijeron, si saben
más, mandan las fotos del señor. Realmente
ellos no hicieron nada.
Después yo les envié las fotos del señor,
porque yo estoy en el grupo de WhatsApp
de los hoteles de Medellín y les comenté el
caso y ellos me dijeron, ¡ay puta!, y me mandaron
fotos, este es el Chaco, lo llaman así.
Ya lo arrestaron varias veces y la policía lo
deja salir otra vez. De verdad era él, yo envié
estas fotos a la policía, más las fotos del
video que me enviaron del grupo de hoteles
y ellos solo dijeron, lo vamos a compartir
con los compañeros de la policía y miremos
qué podemos hacer. Parece que es un tema
muy normal. En ese grupo de WhatsApp recibo
al menos una vez por semana videos e
informaciones de ladrones y cómo entran a
los hoteles para robar. Por ejemplo, el otro
día, nos mostraron un video de cómo un recepcionista
abre la puerta y el ladrón entra
y le pone en la cara la pistola.
Robo 3.
El panadero extranjero
No quiero que pongas el nombre de verdad,
mejor pones Sandro Talman, no sé, ¿ok?
Fui a la migración, ahí tenía todos mis documentos.
Me despido de mi abogado y salgo
caminando de la migración, solito, para tomar
un taxi. Venía una moto con un hombre
y una muchacha, con casco, ¿cierto? Ellos me
llamaron. Y yo como un idioto me fui adonde
ellos. La conversación empieza así: él me
dice, mira, somos ladrones. Yo no entendí esa
palabra porque no la conocía. Entonces pregunté,
¿qué es eso? Y él con una rabia, saca
la pistola y bla-bla-bla. Yo me asusto. Y él me
dice, mira amigo, estábamos viéndote, somos
un grupo acá en Belén, nos tienes que decir
la verdad, qué haces acá, bla-bla-bla. Pero él
no tenía todo el tiempo la pistola, solo la saca
para asustarme y ya. Él me ha dicho, dame
los documentos. Vio la tarjeta Bancolombia
y me dijo, dame tu celular, y él estaba viendo
que tengo el App de Bancolombia; pon el
clave, para ver cuánta plata tengo. Los dos
fueron muy groseros y también muy estúpidos
porque no podían leer ni nada. Él me ha
dicho, dale el clave, yo hice el clave, y él vio
que casi no tenía plata en esta tarjeta. Él tuve
más rabia. Estaba viendo todo mi billetera.
Vio otra tarjeta, la de la empresa, entonces
dijo, dame la clave de esa tarjeta, dime cuánta
plata tienes ahí. Yo tenía que decir la verdad,
no podía hacer un póker con él. Me dijo,
cuando no me dices la verdad te vamos a tirar
un balazo en tu cabeza. Yo no quería ningún
riesgo, yo dice la verdad. Él fue a un supermercado,
eso fue muy loco, compró una Coca-
Cola y me dijo, espera acá cinco minutos,
y se fue con la muchacha. Obviamente yo no
esperé, fui a otro lugar, corriendo. Y dije, llama
a la policía, pero tuvimos que llamar tres
veces hasta que me atendieron y llegaron
treinta minutos más tarde, fue horrible. Llamé
para cerrar mi cuenta de Bancolombia,
pero fue tarde, él ya había robado un millón
seiscientos mil pesos.
Lo que me da mucha rabia es que la policía
llegara treinta minutos tarde, vinieron
y me preguntan un minuto algo y ya, y yo
pregunto, ok, ¿cómo puedo llegar a casa?,
porque no tenía nada, sin mi billetera, sin
plata, y ellos dijeron, ah, no sabemos. Una
persona que estaba en ese restaurante me
dijo, mira, yo te voy a manejar a la casa. La
policía no hizo nada, fue súper raro. Fui al
búnker de filidad, ¿cómo se llama eso? Para
decir las cosas, me tocó esperar casi siete
horas y ellos me dijeron, mira, hay muchos
extranjeros que han sido robados, porque
hay muchos ladrones en Medellín, hay casi
trescientos robos diarios. Les pregunté si
podíamos encontrarlo y me dijeron que era
casi imposible. Yo creo ellos tienen mucho
trabajo y no pueden hacer esas cosas.
Lo único que ellos no robaron fue el pasaporte.
Se llevaron el celular, la billetera,
mis documentos y un millón seiscientos
mil. Fue la primera vez que me robaron en
mi vida. Y cuando eso sucede en mi país,
va a pasar a un escenario grande y acá, lo
más triste, no pasa nada. Tal vez ya en ese
tiempo el tipo hizo diez robos más y no pasó
nada. Por eso todavía este país es corrupto,
y falta mucho para ser un país más seguro.
El país a mí me gusta mucho, la gente es
muy amable, bla-bla-bla, pero todavía falta
mucho. También puede ser que el ladrón fue
un amigo de policía, no sé, quién sabe. En
mi país ellos vienen, te manejan a la casa,
o primero van a un hospital a ver si tienes
algo en la cabeza, o a un sicólogo, y acá no
pasa nada. Es que tuvimos que llamar tres
veces a la policía y después ellos vinieron y
me preguntaron qué pasó, qué ropas tenían,
y ya. La verdad fue como una broma. Ahora
yo estoy bien, me siento tranquilo, pero sé
que la cosa es no dar la papaya.