Número 88, julio 2017

En diez años Medellín triplicó sus visitantes extranjeros. El año pasado llegaron más de setecientos mil. Han ido pasando de bichos raros a paisaje. Pero nunca desapercibidos. Siempre promesa y botín. Sean andrajosos o recién brillados por el pasaporte. Los robos en vía pública crecieron un quince por ciento en 2016. Llegan las abejas al panal de hostales, terminales, aeropuertos, cerros. La policía les pierde el miedo a los extranjeros y a los ladrones. Tres atracos en ocho días.

Tres tristes papayazos
Anamaría Bedoya. Ilustración: Verónica Velásquez

Ilustración: Verónica Velásquez

Robo 1.
Los digital nomads

Olessia: Estamos en Colombia haciendo un curso de programación, somos digital nomads. Solo necesitamos wifi, pues nuestro trabajo lo podemos hacer desde cualquier lugar del mundo. Entonces, nueve de nosotros decidimos ir al Cerro del Volador para hacer una caminata corta. Nos separamos en tres taxis. Seis de nosotros llegamos y los otros se perdieron en el camino. Decidimos de empezar a caminar.

Kevin: Después de un rato vimos a unos chicos fumando marihuana; parecía que estaban analizando, buscando gringos para atracar. Tras unos quince minutos llegamos a una parte aislada donde no había nadie. Entonces dos chicos llegaron con cuchillos y los apuntaron hacia nosotros y nos dijeron que les entregáramos toda nuestra plata y los objetos electrónicos, esto fue lo que hicimos.

Olessia: Nos decían, tranquilos, tranquilos, no hagan ruido. Eran un poco pequeños, oscuros; uno tenía una camisa negra, y el otro una azul.

Kevin: Tomaron todo el dinero pero nos dejaron las billeteras.

Olessia: Cogieron nuestras bolsas y las vaciaron en el suelo. Luego ellos nos dijeron, recojan su mierda. ¿Teníamos miedo? Uh, sí. Tenían el cuchillo con la punta hacia abajo, una chica que trabajó en la frontera con México nos contó que eso es señal de que lo habían hecho antes, si la punta hubiera estado hacia arriba, significa que tienen miedo. Luego, Kevin y yo fuimos a la policía, les contamos lo que pasó y les dijimos que si tenían wifi nosotros podríamos localizar nuestros celulares. Y vimos dónde estaban. Sí, nosotros podíamos ver. La policía se estaba preparando para salir, les mostramos el lugar en el mapa. Los policías se calmaron. Dijeron que era un barrio peligroso y que ya había pasado tanto tiempo desde el robo que era difícil ir a buscar a esos dos chicos con camisa negra y camisa azul, por seis celulares y una cámara Go Pro. Nos dijeron que iban a estar en contacto. Los policías estaban haciendo bromas todo el tiempo. Era muy obvio que se estaban burlando de nosotros.

Kevin: A mí me dijeron pequeño detective.

Olessia: Se estaban riendo porque, como nosotros estamos estudiando programación, logramos encontrar los teléfonos. Les mostramos en Google Street View, exactamente, un callejón donde se encontraban nuestras cosas, por eso se burlaban y nos dijeron pequeños detectives. Se reían porque estábamos trabajando más que ellos.

Kane: Yo no fui a la policía porque no creí que ellos pudieran hacer mucho.

Olessia: Era la primera vez que me robaron.

Kevin: La mía también. Después de eso, ahora yo miro sobre mis hombros mucho más, y estoy más pendiente cuando camino en la calle.

Olessia: A mí me dejó un sabor amargo. El otro día fuimos al city tour en el Centro y yo estaba más cuidadosa. Sé que esto hubiera podido pasar en cualquier lugar en el mundo y simplemente pasó en Medellín. Qué pereza porque mis papás estaban diciendo, por qué Colombia, no vas a Colombia, es muy peligroso, no vas. Y yo les dije, todo está bien. Ahora es un país seguro. Yo no les conté lo que me pasó porque no quiero que se preocupen.

Kane: Me dejó triste, fuimos al Centro y me di cuenta que me puse nerviosa, pero era más una respuesta física, de verdad la gente que hemos conocido hasta ahora son tan amables y tan queridos. Y más que todo me puse triste viendo que la gente vea en otras personas la oportunidad de conseguir plata, que para ellos probablemente es dinero fácil y que seguro lo necesitaban.

Olessia: Unos amigos que vinieron hace tres años solo contaron buenas cosas de Colombia y lo recomendaron, me dijeron que hay una gran comunidad de digital nomad. Entonces yo estaba súper emocionada, todavía lo estoy. No creo que lo que nos pasó represente a todo el país. Y creo que en cada lugar del mundo hay una manzana podrida.

Kevin: Pienso que en cualquier lugar existen malas personas y parece que estuvimos en la mala hora en el lugar equivocado.

Olessia: Sí, no nos hicieron daño físico, hubieran podido hacerlo. En este momento estamos súper bien, además… el nivel de papaya es, ¿conoce esa frase sobre el nivel de papaya?

Kane: Yo pienso que la policía no reaccionó muy diferente a como lo hubieran hecho los policías en USA.

Olessia: ¿De verdad crees eso? Yo no creo que la policía en USA se atreviera a hacer tantas bromas delante de ti.

Kane: Sí, es verdad, probablemente no lo harían.

Kevin: Ellos solo anotaron en un papel todo lo que nos robaron, pero no era un formulario oficial, simplemente era un pedazo de papel.

Olessia: Lo hicieron porque somos extranjeros. Trataron de ayudarnos, estuvimos allá al menos una hora. Y al fin simplemente dejamos un número, y el policía, que me estaba coqueteando, dijo, ¡ay, es para mí! Pero yo le di el número del hostel. Nos dijeron que iban a llamar 24 horas después, pero no lo hicieron.

Kevin: Creo que es un ciclo. Cuando fuimos a la caminata al Centro vimos gente en la calle vendiendo muchos celulares caros, estuvimos casi seguros que eran puros celulares robados.

Olessia: Luego de estar con los policías, nos devolvimos caminando con un señor que nos acompañó, yo le pregunté si esto pasaba mucho y me dijo que sí, todo el tiempo. Le pregunté qué tanto encuentran el material robado, dijo que normalmente tienen una respuesta positiva. Creo que simplemente estaba tratando de hacernos sentir mejor, de darnos un poquito de esperanza.


Robo 2.
La chica del hostel

La recepcionista:
La huésped era una chica estadounidense de veinte años. Se hacía llamar Vivian. Era morenita. Llevaba varios días viajando alrededor de Colombia. Estaba sentada ahí junto a la puerta. Después el man la vio, la estudió y se le sentó al lado. No sé cómo le sacó información, yo estaba hablando con otra muchacha, a la que también le robaron, pero ya en otro lado. Le dijo que él era el jefe de nosotros. El tipo era mayor, venía encorbatado, bien vestido, de por ahí más de cuarenta años, canoso ya, delgado, por ahí 1.65.

La invitó para algún lado y ella se fue con él. Él después dijo, espérame que voy a avisarle a mis empleados. Entonces, la dejó por allá. En las cámaras se ve que él entra directamente donde ella tenía la maleta, la toma y se va. La chica después viene a buscar las cosas porque resulta que el vuelo era ese día y pues no la encontró, en la maleta tenía computadores, joyas y tarjetas de crédito.

Alcanzamos a llamar a la policía, pero no a mostrarles los videos para que ellos pudieran, tal vez, salir a buscarlo. Ella medio dijo lo que tenía que decir y se fue para no perder el vuelo. La chica estaba súper asustada. Al señor ya lo tienen reconocido en los hoteles porque es una modalidad vieja con la que viene robando. Le dicen dizque el Viejo. Yo juré que él era el conductor del Uber, por eso tampoco dijimos nada.

Hay que estar más pendiente de quién entra porque las cosas pueden pasar una vez pero tampoco pueden pasar toda la vida. Bueno, vamos a ver qué hacemos para Feria de Flores, que son gringos, que los ladrones creen que ellos están pinchos en plata, que dan papaya, y sí, los han robado mucho.

La comunicadora:
El tipo tenía un pantalón vinotinto y una camisa rosada, a cuadros, él estaba muy elegante. Yo dije, le voy a preguntar qué necesita, pero en ese momento me llegó una cita que tenía y no le pude preguntar. Ella nos dijo fue que el señor le había dicho que él era el gerente del hostal, que quería tener una atención con ella, que si se quería ir a tomar un café con él. Entonces ella le preguntó, ¿dónde puedo dejar la maleta? Él le dijo, déjala donde dejaste la maleta grande. Entonces los dos van al cuarto donde guardamos las maletas. Sí, déjala ahí, y cerraron la puerta.

Ninguno de nosotros se dio cuenta, y salieron. Cuando llegaron al restaurante él le dijo, tengo que devolverme porque no les dije a mis empleados que me iba a ir. Él se devuelve, entra, abre la puerta, saca la maleta. Ella se devolvió a sacar las cosas y dijo, el dueño del hostel nunca llegó. El gerente le dijo, ¿el dueño?, ¿cuál es el dueño? Un señor ¿Un señor? ¿Dónde está mi maleta? Ahí ella empezó a gritar.

Según nos contaron, al tipo lo conocen como el Cucho. Fue impresionante porque el tipo sabía dónde estaban las cosas. Sabía que a esa hora nosotros teníamos el check out de los huéspedes. La policía vino pero no hizo nada. En ese momento no les pudimos mostrar el video, pero cuando lo tuvimos, los llamamos para que vinieran y nos dijeron, vamos a documentarlo y le vamos a informar a los demás compañeros. Nunca vinieron.

El gerente suizo:
El señor le dijo que él era el administrador del hostel. Ella era como una chica especial. ¿Cómo te explico? Parece que es una que se mete con viejos. Así. Entonces como que vino este viejo, estaba allá sentado, y empezaron a hablar. Eran muy amigos, ¿sí? En un principio él entró, yo lo vi, lo estaba vigilando, y después llegó ella. Y ellos empezaron a hablar gua gua guaaa, como amigos, entonces yo bajé la atención.

Luego, yo estaba con el constructor aquí, porque hemos tenido una fuga, estaba revisando las cosas, y él entró en ese momento, abrió la puerta, sacó la maleta y tschüss, nadie se dio cuenta. Ella volvió tres minutos después. Ey, ¿dónde es el jefe tuyo? ¿Cómo dónde está el jefe mío? Ah, es que yo no puedo esperar más, tengo que irme al aeropuerto. Pues entró al cuarto de equipaje y dice… ¡Ayyy, mi maleta! ¿Cómo así tu maleta?

Él era un profesional, sí. Él era un PRO-FE-SIO-NAL. Es que toda la gente se dio cuenta de él y bajaron la atención, pareció como un taxista, un amigo, o algo así. Llamamos a la policía y ellos vinieron, preguntaron quién era, dónde tienen videos, y nos dijeron que no hay sentido salir a buscarlo porque no lo vamos a encontrar más, y nos dejaron el número y nos dijeron, si saben más, mandan las fotos del señor. Realmente ellos no hicieron nada.

Después yo les envié las fotos del señor, porque yo estoy en el grupo de WhatsApp de los hoteles de Medellín y les comenté el caso y ellos me dijeron, ¡ay puta!, y me mandaron fotos, este es el Chaco, lo llaman así. Ya lo arrestaron varias veces y la policía lo deja salir otra vez. De verdad era él, yo envié estas fotos a la policía, más las fotos del video que me enviaron del grupo de hoteles y ellos solo dijeron, lo vamos a compartir con los compañeros de la policía y miremos qué podemos hacer. Parece que es un tema muy normal. En ese grupo de WhatsApp recibo al menos una vez por semana videos e informaciones de ladrones y cómo entran a los hoteles para robar. Por ejemplo, el otro día, nos mostraron un video de cómo un recepcionista abre la puerta y el ladrón entra y le pone en la cara la pistola.


Robo 3.
El panadero extranjero

No quiero que pongas el nombre de verdad, mejor pones Sandro Talman, no sé, ¿ok? Fui a la migración, ahí tenía todos mis documentos. Me despido de mi abogado y salgo caminando de la migración, solito, para tomar un taxi. Venía una moto con un hombre y una muchacha, con casco, ¿cierto? Ellos me llamaron. Y yo como un idioto me fui adonde ellos. La conversación empieza así: él me dice, mira, somos ladrones. Yo no entendí esa palabra porque no la conocía. Entonces pregunté, ¿qué es eso? Y él con una rabia, saca la pistola y bla-bla-bla. Yo me asusto. Y él me dice, mira amigo, estábamos viéndote, somos un grupo acá en Belén, nos tienes que decir la verdad, qué haces acá, bla-bla-bla. Pero él no tenía todo el tiempo la pistola, solo la saca para asustarme y ya. Él me ha dicho, dame los documentos. Vio la tarjeta Bancolombia y me dijo, dame tu celular, y él estaba viendo que tengo el App de Bancolombia; pon el clave, para ver cuánta plata tengo. Los dos fueron muy groseros y también muy estúpidos porque no podían leer ni nada. Él me ha dicho, dale el clave, yo hice el clave, y él vio que casi no tenía plata en esta tarjeta. Él tuve más rabia. Estaba viendo todo mi billetera. Vio otra tarjeta, la de la empresa, entonces dijo, dame la clave de esa tarjeta, dime cuánta plata tienes ahí. Yo tenía que decir la verdad, no podía hacer un póker con él. Me dijo, cuando no me dices la verdad te vamos a tirar un balazo en tu cabeza. Yo no quería ningún riesgo, yo dice la verdad. Él fue a un supermercado, eso fue muy loco, compró una Coca- Cola y me dijo, espera acá cinco minutos, y se fue con la muchacha. Obviamente yo no esperé, fui a otro lugar, corriendo. Y dije, llama a la policía, pero tuvimos que llamar tres veces hasta que me atendieron y llegaron treinta minutos más tarde, fue horrible. Llamé para cerrar mi cuenta de Bancolombia, pero fue tarde, él ya había robado un millón seiscientos mil pesos.

Lo que me da mucha rabia es que la policía llegara treinta minutos tarde, vinieron y me preguntan un minuto algo y ya, y yo pregunto, ok, ¿cómo puedo llegar a casa?, porque no tenía nada, sin mi billetera, sin plata, y ellos dijeron, ah, no sabemos. Una persona que estaba en ese restaurante me dijo, mira, yo te voy a manejar a la casa. La policía no hizo nada, fue súper raro. Fui al búnker de filidad, ¿cómo se llama eso? Para decir las cosas, me tocó esperar casi siete horas y ellos me dijeron, mira, hay muchos extranjeros que han sido robados, porque hay muchos ladrones en Medellín, hay casi trescientos robos diarios. Les pregunté si podíamos encontrarlo y me dijeron que era casi imposible. Yo creo ellos tienen mucho trabajo y no pueden hacer esas cosas.

Lo único que ellos no robaron fue el pasaporte. Se llevaron el celular, la billetera, mis documentos y un millón seiscientos mil. Fue la primera vez que me robaron en mi vida. Y cuando eso sucede en mi país, va a pasar a un escenario grande y acá, lo más triste, no pasa nada. Tal vez ya en ese tiempo el tipo hizo diez robos más y no pasó nada. Por eso todavía este país es corrupto, y falta mucho para ser un país más seguro. El país a mí me gusta mucho, la gente es muy amable, bla-bla-bla, pero todavía falta mucho. También puede ser que el ladrón fue un amigo de policía, no sé, quién sabe. En mi país ellos vienen, te manejan a la casa, o primero van a un hospital a ver si tienes algo en la cabeza, o a un sicólogo, y acá no pasa nada. Es que tuvimos que llamar tres veces a la policía y después ellos vinieron y me preguntaron qué pasó, qué ropas tenían, y ya. La verdad fue como una broma. Ahora yo estoy bien, me siento tranquilo, pero sé que la cosa es no dar la papaya. UC

 
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