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     Número 39 - Octubre de 2012


ARTÍCULOS
Mi compatriota la guerrillera
Nico Verbeek. Ilustración: Verónica Velásquez

Ahora que el gobierno Santos ha iniciado un nuevo proceso de paz con las Farc, me surgen dos acotaciones con respeto al tema: una es estructural y de fondo y otra es más frívola.

En cuanto a la primera, me pregunto sinceramente si la guerrilla de hoy, narcotraficantes y secuestradores como son, merece que le abran un espacio para “negociar” el futuro de la sociedad colombiana. ¿Acaso por el solo hecho de haber sido un generador de violencia por cincuenta años, han ganado el derecho de ser tenidos en cuenta para tomar las grandes decisiones de la democracia colombiana? Honestamente creo que con las Farc de hoy solo se debería negociar una especie de entrega y sometimiento a la justicia, algo parecido a lo que hizo el gobierno Gaviria a principios de los noventa con el Cartel de Medellín.

En cuanto a la segunda acotación, en algún momento me imaginé la vida colombiana con la presencia de algunos de los guerrilleros de las Farc como ciudadanos de “bien”; por ejemplo, cómo sería encontrarse algún día en la calle con un tal Romaña o un tal Grannobles o un tal El Paisa…

Tengo otra pesadilla, pero es más personal y me atrevo a expresarla aquí, ahora que los militantes de las Farc aún no han bajado del monte. Lo digo con toda sinceridad: temo encontrarme algún día con Tanja Nijmeijer, la guerrillera holandesa que milita desde hace más de diez años en las Farc, toda una veterana de guerra; todavía más ahora que según los rumores la misma Tanja va a estar presente en los diálogos de paz como miembro del “equipo negociador”, o simplemente como traductora. Esto parece una clara indicación de que las Farc, más que en una negociación de paz, parecen estar preocupadas por hacer propaganda en el exterior y reparar su imagen (o lo que quedó de ella) en países europeos.

Es hora de refrescar un poco la memoria sobre esta señora de la guerra. Tanja decidió ingresar en las filas de las Farc cuando tenía 21 años, y en 2007 logró su “cuarta hora de fama” cuando el ejército colombiano descubrió unos diarios que había escrito durante las largas noches en la selva colombiana.

Fue una tarde del 18 de junio, en límites de los municipios de La Macarena y La Uribe, cuando un comando de la Fudra (Fuerza de Despliegue Rápido) del Ejército llegó hasta el campamento de Carlos Antonio Lozada, entonces miembro del Secretariado de las Farc; también era comandante del temido Frente Antonio Nariño, o sea jefe de los milicianos que ponían bombas en Transmilenio y atentaban contra comerciantes que se negaban a pagar extorsiones. La guerrillera holandesa trabajaba en la capital como profesora de inglés en el Wall Street Institute, su fachada oficial, mientras en las noches aprendía el oficio de la guerra urbana, armaba bombas y preparaba atentados. Según sus compañeros, resultó ser una alumna aplicada. Tanto, que pronto recibió una llamada de los duros de las Farc para que se trasladara a las selvas del país y se desempeñara como guerrillera con todas las de la ley… del monte.

En el campamento encontraron el portátil de Carlos Lozada, que contenía información “importante” sobre las Farc. Pero la mayor sorpresa fue encontrar, en medio de las pertenencias que dejaron los guerrilleros en su fuga, cuadernos escritos en una lengua que los soldados no supieron descifrar. El hallazgo parecía confirmar la sospecha de la inteligencia militar de que había jóvenes europeos en las filas de la guerrilla. Intrigados por el hecho, los militares enviaron los diarios a Bogotá, donde establecieron que los textos estaban escritos en holandés. De esa manera se logró que Holanda supiera de una guerra ajena, desconocida para la mayoría de sus habitantes. La conmoción fue notoria en un país donde una riña callejera en la zona rosa de Ámsterdam bien puede ser el titular principal de un periódico nacional.

Los cuadernos contenían el diario de una joven holandesa que aparentemente había pasado de una simpatía distante por la lucha revolucionaria en lejanos países –común en algunos jóvenes europeos sensibles y a veces ingenuos–, a la militancia armada en el grupo guerrillero más antiguo del continente americano.

La noticia no pasó desapercibida en Colombia, donde los noticieros abrieron con la historia de esa chica holandesa que había venido a ayudar a derramar más sangre en el campo colombiano –como si para eso se necesitara ayuda foránea–. Los medios de comunicación comenzaron a buscar a la familia de esa muchacha que había decidido cambiar un pueblito perdido en el campo holandés por las selvas inhóspitas de la lejana Colombia. Todos se preguntaron en coro: ¿por qué y para qué? ¿Para perseguir un sueño revolucionario? ¿Para ayudar a los pobres indígenas en el campo colombiano, como les había asegurado Tanja en el último mensaje a sus padres, que aún no tenían idea? ¿O a buscar algo de aventura y dejar atrás su vida previsible, sosegada y de pronto demasiado aburrida? Aún no se había inventado aquel famoso eslogan para promocionar a Colombia en el exterior, pero parece que Tanja tenía ya bien claro que de verdad “Colombia es pasión”, y corrió el riesgo de quedarse.

Los textos del diario daban algunas luces sobre las motivaciones verdaderas de esa chica, que quiso seguir los pasos del Che Guevara pero se comportó más bien como una Mata Hari moderna. Unas citas de su diario son dicientes:

Ilustración: Verónica Velásquez    

11 junio, 2007 Mi amor de una noche resulta ser no solamente torpe y estúpido, sino también deshonesto. Malas pero confiables lenguas dicen que él compró perfume y shampoo para su –aaaah!!– novia. Por qué yo? Por qué siempre escojo los malos? Pero bueno, todavía hay oportunidad de tomar una decisión y creo que no es tarde para poner las cosas en su sitio.

14 junio, 2007 Parece que conseguí un novio. Hemos negociado y él va a hablar con su comandante para ver si podemos estar juntos. Sin beso, nada. Puras negociaciones. Gracioso no? Tiene buen cuerpo y bonita sonrisa. Vamos a ver. Por lo demás, no más noticias. Estamos todavía en entrenamiento, bastante duro y yo estoy echando demasiados músculos. El camarada [novio] está a dos días de camino y a veces lo extraño. El novio que tengo –un negro muy bonito que parece una estrella de cine de una película americana– me manda saludos y cigarrillos. Tengo ganas de sexo, y qué? Las últimas dos veces no eran muy bueno, yo tengo el derecho a algo que vale la pena, o no? Hoy no lo he visto.

Sin embargo, había partes de su diario donde criticaba abiertamente a las Farc, “su nueva familia” –como llamaba a la guerrilla en otras páginas–, cuestionaba la forma en que los comandantes organizaban la vida de los guerrilleros rasos, y se preguntaba por lo que quedaba del fuego revolucionario de este grupo guerrillero:

Realmente no sé a dónde va a parar este proyecto. Cómo será cuando estemos en el poder? Las mujeres de los comandantes en sus Ferrari Testa Rossa, con tetas de silicona, comiendo caviar? Parece que así va a ser. La mujer del comandante... Si tienes suerte, le sobra una ropa interior bonita. Si ella no la bota, de pronto la da a uno. Ellas tienen ropa bonita, shampoo, realmente me dan ganas de vomitar. Ayer vinieron unos civiles al campamento y alcancé a escuchar que la mujer del segundo comandante preguntó si las cosas que ella había pedido ya habían llegado. El civil contestó que solamente no había podido conseguir la crema, de resto todo. MIERDA! Tu quisieras ser así? Ellas no tienen verguenza?

Era entendible que los textos de la camarada holandesa, por múltiples razones, no fueran de mucho agrado para los comandantes de las Farc. Entretanto, su historia continuó dando de qué hablar en Holanda, aunque por la ausencia de información sobre lo que había pasado con ella después de la fuga, las noticias en los medios holandeses eran repetitivas y explicaban poco. Por esta razón siempre existía el riesgo de que la historia de Tanja resultara atractiva para miles de jóvenes europeos en edad “impresionable”, que, aburridos con la vida que tenían, quisieran imitarla. Entonces, dos personas que conocen muy bien los horrores de la violencia en Colombia y las entrañas de las Farc decidieron escribir una biografía sobre Tanja para advertirles a estos ingenuos sobre los peligros de la vida guerrillera: León Valencia, desmovilizado de la guerrilla en los noventa y analista político, y Liduine Zumpolle, defensora de los derechos humanos en Colombia. Mi papel en este proyecto fue como coeditor y traductor.

Después de la publicación de apartes del diario, poca gente daba un centavo por la vida de Tanja. Los cuadros de las Farc, conocidos por su jerarquía de hierro y su estricta disciplina, no parecían dados a perdonar este tipo de “deslices”. Efectivamente, supimos por fuentes dentro de la guerrilla que Tanja iba a ser sometida a un “juicio revolucionario” y que incluso los guerrilleros rasos estaban furiosos con ella. Todo el mundo sabe que hay pocas posibilidades de salir vivo de estos tribunales farianos.

Sin embargo, como en una novela de suspenso, Tanja se salvó de la ejecución en el último minuto, mientras esperaba el veredicto en una choza del campamento. Su salvador fue Raúl Reyes. El “canciller” de las Farc, que probablemente era el personaje más informado dentro de la guerrilla, se dio cuenta del especial interés que Tanja había despertado en Europa. Le habían llegado varias peticiones de entrevistas a él y a Tanja de parte de canales de televisión, periódicos y revistas. Se dio cuenta de que, bien manejada la situación, las Farc podrían seguir obteniendo frutos de la presencia de Tanja en la guerrilla, y concluyó que matarla no serviría a la guerra de propaganda que las Farc ejercen en círculos europeos.

Entonces mandó razón al Mono Jojoy, jefe directo de Tanja, para que le perdonara la vida, y le hizo ver que sería mejor que la pusiera a trabajar como cartel publicitario. No fue nada fácil convencer al Mono, no tan versado en los juegos de la diplomacia, más un tipo de plomo y plata, pero finalmente se impuso la voluntad de Reyes y Tanja pudo vivir. Claro, esto tenía un precio: a partir de ese momento ella estaría bajo custodia directa del Mono, y tendría que ponerse a disposición del secretariado para cualquier requerimiento.

El proyecto más ambicioso en este sentido era la publicación de otro libro, para contestar de alguna manera al libro de Valencia y Zumpolle, en donde la vida de Tanja, desde su primero contacto con Colombia, su práctica como profesora en un colegio en Pereira, hasta su vinculación definitiva en las Farc, fuera descrita como un epopeya revolucionaria que conservara cierto tono crítico hacia las Farc. Con ese fin le dieron la oportunidad al periodista Jorge Enrique Botero de entrevistarse con Tanja en las selvas y construir una “visión” fariana de los acontecimientos. Entonces vio la luz pública un libro titulado La vida no es fácil papi, donde Tanja explica los motivos por los cuales se alzó en armas, las razones por las que el Mono Jojoy, recién muerto en un bombardeo, era para ella un héroe de la revolución, y otras reflexiones que pretendían justificar la lucha armada en Colombia en pleno siglo XXI. También hubo espacio en el libro para repartir vainazos a personas que la guerrilla considera enemigos de la revolución, como la misma Liduine Zumpolle, a quien las Farc no perdonaron haber escrito el primer libro sobre Tanja, ni su apoyo a guerrilleros en las cárceles colombianas que quieren desmovilizarse en vez de seguir las órdenes de los cuadros guerrilleros en los patios.

En Holanda el interés por la compatriota guerrillera no ha disminuido, y cualquier noticia sobre ella se convierte inmediatamente en titular. A mí me da pesar de que toda esta avalancha de noticias no haya llevado a un conocimiento más real de la situación en Colombia, y que la información siempre se limite a los detalles picantes alrededor de la muchacha bonita con un AK- 47 en sus manos.

El hambre por la chiva incluso llevó a un “respetable” noticiero holandés a internarse en la frontera colombo ecuatoriana, donde Raúl Reyes les había prometido una entrevista exclusiva con Tanja, casi en el mismo lugar donde meses después perdería la vida en un ataque del gobierno colombiano. Sin embargo, al llegar al sitio se encontraron con la sorpresa de que Tanja no estaba, y en lugar de una entrevista exclusiva con la famosa guerrillera tuvieron que soportar un monólogo de Raúl Reyes sobre las bondades de la revolución y los valores guerrilleros. Se perdió el tiempo y la plata que los comandantes de las Farc exigieron a los periodistas holandeses para tener acceso a Tanja.

Según fuentes confiables, Tanja ha hecho progresos en la comandancia de las Farc: pudo asistir a “cursos de ascenso”, y también se sabe que tuvo una relación amorosa con un sobrino del Mono Jojoy. En su hoja de vida estaban siempre anotadas su indisciplina y sus tendencias ninfómanas, que aparentemente le impiden escalar dentro de la jerarquía guerrillera.

¿Qué papel tendrá Tanja cuando la paz reine en Colombia y los guerrilleros hayan obtenido algún tipo de indulto o amnistía? ¿Qué hará esta chica holandesa que soñaba con entrar triunfante por las calles de Bogotá, celebrando la victoria de la revolución? ¿Que hará cuando la aventura se haya acabado? ¿Podrá contentarse con una vida pequeñoburguesa? ¿Perseguirá sus sueños revolucionarios en otras latitudes?

Una verdadera pesadilla sería el regreso de Tanja a Holanda: los medios la esperarían con ansiedad para que hablara de sus aventuras en las selvas de Colombia, las editoriales se pondrían en fila para publicar su autobiografía, en la que ella nunca mencionaría las minas antipersonal que sembró, los soldados que mató; en otras palabras, seguramente no hablaría sobre su responsabilidad en esta oscura época de la historia colombiana. Publicar un libro así sería para las Farc y su revolución armada una segunda oportunidad sobre la tierra europea… UC