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     Número 39 - Octubre de 2012


BOCAS DE CENIZA

BOCAS DE CENIZA
Adam Zagajewski
Camilo Jiménez

Adam Zagajewski, Poemas escogidos

Adam Zagajewski, Poemas escogidos,
Valencia, Pre-Textos, 2005.
Traducción de Elzbieta Bortkiewicz.

"En cierto modo, cada poema es un manifiesto" o parte de un manifiesto. "Un libro es como una Constitución: cada poema es un artículo" dijo en una entrevista en 2002 Adam Zagajewski. Seguro le preguntaba la periodista por su pasado militante en su Polonia natal, y el paulatino abandono de los motivos inmediatos —políticos, sociales— en sus poemas cuando dejó su patria y se fue a vivir a París. Eso fue en la década del ochenta. A partir de allí comenzó a buscar —diría yo que a encontrar— motivos universales en la poesía. Sus poemas, publicados con pulcritud en español por Pre-Textos y Acantilado, deslumbran, o mejor, alumbran. Sus libros en prosa vertidos al español —Dos ciudades y En la belleza ajena— también son poderosos. Es un poeta de talla, como sus compatriotas Czeslaw Milosz y Wislawa Szymborska. Hago una selección breve e injusta de dos libros: Poemas escogidos (PE, traducción de Elzbieta Bortkiewicz, Pre- Textos) y Antenas (A, traducción de Xavier Farré, Acantilado) a manera de invitación a buscar sus libros y leerlos despacio. A releerlos. Como dice uno de los versos suyos que más me gustan, en los libros de Zagajewski "la poesía acecha".

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Me gustaba imaginarme tus andanzas
por los montes de la poesía, la búsqueda de aquel lugar
donde el silencio de pronto estalla en habla.
(PE)

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Habla más suave: eres mayor que aquel
que fuiste tanto tiempo; eres mayor
que tú mismo y sigues sin saber
qué es la ausencia, el oro, la poesía.
(PE)

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Justo bajo el muro, donde crecen los negros hierbajos, se escondió la oscuridad.
Hay quietud absoluta. Los cabellos del mundo crecen.
(PE)

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Alaba al mundo herido
y la pluma gris perdida por un mirlo,
y la luz delicada que vaga y desaparece
y regresa.
(PE)

entrar en los subterráneos de tu metro,
donde Perséfone murió de añoranza, y en los
barrios pobres, donde la virtud y el delito
pasean solemnes como Laurel y Hardy,
probaré hallar las señas de la tortura y el éxtasis,
los últimos jirones de tu vocación,
a encontrar este noble canto que escapa
de unas manos infantiles hacia arriba,
como un globo, probaré a encontrar tu amor,
una fracción de tu fe.
(A)

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Murió con diecinueve años.
No sabemos si fue bella y coqueta,
o si recordaba aquellas muchachas
con gafas, secas, inteligentes,
ante las que se esconden los espejos.
(A)

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… y los bolsillos
de la memoria como una chaqueta de
caza en otoño,
la periferia de una ciudad animada, un desierto
donde nada ocurre,
no hay actores famosos,
nunca aparece ni un político ni un periodista,
pero a veces en el vacío nace de repente la poesía,
y empiezas a entender que fue justo aquí donde se
detuvo tu
infancia…
(A)

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Alrededor de nosotros se extiende la prosa del mundo,
y en un ventrículo del corazón, la poesía acecha.
(PE)
UC