Número 109, agosto 2019

Poemario carcelario

Andrés Delgado



Sábato le dijo a Borges que los diccionarios debían desaparecer y Borges lo apoyó diciendo que “la lengua la hacen el pueblo y los grandes escritores, no las academias”.

Allí estaban Borges y varias de sus obsesiones: el barrio popular y sus cuentos de cuchilleros, los libros y la biblioteca y su aversión por los académicos. La calle y el lenguaje. La barbarie y la palabra. La cárcel también gira dentro de ese círculo: la calle ardiendo en las venas de los presos, un lenguaje que burla los diccionarios y el fastidio a la formalidad.

En prisión conviven las historias y el parlache. El rollo y la jerga, el azare y el tuntún. La antropóloga Michéle Petit sostiene que “lo que determina la vida del ser humano es en gran medida el peso de las palabras, o el peso de su ausencia. Cuanto más capaz es uno de nombrar lo que vive, más apto será para vivirlo y para transformarlo”. Por eso es tan importante hablar cuando se está metido en la cárcel. Para soportar las rejas. Para afrontar el futuro. Y aun así pagando una condena poco o nada importa la literatura. Lo importante es hablar, no escribir. Sin embargo, no faltan los que se arriesgan a intentar un verso.

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Día 1

Por Restrepo

No sé si estoy aliviado o asustado…
Espero…
Esperamos…
El día me sabe a cobre de tanto morderme
la lengua
pa no insultar a este par de pendejos.
Traen acusaciones bajo el brazo, insultos
maquillados, brusquedad, condescendencia.
Y los hijueputas insisten con el “calidoso”,
“parcerín”, “amiguito”.
Yo pensaba que los lados de la ley se
expresaban distinto o que al menos un lado
era más sofisticado que el anterior.
Espero…
Esperamos…
Como no eran capaces de guardar silencio
siguieron jactándose de sus proezas,
hasta que llegaron a mi caso.
Aunque intentaban encriptar lo que decían me
doy cuenta fácilmente.
Abiertos como boca de muerto me quedaron
los ojos cuando me entero de que ella también
tejía esta patraña.
Y aunque hace rato tenía sed de llanto no me
escurrió ningún ojo.
Espero…
Esperamos…

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Ese aliñado

Por Hec

Un día me encontré con un parcero que le
dicen Cucho.
Y me dijo, Mi niño, vamos a goliar a esa
chunchurria de perro culo que me tiene picado,
se juntó con el caravana y me van a mecatiar,
dizque todos sorneros.
Y ese par de panguanas pensaron que no me
iba a dar cuenta.
Llame al ñero suyo para que le dé la pelea
picado que se cree muy mostro ese aliñado.

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Yinos pizza

Por LaPiedra

Era el mes de diciembre de 2017.
Estaba parchado en el parque con mis
compañeros de vicio,
el pecoso, el amiguito y calavera.
Amanecidos,
después de rumbiar y gastarnos la plata en
droga y licor.
Estábamos amurados, nos quedaba muy poco
les dije que robáramos un domicilio,
lo pidiéramos y lo robáramos
y luego nos abríamos del parche.
Y así fue.
Estábamos tan drogados y enguayabados.
Llamamos a “yinos pizza” que trajera una pizza
familiar para la diagonal 23 con interior 12-10.
Hablé con mis compañeros y lo hicimos.
Vino el domicilio y esperamos a que tocaran en
el apartamento.
Salimos del parque y yo lo cuñé.
El pecoso le quitó la plata y le dijimos que
se abriera,
pero calavera lo cogió y le quitó el domicilio,
la pizza, nos abrimos y seguimos farriando.

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De nuevo en la cárcel

Por LaPiedra

Por si un día me muero
y tú lees este papel
que sepas lo mucho que te quiero
aunque no te vuelva a ver.
Me dio tan duro cuando me encanaron,
venía tan bien,
haciendo mi proceso.
Iba, te visitaba, hacíamos el amor,
compartimos tantos momentos felices.
Me sentía un hombre preparado,
responsable conmigo mismo,
con mi familia estaba haciendo y pasando un
momento de mi vida extraordinario.
Estaba tan agradecido con Dios,
con la gente que tenía a mi lado,
mis compañeros de comunidad,
los directores,
tenía en mi mente otra vida.
Fue pasando el tiempo y me nombraron líder
de comunidad,
empecé a manejar disciplinas,
ayudaba a mis compañeros,
tenía algunos roces, pero no eran cosas que no
tuvieran solución.
Compartíamos diariamente, trabajando, ayudando
al habitante de calle.
Conocí a esta mujer cuando yo sacaba la basura
y cuando iba a hacer trabajos de construcción
sentía un poder que me distraía
y era ella al otro lado.
La vi una mañana, me llamó, nos dimos un beso
y empezó otra etapa de mi vida.
Pero ahora,
otra vez,
de nuevo,
de nuevo en la cárcel.

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Yo ando en otro cuento

Por Adolf

Mi niño, me grita un Tribilín en el camino.
Y al voltiar me encuentro con los muchachos de
la risa loca
tan loca como fuckin gringos.
Y me dicen: Mi niño, ahí viene el tamal volador
¿quiere meter la nariz?
Y yo le respondo:
“Como le dice Caperucita a Pinocho: Yo ando en
otro cuento,
carebachim”.

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Final del partido

Por Hugo Paco y Luis

Saliendo del estadio,
pillando severo cotejo,
y como estábamos pelados,
logramos ingresar parchados,
acompañado de Jirafa, el cerdo, y dos
parceros más.
En la portería,
el cucho que estaba de guachimán,
atalajado, aliñado,
no nos quería dejar ingresar,
qué chunchurria parce,
ya que en el partido,
un golazo del pinche,
un mostro para jugar,
estaba todo kolino, picado a loco, corrido, todo
eufórico,
después de montar el tales,
metió dos golazos,
¡qué fiesta, ñero!
Feliz con la gata, el camellete nos saludó a las
afueras del estadio.UC

Universo Centro N°109

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