Número 109, agosto 2019

Criaturas fascinantes



Teratos
**Teratos. Museo de Ciencias Naturales de La Salle, Instituto Tecnológico Metropolitano (ITM).


 

En diversos lugares y momentos históricos, diferentes culturas como la babilonia, la sumeria, la asiria, en la Antigüedad, el Medioevo, el Renacimiento o el Siglo de las Luces, el hombre se ha sentido atraído por las malformaciones genéticas en animales y seres humanos hasta el punto de sentir fascinación y terror por las mismas.

Las mutaciones observadas en los aspectos morfológicos de un ser vivo fueron consideradas como un presagio de mala suerte, sinónimo del demonio o advertencia de una catástrofe por venir. También se han visto de manera contraria, como indicio de buena suerte o inclusive se ha llegado a pensar que estos organismos con deformaciones son la reencarnación de un dios digno de peregrinaje y culto.

Hacia el año 1000 se dio el primer reporte de unos siameses humanos vivos, es decir, tolerados por una comunidad; así mismo, el Medioevo alimentó su animalística con los denominados Bestiarios de Indias donde se describían una cantidad de animales míticos que castigaban al hombre de diversas maneras como fue el caso de la mantícora y el basilisco, entre otras bestias. De esta forma, animales fantásticos y humanos de formas extrañas nutrieron numerosas narraciones de relatos épicos y mitológicos.

Muchos de estos organismos vivientes, que hacen parte del ensayo-error de la naturaleza en su proceso evolutivo, fueron víctimas del desconocimiento y temor llegando a ser “sacrificados” por no tener la forma humana o animal que consideramos normal, o terminaron en circos de freaks, muy populares durante el siglo XIX y principios del siglo XX en Norteamérica, donde “artistas” y animales de muchas partes del mundo fueron exhibidos como maravillas de la naturaleza.

Durante el siglo XIX la humanidad trató de entender la naturaleza por medio de la razón y los sentidos. El siglo enciclopédico irrumpió en la lógica del hombre occidental y lo llevó a conformar museos donde trató de tener la materialidad de esa enciclopedia encarnada en colecciones y poder comprender el mundo natural que lo rodeaba y en el cual era necesario entender aquellos caprichos de la naturaleza de una forma racional.

Aquella fascinación por los malformados, que mezcla curiosidad, inquietud, morbo y otras sensaciones, ha perdurado a lo largo de los siglos y ha hecho posible la escritura de tratados de teratología y la conformación de colecciones y salas de exposición en diversos museos dedicados a la exhibición de monstruos que nos enfrentan con la contraparte de nuestra misma humanidad.

Al igual que durante la segunda mitad del siglo XIX, hoy en día, lo repulsivo, desconocido y extraño de la naturaleza, se ha vuelto un tema de mucho interés en culturas emergentes que ven en lo feo y grotesco una estética, la belleza de lo horrible. Aun, varios museos de historia natural de la ciudad conservan ejemplares que hicieron parte de esos gabinetes de monstruos y curiosidades. UC

Universo Centro N°109

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