EQUILIBRIO
El tipo fuma tanto en la noche como va al gimnasio en el día. Ve porno y lee poesía. Ama a su esposa y a su amante. Bebe licor pero come saludable. Se persigna con la derecha y se masturba con la izquierda. Un tipo contradictorio dicen algunos. Para otros, admirablemente equilibrado.
PASTORA
Todo empezó con un granizo en la ventana; Pastora se despertó y escuchó con atención: primero fue el ladrido de un perro entre los relámpagos que iluminaban la pieza; era Danger, el pastor alemán de la finca. Después oyó el relincho de Bonito.
Un gallo cantó tres veces. El viento zarandeaba las ramas de los árboles y silbaba por los labios negros de la tempestad.
Crepitaba leña en la cocina. Un choque de ollas y el olor a aguapanela caliente le endulzaron el corazón. Era su madre, despierta desde tan temprano. Pastora sonrió. Se liberó de la cobija y buscó a tientas, con los pies, las pantuflas en el suelo. Sentada en la cama, hizo una pausa: escuchó rodar los autos en la calle. Reconoció su habitación en el asilo de ancianos. Tomó un vaso de agua del nochero, bostezó, y luego de persignarse, se volvió a acostar.
ÁNGELA Y BÁRBARA
Ángela y Bárbara son vecinas, viven en el último piso de un edificio alto en la zona rica de la ciudad. Ángela, según Bárbara, con un esposo alcohólico y dos hijos llorones. Bárbara, asegura Ángela, en unión libre con un viejo mafioso y barrigón. Ángela es elegante, tímida y bien educada, pero... tan feíta la pobre, dice Bárbara, quien tiene el apartamento más grande, el carro más caro, el cuerpo más lindo, pero… dice Ángela, es torpe para hablar, vulgar para vestir, y en general, mañé.
Ambas odian a Penélope Rico, la modelo prepago del 302, y eso, las une tanto, que a veces toman el algo juntas.
DIRECCIÓN
La chica está parada en la estación. Llega el metro. Un hombre baja. Camina hacia ella y le pregunta por una dirección. Es cerca, responde la chica. Salen. Entran a la ciudad. Los perdemos de vista.