Hasta comienzos de los años ochenta fue frecuente la presencia de clubes y selecciones procedentes de Europa Oriental en el gramado del Atanasio Girardot. A comienzo del año, luego de las extenuantes pretemporadas de acondicionamiento físico que realizaban los equipos del otro lado de la llamada Cortina de Hierro tras el descanso decembrino, se programaban en la ciudad partidos amistosos que prometían un reparto inesperado por estas mangas. Durante la pausa de los torneos europeos por la dureza del invierno, muchos clubes emprendían giras americanas: los bajos costos en hospedaje y alimentación, y la necesidad de mantenerse en actividad permitían ver a algunos grandes desconocidos en nuestros estadios.
Para los aficionados constituía una novedad observar el fútbol de esos equipos de juego colectivo, vertical, a un toque y de gran despliegue físico. Llamaba la atención la corpulencia de los jugadores, en especial de los arqueros, su piel blanca y hasta la forma de calentar. Era un duro reto para los locales enfrentar la dinámica y fortaleza de los europeos. Más difícil aún para locutores y comentaristas la complicadísima pronunciación de aquellos apellidos llenos de consonantes.
Górnik, de Polonia; Sarajevo, Estrella Roja y Partizán, de Yugoslavia; Spartak Trnava, Bohemians y Kosice, de Checoslovaquia; Ujpesti y Ferencvaros, de Hungría; son los nombres de los clubes más importantes que pisaron el gramado del máximo coliseo de la capital paisa.
Algunos integrantes de esos planteles, que disputaron vibrantes partidos en nuestra ciudad, tuvieron años después destacadas actuaciones en torneos mundialistas y Eurocopas, defendiendo la camiseta de sus selecciones. Es el caso del delantero polaco Andrzej Szarmach que vino con el Górnik, jugó contra Medellín y Nacional, y le marcó un gol al cuadro verde en un intenso empate a dos; un par de años después, en el Mundial de Alemania 74, convirtió cinco goles: tres a Haití, uno a Argentina y uno a Italia. Cuatro años más tarde le marcó a Perú en Argentina 78 y volvió convertir en España 82 nuevamente como verdugo de Perú.
El checoslovaco (aún no se había dividido el país en República Checa y Eslovaquia) Antonin Panenka anotó uno de los goles ante el Medellín en la paliza cuatro a cero que su club, el Bohemians, le propinó al rojo de la montaña. Ese juego se realizó en febrero del 73. Tres años después, el bigotudo volante se convertiría en el gran protagonista de la final de la Eurocopa de Naciones 1976, disputada en territorio yugoslavo: tras empatar a dos goles en 120 minutos de juego ante Alemania y recurrir a la definición desde el punto penal, los checoslovacos se alzaron con el título con la impecable y sorprendente ejecución de Panenka picándole la pelota al portero germano Maier. Por primera vez en la historia de los torneos internacionales se definía desde el punto penal y un jugador se atrevía a semejante desplante. También en el Mundial de España 82, Panenka anotó contra Francia y contra Kuwait.
Por otro lado, los húngaros del campeón Ferencvaros superaron a Nacional por cuatro goles a dos en juego que tuvo como novedad el debut de los argentinos Navarro, Calics y Tito Gómez quienes serían durante varias temporadas figuras en el equipo verde.
Además de clubes también jugaron en el Atanasio seleccionados nacionales de esa Europa que intuíamos fría y filada tras el orden soviético. En gira preparatoria hacia el Mundial de Alemania 1974 pasó por nuestra ciudad la selección de Alemania Democrática. Durante su participación en el Mundial en territorio del oeste germano, su archirrival ideológico, la selección de la otra Alemania, dio una de las grandes sorpresas del torneo al derrotar por uno a cero a los liderados por el Káiser, Franz Beckenbauer. Además lograron clasificar a la segunda fase tras derrotar a Australia y empatar con Chile. En segunda ronda fueron superados por Holanda y Brasil y apenas lograron un empate ante Argentina. El público antioqueño pudo apreciar el juego recio y decidido de los germanos del este, rubios, corpulentos, de poco brillo. Más para el decatlón que para el balón.
Como parte de su preparación hacia España 82 también pasó por la ciudad la selección de la Unión Soviética con dos de sus figuras más emblemáticas: el golero Rinat Dasaev y el delantero Igor Belanov. Dasaev, digno sucesor de la Araña Negra, se fue sin goles en contra, la URSS derrotó al Medellín por uno a cero. Su destacada trayectoria le alcanzaría, luego del Mundial en España, para jugar en México 86 y en Italia 90. Belanov, por su parte, fue uno de los mejores de su equipo anotando cuatro goles en la cita mexicana.