CAÍDO DEL ZARZO
GUANTEROS, PELÓN Y OTROS FANTASMAS
Elkin Obregón S.
La Pascasia es una vieja casona que desde hace un mes alberga a una tropa de músicos, pintores, escritores y periodistas. Ellos mismos definen su nuevo hábitat: “Casa de totumo en el patio, casa vieja, casa en ciernes”. Son jóvenes, y con ganas de hacer cosas; que las hagan, y por mucho tiempo.
La Pascasia queda en la carrera Pascasio Uribe 46-46. Se ubica pues en la zona del antiguo Guanteros, que fue barrio y ya es apenas nada, y que tuvo fértil y sonada vida. Unas gotas de historia:
Termina el siglo XIX, comienza el XX; Guanteros es un barrio consolidado. Se vive, se habita, pero también cobija juergas, bohemia, bailongos no muy santos. Copio a Heriberto Zapata Cuéncar, de su libro Pelón Santamarta: “Guanteros fue el sitio predilecto para la bohemia medellinense. Poetas, músicos, escritores, cantores, cuentistas. Todo cuanto valía en este pueblo de Medellín acudía a Guanteros a tomarse sus buenos aguardientes de caña. Y en Guanteros nacieron muchos de nuestros grandes cantores populares: Juan Yepes, Pelón Santamarta, Adolfo Marín, Manuel Ruiz, más conocido como Blumen y cuántos más…”.
1902. Por allí anda otra vez Pelón, de regreso del Valle y de Bogotá. Trae canciones, unas aprendidas, otras propias. Imagina uno la escena: termina el trabajo del día (Pelón es sastre, como lo fueron otros músicos de la época), llegan colegas, se prenden candiles; vuelven a su sitio tijeras y agujas, salen a escena tiples y guitarras. Y “algo ocurre en el universo”. Vuelvo a Zapata Cuéncar: “Entonces, ¿cómo llevar una serenata, cómo celebrar con canciones alguna fiesta o reunión social si esas canciones no existían? Pues, sencillamente, había que crearlas”. Y he aquí un fenómeno que permanece en el misterio: cómo y por qué estos hombres de escasa instrucción y precarias nociones musicales se sacaron de la manga un abanico de melodías exquisitas, de una elegancia poco menos que insólita, poco o nada acorde con tales escenarios. “Flores corraloneras”, diría Borges. Pero es mucho más que eso.
No puede este cronista abandonar Guanteros sin subir unos metros (y unos años), y llegar a Niquitao, por entonces Calle de las Peruchas. Allí existió El Blumen, local donde se comía y se bebía, y que frecuentaron poetas y escritores, entre ellos el mismísimo Tomás Carrasquilla. Hijo de la dueña era Manuel Ruiz, y de allí derivó su nombre musical, Manuel Blumen, cantor de preciosa voz y uno de los compositores más refinados que dio esa tropa de empíricos, ya casi olvidados. Dejemos así la cosa. Tal vez La Pascasia se decida alguna vez a airear esos fantasmas.