Número 64, abril 2015
CAÍDO DEL ZARZO
 
Ministros sin cartera
 
Elkin Obregón S.

Presenta Televisión Española la serie El ministerio del tiempo (Marc Vigil se llama el director), auténtico regalo para quienes gustamos de perderlo en esas fantasías. Un grupo de voluntarios, reclutados de distintas épocas, viajan por el tiempo de España, deshaciendo entuertos; deben ser entuertos, dígase así, menores. No puede este ministerio cambiar la historia, pero sí ayudar un poco a que las cosas vayan por buen curso: que el joven Lope de Vega no se embarque en un navío destinado al naufragio, que un prometedor pintor Picasso firme una hoja que autorizará, cien años después, la llegada del Guernica al Reina Sofía.

La serie es compleja, los libretos elaborados, buscando una cierta lógica que suene de algún modo coherente. Los protagonistas viven situaciones que te atrapan en su delirio: Julián —estamos en el 2015— se escapa del ministerio hasta el 2012, para volver a estar con una joven a la que amó con locura, y que morirá un poco después en un accidente. Ella, por supuesto, no lo sabe; él, una vez remitido a ese año, tampoco.

En la próxima entrega, algunos de ellos viajarán a La Residencia de Estudiantes (Madrid, 1934), habitada entre otros por García Lorca, Buñuel, Dalí y hasta Pepín Bello, quien ya estuvo alguna vez en este zarzo. No sé las razones que los llevarán allá, qué entuerto deberán enderezar, pero espero saberlo, si Dios me da vida. Lunes, 7:30 p. m., canal 98. Os invito.

Y bien, me viene esto a cuento porque estoy preparando un cancionero de vejeces colombianas, e, inspirado por la serie, se me despertó el deseo de ir al Medellín de los años veinte, para oír a dos duetos legendarios (Martínez Trespalacios y Blumen Trespalacios), de los que no quedó grabación alguna. Consignaré con disimulo esas voces, en un discreto casete de los de ahora, y volveré a mi zarzo.

El problema es que no puedo contar a nadie mi aventura, por razones obvias, y debo resignarme a disfrutar a solas ese tesoro. No era mi idea, valga la verdad; no podría disfrutar así. Pensándolo bien, haré una escala en mi viaje de regreso, y le entregaré la cinta a Hernán Restrepo Duque, dos o tres años antes de su muerte. Él sabrá qué hacer.

 

Elkin Obregon

 
 
 
CODA
La sal de la tierra es un documental dirigido por Wim Wenders y Juliano Ribeiro Salgado, hijo del protagonista, el fotógrafo brasilero Sebastião Salgado. Muestra el filme las muchas andanzas de este hombre admirable, viajero impenitente, a lo largo y ancho del mundo. Su cámara constató y consignó durante muchos años momentos terribles de la crueldad humana, en África, en Asia, en Europa. Asqueado, encontró una suerte de redención en la naturaleza, y se dedica ahora a retratar paisajes semivírgenes, en imágenes de una belleza casi abrumadora. Siempre lo ha apoyado su esposa Lelia, la perfecta casada.
UC

 
blog comments powered by Disqus
Ingresar