Bombardear a Medellín
Juan Fernando Ramírez Arango
El Mundo, 5 de abril de 1988. Archivo Universidad de Antioquia.
El lunes 4 de abril de 1988 saldría al aire en el noticiero matutino de Caracol Radio, 6 a. m. 9 a. m., la entrevista que sostuvieron sus periodistas con Ed Koch, el entonces alcalde de Nueva York, conocido por ser tan adepto a las polémicas gratuitas como a las políticas duras, por lo que él mismo se tildaba de manera irónica como un “liberal with sanity”, o sea un “liberal con sentido común”, y a quien la revista Time había definido así: “Si Nueva York es un taxi, Ed Koch es su conductor: de mal genio, beligerante, dogmático, hablador, protector, franco y, posiblemente, loco. Por lo general, acelera y, a veces, conduce por la acera. Sus enemigos, según él, son estúpidos. A todos los que están al alcance de su voz, les pregunta: ¿Cómo me va? Dos de cada tres neoyorquinos le responden que bien”. La entrevista la había arreglado el alcalde electo de Bogotá, Andrés Pastrana, quien, en visita de cortesía a Nueva York, un día antes había convencido a Ed Koch para que, en 1989, realizaran en esa ciudad la primera conferencia internacional de alcaldes, que versaría sobre el tráfico de drogas y sus posibles soluciones. Y sería precisamente con una posible solución para ese problema global, acaso la más intransigente, que finalizaría Ed Koch su primera respuesta a la larga entrevista de nueve preguntas radiada por Caracol: “Si ustedes nos solicitan que les prestemos personal militar para bombardear a los narcotraficantes de la droga, yo estaría dispuesto a decir que sí. Si ustedes nos piden que les enviemos tanques de guerra para invadir a esa ciudad, ¿cómo es que se llama…? Medellín, yo diría también que sí”. Al día siguiente, martes 5 de abril de 1988, haciendo énfasis en esa explosiva respuesta, tanto El Mundo como El Tiempo publicarían la transcripción de la entrevista bajo estos titulares: “Estoy de acuerdo con bombardear a Medellín” y “Apoyaría invasión de E.U. a Medellín” respectivamente. Titulares que pasarían inadvertidos en ambas portadas, porque estas y las del resto de periódicos del país se las robaba la masacre de Mejor Esquina, en Córdoba, la primera cometida por los paramilitares comandados por alias Rambo, o sea por Fidel Castaño, en la región Caribe colombiana, dejando un saldo de 28 campesinos muertos.
Un día después, el miércoles 6 de abril de 1988, El Espectador, en una noticia titulada “Lo de bombardear a Medellín es algo folclórico”, recogería las palabras del alcalde de Medellín, William Jaramillo Gómez, con respecto a las de Koch: “Creo que aquello hace parte del folclor de la campaña electoral del señor Koch para su reelección como alcalde de Nueva York. Él siempre ha sido bastante lengüisuelto y en esta ocasión se tomó atribuciones que son competencia del presidente de la república, muy posiblemente por la situación que tiene en Nueva York en relación con el consumo de droga, porque tal como lo dijo la revista Time hace varias semanas, la batalla contra el consumo se está perdiendo particularmente en esa capital, en donde el sitio denominado ‘Jamaica’ se ha convertido en el mayor dolor de cabeza de Koch. Lo demás es puro folclor”.
A propósito de Time, como si el narcotráfico hubiera hermanado a ambas capitales, la del mundo y la de Antioquia, curiosamente quince días antes, el 21 de marzo de 1988, esa revista también se había ocupado de Medellín en un artículo titulado “Welcome to Medellin, coke capital of the world”. Allí, entre otras cosas, se decía lo siguiente: “Conocida localmente como la ciudad de la eterna primavera por su suave clima de montaña, se ha convertido en la ciudad de la eterna violencia, con más de 3000 personas asesinadas el año pasado, y una tasa de homicidios unas cinco veces superior a la de Nueva York y, probablemente, la más alta del mundo… Medellín es tan peligrosa que el consulado de los Estados Unidos fue cerrado en 1981 por razones de seguridad. La DEA, por su parte, retiró a sus empleados en 1984, y hace dos meses el Departamento de Estado lanzó un aviso advirtiendo a los estadounidenses no visitar esa ciudad”. Aviso que saldría a la luz inmediatamente después del magnicidio del procurador Carlos Mauro Hoyos, quien, tras haber sido secuestrado en el aeropuerto José María Córdova, sería asesinado de tres disparos por alias Popeye en una finca del oriente antioqueño. Hoyos había emitido días antes una orden de investigación sobre la liberación de Jorge Luis Ochoa, que, por un recurso de habeas corpus, había recuperado su libertad después de pasar 27 días a la sombra, en los que estuvo respaldado por la siguiente amenaza del cartel de Medellín que publicaría, por ejemplo, El Colombiano: “Si extraditan a Jorge Luis Ochoa declararemos la guerra total y absoluta contra los líderes políticos del país. Ejecutaremos a los principales jefes de los partidos políticos”. “Esa liberación repentina —escribiría Time en su artículo sobre Medellín— enfureció a la Administración Reagan”. Y también había enfurecido a Ed Koch, y así lo haría saber en la referida entrevista con Caracol Radio: “Lo que más me desagradó, lo que más me molestó, fue cuando su sistema judicial permitió la salida de la cárcel de uno de los mayores traficantes de drogas, cuando nosotros les habíamos pedido que lo extraditaran”. Lo había molestado tanto que, días después de que Time sacara a la luz su artículo sobre Medellín, declarándola la capital mundial de la coca, Ed Koch publicaría en The New York Times una página, pagada de su bolsillo, contra Colombia, pidiendo que se cortara la ayuda de Estados Unidos a ese país. ¿Cuánto le costó esa publicación? Le preguntaron los periodistas de Caracol Radio. “Once mil dólares”, respondería Koch.
El Espectador, 7 de abril de 1988.
Archivo
Universidad de Antioquia.
Un día después, el jueves 7 de abril de 1988, Al Donado, caricaturista de El Espectador, transformaría las palabras del alcalde de Medellín con respecto a las de Ed Koch, a saber, “Lo de bombardear a Medellín es puro folclor”, en una especie de meme, en el que Koch aparece de ruana y sombrero sosteniendo una bomba típica de historieta mientras exclama: “Pongo las bombas y me los pongo de ruana”. Además, el pie de meme, jugando con el heterónimo de la bacteria que causa la tuberculosis y su homónimo vacilar, o sea minimizando el asunto, restándole importancia a las declaraciones del alcalde de Nueva York, sería “El bacilo de Koch”.
Ese mismo jueves 7 de abril, en su tradicional sección de opinión “Ecos y comentarios”, bajo el irónico título “La genial propuesta de Koch”, El Colombiano por fin se ocuparía del tema: “Otra vez habló el alcalde Koch de Nueva York. Lo había hecho para pedir que se cortara toda ayuda económica a Colombia. Ahora lo hace para ofrecer bombas para lanzarlas sobre Medellín. Pero si somos más lógicos que políticos, porque él está siendo político y lo que busca es perpetuarse en la alcaldía de la ciudad de los rascacielos, deberíamos pedir que las bombas se lanzaran más bien sobre los consumidores que viven en varias urbes norteamericanas, especialmente en Nueva York, la capital del crac y de muchas otras cosas… Nueva York no es un dechado de virtudes. Hay mucha gente buena, como también la hay en Medellín, pero abundan los vicios y la criminalidad. Una bombita eliminaría no solo a los drogadictos y borrachitos sino a los homosexuales, al propio alcalde Koch, a los usureros, a los lavadores y atracadores”. Luego de destilar su inveterada homofobia, El Colombiano, en la siguiente página, la 5A, le daría continuidad a la anterior opinión a través de una caricatura firmada por Ricky, en donde una Estatua de la Libertad poseída por el espíritu de Ed Koch, además de estar fumándose un bazuco, difiere en dos simbolismos con respecto a la original: en lugar de la tablilla de las leyes que tiene grabada la fecha de la firma de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, sostiene una que dice “Imperio del sida”, y en lugar de la antorcha encendida que remite al Siglo de las Luces, está soltando una bomba atómica sobre el Edificio Coltejer, corazón visible de Medellín.
El Colombiano, 7 de abril de 1988. Archivo Universidad de Antioquia.
Un día después, el viernes 8 de abril, El Mundo, en un artículo titulado “¿Y al alcalde de Nueva York quién lo ronda?”, remarcaría estas palabras: “Cuando el alcalde Ed Koch, entre la ignorancia y la fanfarronada, habla de invadir y bombardear a Medellín, tal vez olvida que el crimen organizado neoyorquino ha extendido su poder de decisión a importantes sectores de los 200 mil millones de dólares que mueve esa megaeconomía urbana. Se estima que la mafia controla directamente un 15% de la actividad económica, porcentaje que bien podría duplicarse si se agregan los negocios indirectos”.
Dos días después, el domingo 10 de abril, El Colombiano volvería a la carga a través de una columna satírica de Jaime Jaramillo Panesso titulada “Loco: ¡bombardear a Medellín!”: “…El señor Koch habla tamaña barbaridad porque no conoce a los colombianos y menos a los antioqueños. Ni mancos que fuéramos… ¿Se imaginan ustedes al posudo alcalde de Nueva York desembarcando de un portaviones por los lados de Turbo, con las botas puestas y su R-15, con un enorme estandarte a sus espaldas proclamando su cruzada conquistadora en nombre de la iglesia presbiteriana o de alguna secta mormona, dando declaraciones para la CBS? ¿Se imaginan ustedes al gordito ese con su morral lleno de agente naranja descendiendo en paracaídas sobre el Barrio Antioquia, o sobre El Poblado, dizque presto a fumigar todos los solares y jardines de la prestante comuna? Quizás los vientos le hagan perder precisión en el salto y caiga entonces por los lados del parque de Envigado, en donde, después de un emocionante grito a lo Tarzán, tome posesión en nombre de su majestad Ronald Reagan. Bastaría que le salga el espanto de Fernando González para que el paranoico señor Koch corra por la Loma del Chocho y allí lo rescate un helicóptero. Antes de alejarse bien podría la ciudadanía de ese municipio regalarle un bareto para que vuele bien alto”.
Finalmente, al día siguiente, lunes 11 de abril, El Colombiano cerraría el asunto en sus páginas para siempre con una columna de Miguel Zapata titulada “El gringo feo”: “Ed Koch, alcalde de Nueva York, sería prototipo para un libro que años atrás interesó al continente. Se llama El Gringo Feo. Es la crítica a ciertos personajes antipáticos de Estados Unidos que suelen complacerse asustando latinoamericanos. Parecen del barro de Teodoro Roosevelt, el que auspició el movimiento separatista de Panamá… Los Estados Unidos fueron más generosos con sus enemigos de hace medio siglo que con países que estuvieron a su lado. El plan Marshall permitió que Alemania e Italia se repusieran de modo que actualmente tienen postrado al mismísimo dólar. La actividad de MacArthur culminó dando a los súbditos de Hirohito el poder terrenal en proporción igual al que tenían en lo espiritual. A los países suramericanos, en cambio, les exige sumisión sin recompensa. Es la actitud actual frente a Colombia”.
Posdata 1: Lo que no sabía Ed Koch es que Medellín a la sazón ya estaba siendo bombardeada. Ese abril de 1988, por ejemplo, explotarían once bombas en esa ciudad, incluyendo una contra una sinagoga en El Poblado, otra contra la sede del Hare Krishna y una más contra el Colombo Americano. Y en general, desde el 13 de enero de 1988, día de la bomba contra el edificio Mónaco que iniciaría la guerra abierta entre los carteles de Medellín y Cali, hasta el 2 de diciembre de 1993, cuando sería abatido Pablo Escobar, en la capital de la eterna primavera explotarían 184 bombas.
Posdata 2: Un año después, en abril de 1989, en “Company Town”, polémico artículo de la revista Rolling Stone que sería amenazado de demanda por Juan Gómez Martínez, por entonces alcalde de Medellín, se informaría que la mafia de esa ciudad no se había cruzado de brazos ante las amenazas de Ed Koch: “En Nueva York, en octubre pasado, los agentes de la DEA arrestaron a tres sicarios, presuntamente en una misión de asesinato contra el alcalde Ed Koch. Posteriormente, se dijo que otro nombre en la lista negra del cartel de Medellín era el del gobernador Mario Cuomo, quien, como Koch, había llamado la atención prometiendo ser duro con los traficantes de drogas. Parece que los métodos que han tenido tanto éxito en Medellín ahora se están exportando a todo el mundo”. Meses más tarde, finalizando ese 1989, Ed Koch fracasaría en su intento de ser elegido por cuarta vez alcalde de Nueva York, al ser derrotado en las primarias demócratas por David Dinkins.
Posdata 3: Veintitrés años después, en enero de 2012, en una columna de Semana titulada “Otra vez la farsa”, Antonio Caballero recordaría el tema de bombardear a Medellín gracias a un tuit de Álvaro Uribe en el que proponía que bombardearan a las bandas criminales: “La sugerencia de Uribe recuerda la que hizo hace veinte años el alcalde de Nueva York, Ed Koch: un bombardeo de alfombra que redujera a cenizas la ciudad de Medellín para acabar así con el cartel del mismo nombre y matar a su jefe, Pablo Escobar, con lo cual se acabaría el narcotráfico. Tanto Koch en sus tiempos como Uribe ahora parecen ignorar que el negocio del narcotráfico es eso: un negocio. No depende de la actividad de un hombre como Escobar o de un grupo como los Urabeños, sino de las condiciones del mercado: de la inmensa demanda universal que genera ganancias descomunales para la oferta, concentrada en unos pocos países tropicales productores de la droga, en este caso de la cocaína. Ignorancia inexcusable en quien fue alcalde de Nueva York, que es la primera consumidora de drogas del mundo, y en quien fue presidente de Colombia, que es el primer país productor”.
Posdata 4: Un año después, el 2 de febrero de 2013, El Tiempo anunciaría la muerte de Ed Koch reproduciendo el siguiente obituario de Reuters: “El exalcalde de Nueva York, Ed Koch, murió a los 88 años por una falla cardíaca. Fue elogiado porque en los 70, durante su primer mandato, sacó a la ciudad de la ruina fiscal. En Colombia, por su parte, es recordado por proponer bombardear a Medellín para acabar con el narcotráfico”.