Material delicado
Encerrar la realidad en una imagen fotográfica ha resultado novedoso en todas las épocas. Hoy lo hacemos digitalmente, pero ¿cómo se hacía en el siglo XIX? Las técnicas y las cámaras han avanzado en el tiempo, y en esta ocasión queremos mostrar soportes fotográficos muy antiguos: negativos en vidrio de bromuro de plata, que se conservan en el Archivo Fotográfico de la Biblioteca Pública Piloto. Fueron creados en 1871 por el fotógrafo británico Richard Leach Maddox, y fue un adelanto que solucionó un inconveniente anterior, en el que las placas sensibles a la luz debían mantenerse húmedas hasta el momento de ser reveladas, lo cual volvía el proceso de tomar una foto muy artesanal y complicado. Por eso los negativos en vidrio fueron llamados “placas secas”, y abrieron por primera vez la puerta para la producción industrial y seriada de material fotográfico. Estos negativos debían abrirse en un cuarto oscuro, por lo que eran empacados en cajas que los protegían del contacto con cualquier tipo de luz. Los fabricantes más reconocidos estaban en Francia y los Estados Unidos, tales como A. Lumière & Ses Fils y Hammer Dry Plate Company, cuyos productos llegaron por miles a Medellín. Lo realmente sorprendente no es el alcance del envío, sino la supervivencia. No olvidemos que estamos hablando de vidrio. Imaginemos el trajín en barco, el viaje en mula para entrar en la Villa de la Candelaria y el zarandeo entre los baúles: todo eso era más de lo que un letrero de “frágil” podía soportar. Pero así llegaron, en contra de todo pronóstico, y se quedaron para guardar pedazos de una ciudad que apenas despertaba a la modernidad.
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