Número 87, junio 2017

Siete fechas para una fecha
Gustavo Gómez Córdoba

Beatles

Abril 20, 2011
El Sargento Pimienta, de civil, baja de la camioneta blindada que lo trae a la base antinarcóticos de la policía, en El Dorado. Cero requisas para el “militar” de parte del grupo de uniformados que lo espera junto al Gulfstream privado. Ya montado en el avión, le recuerdan que no dijo gracias al oficial encargado de cuidarlo en Colombia. Desabrocha el cinturón y se acerca a la puerta para invitar a subir al general Luis Eduardo Martínez, comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá. Martínez le regala un parche con la bandera de Colombia y, luego de un par de fotos y palabras, adiós. El sargento se despide del general y de Colombia.

Abril 20, 1967
En la consola del estudio tres de EMI, en Abbey Road, trabajan en la mezcla estéreo de la versión reprise de la canción central del álbum Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band (SPLHCB); mientras en el estudio dos se graba Only a northern song, que George Harrison había escrito especialmente para el álbum en el que no clasificó. El sargento McCartney, comandante en jefe del loco proyecto de que los Beatles encarnen a una banda imaginaria, la dio de baja por sugerencia de Harrison. Muy débil para estar en el SPLHCB, fue el parte oficial. La pieza, que terminaría siendo un trozo de ese Frankenstein que fue la banda sonora de la película Yellow Submarine, era una crítica a Northern Songs Ltd. Más allá de su pomposo nombre, esta compañía encargada de publicar la música de los Beatles desde febrero 22 de 1963 tenía en realidad la tarea de esquilmarlos.

Febrero 22, 1963
El mismo en día en que se firman los papeles para que nazca Northern Songs Ltd., esa especie de Sayco Beatle (¿Sayco o psycho?) que durante años les pagó una miseria por sus canciones, ellos tocan en el Oasis Club, de Manchester. En Manchesterbeat, página de internet dedicada a mantener tibio el recuerdo del sonido sesentero de la ciudad, Louis Murray recuerda cómo fue verlos esa noche: un sitio a reventar en el que, mientras sonaban las notas de Love me do, la gente sabía que esos tipejos iban a ser muy grandes. Como no sucedería jamás en los conciertos de los Beatles, el público, educado y atento, escuchaba la música sin gritería de por medio. “Recuerdo a Paul McCartney”, dice Murray, “sentado en el escenario después de la presentación firmando autógrafos. Creo que me dio uno, pero nunca supe qué lo hice”. La firma de McCartney está entre las más apetecidas del mundo. Una recién estampada puede costar alrededor de cinco mil dólares. Aún suele dar autógrafos, cosa que no hizo Ringo Starr el 6 de marzo de 2015.

Marzo 6, 2015
Es el día del primer concierto de Ringo Starr en Colombia, en el outlet de Bima, a medio camino entre Bogotá y Chía. El sitio está repleto de fanáticos, pero no tantos como se esperaba, así que la carpa ha perdido unos metros de la parte trasera para que no haya sensación de vacío. Ringo no hace en taquilla los milagros que aún logra san (sir) Mc- Cartney. Nueve personas cuentan con el privilegio de un meet & greet, como se conoce en el mundo del espectáculo a la posibilidad de que, tras bambalinas, algunos parroquianos conozcan a los artistas. Los nueve bendecidos son arriados por el cuerpo de seguridad, conformado por una especie de perros de presa que ven en cada fan a un asesino potencial. La gente solo quiere una foto y un autógrafo, que es exactamente lo que pensó John Lennon quería Mark David Chapman el 8 de diciembre de 1980. Ringo nunca lo olvida. Anuncian que ya viene el baterista. Pelando colmillos, los guardaespaldas organizan a los nueve privilegiados en línea y alguien explica en tono de regaño que a Ringo no se le puede dar la mano, ni tocar, ni pedirle autógrafos, ni nada de nada; apenas respirar a su lado. Ringo, como Lucy, está en el cielo con diamantes. Abren una puerta y sale. Sus asistentes lo ubican en la mitad de la línea, se toma la única foto oficial permitida y se va tan rápido como llegó. Nunca supo, ni le importaría si se lo contaran, que justo a su izquierda estaba el hijo de Billy Pontoni, gran estrella de los sesenta que editó su primer álbum cuando arrancaba marzo de 1968.

Marzo, 1968
Está en el mercado el debut discográfico de Billy Pontoni, que lo muestra en carátula con tremenda sonrisa y, aparte del pelo liso, físicamente muy parecido a como luce hoy su hijo, Andrés Ospina. El milagro discográfico que tanto esperaba Pontoni lo hace Arturo Guerra Madrigal, gerente de Discos Orbe. El disco incluye cuatro canciones y se titula Romántico, Hippie y Sicodélico, nombre que debió sugerir alguien inmerso en profundas confusiones espirituales. Pontoni era un adolescente y es ahora consciente de las deficiencias de ese primigenio esfuerzo, como comenta en su página oficial: “Es poco lo que hemos avanzado en la forma de llamar las cosas, pues a una grabación de tan baja calidad sonora entonces se le decía disco compacto, y ahora a una producción digital de alta tecnología se le llama compact disc, que es lo mismo”. El primer CD de los Beatles tardaría casi veinte años en ver la luz pública (“…it was twenty years ago today, Sgt. Pepper taught the band to play…”).

Febrero 26, 1987
Los cuatro primeros álbumes de los Beatles en CD llegan a tiendas. Con sorpresa, la prensa descubre que las versiones de Please please me, With the Beatles, A hard day’s night y For sale son monofónicas. ¿El más sofisticado formato del momento no presenta a los Beatles en estéreo? George Martin, antiguo productor del grupo, es el responsable de un sacrilegio que no lo es tanto. Cuando los Beatles comenzaron a grabar, los equipos caseros y los discos eran por lo general monofónicos. Del estéreo disfrutaba una diminuta parte del mercado, por lo que los propios Beatles supervisaban las mezclas monofónicas y solían no preocuparse de las estéreo, que se hacían para satisfacer a esa minoría próxima de ser mayoría. La esencia Beatle en sus primeros años es mono. Sus discos, además, eran presentados de manera diferente en América, tanto en contenidos como en carátulas. De hecho, SPLHCB es el primer álbum Beatle que es idéntico a ambos lados del Atlántico. Estados Unidos lo publica el 2 de junio, un día después del Reino Unido.

Junio 1, 1967*
El SPLHCB ha nacido. Es producto de un juego macartniano: crear una banda inexistente para darse todos el lujo de componer y cantar sin las presiones de ser los todopoderosos Beatles. Eso jamás sucedió. Primero, porque todo el mundo sabía que la Banda de Corazones Solitarios del Sargento Pimienta eran los Beatles. Y, segundo, porque McCartney comenzaba a exhibir cierta tendencia a imponerse y orientar el trabajo de sus compañeros, lo que solo lograría acelerar un proceso de disolución que ya flotaba en el aire. El sargento da órdenes para salvar a un ejército que se disuelve precisamente por sus dotes de mando dentro y fuera de los estudios de grabación.

Coda: El 7 de noviembre de 1967, mientras George Martin mezcla canciones del Magical Mystery Tour, una noticia pasa inadvertida en Medellín: después de su debut con Ana Isabel (octubre 31, 1966), los productores Gustavo Gómez y María Victoria Córdoba, editan su segundo y último título, Gustavo Ernesto, que, como el SPLHCB, cumple este año cincuenta y espera algún día contar con pelos y señales la historia de Carlos Villa, el único colombiano que tocó con los Beatles.UC

 

*Algunos expertos, como Allen J. Wiener, sostienen que el SPLHCB se publicó en el Reino Unido el 26 de mayo, pero que una errónea tradición celebra la fecha el primero de junio. Detalle: las ediciones conmemorativas de 2017 se pusieron a la venta el 26 de mayo.

 
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