La camiseta de Antioquia comenzaba a adquirir las características de las casacas de los soldados y las insignias de los místicos. El regionalismo empujaba y el himno antioqueño parecía no ser suficiente para acompañar los viajes en bus y el olor a linimento en los camerinos. Alguna vez a Lagoueyte lo echaron del hotel ABC en Bogotá, llegando con una selección de atletismo, por decir en la recepción que venía de la “República de Antioquia”. Entonces comenzaron los cantos menores: “Venimos de Medellín y venimos a jugar / y si acaso les ganamos, no se vayan a enojar / vamos Antioquia a ganar, vamos, vamos a ganar…”. Ese fue un ensayo que quedó solo en el recuerdo del Ricardo Lagoueyte, pero en 1970 se comenzó a entonar – a gritar es más preciso–, por las diferentes selecciones Antioquia, una tonadilla que se convirtió en himno de batalla, en canto inspirador, en una clave para el ánimo de los elegidos. Bella ciao, el canto partisano que de los soldados italianos de la resistencia pasó al nazismo, terminó convertido en canción de vestuario y tribuna para la selección Antioquia. Lagoueyte fue el “compositor”, y en ese hecho se entiende su vena de soldado y humorista, de motivador y capitán de vestuario. De modo que las estrofas del canto partisano:
Una mañana me desperté.
Bella ciao, bella ciao, bella ciao, ciao, ciao
Una mañana me desperté
Y encontré al invasor.
¡Oh! Partisano, llévame contigo.
Adiós bella, adiós bella, adiós bella, adiós, adiós.
¡Oh! Partisano, llévame contigo
Porque me siento morir.
Y si yo muero de partisano.
Adiós bella, adiós bella, adiós bella, adiós, adiós.
Y si yo muero de partisano
Tú me debes enterrar.
Se convirtieron en “La chaua”, una traducción similar
a la de Lagoueyte por Laguay.
Soy antioqueño... toda la vida...
Ah, de la chaua, de la chaua, de la chau chau chau.
Soy antioqueño, toda la vida…
y por Antioquia he de morir.
Soy antioqueño, toda la vida…
y por Antioquia he de morir...
Y con los pases y con los goles.
Ah, de la chaua, de la chaua, de la chau chau chau.
Y con los pases y con los goles
siempre el triunfo obtendré.
Y con espacios y con deseos.
Ah, de la chaua, de la chaua, de la chau chau chau.
y con espacios y con deseos
siempre a (nombre del rival) yo venceré.
Cuando le preguntaban por algunos nombres inolvidables que pasaron por sus mañas, Lagoueyte recordaba un medio campo con Arley Rodríguez (tío de James), Néider Morantes, Juan Guillermo Villa (quien murió asesinado) y Gerardo Bedoya, en una selección que dirigió Luis Fernando Montoya. Y tal vez la lista del onceno titular que dictó hace unos años, sea la selección Antioquia ideal más cierta y más inspiradora: Rene en el arco, Gildardo y Chonto marcando las puntas, Andrés Escobar e Iván Ramiro como pareja de centrales, Leonel y Chicho Serna cuidando el medio, Néider Morantes y Hernán Darío Herrera armando desde adelante del círculo central, Carlos Andrés Vásquez (goleador histórico de la selección) y Ponciano Castro en el ataque. Para el banco también dejó lo suyo: Bedoya, Diego Osorio, Arley Rodríguez, Víctor Aristizábal y Juan Pablo Ángel.
La Chaua, que comenzó a sonar en los setenta en la
voz de la selección femenina de voleibol, que parecía solo el estribillo escolar compuesto por un profesor fuerte y bullanguero, se sigue cantando en la ruta del camerino a la cancha, se entona con el sentimiento de siempre, hace que los profesionales en ciernes sientan que representan una tierra, que todavía hay unos colores más importantes que el resplandor de los últimos guayos Nike, que una hinchada los mira y una historia los vigila. Profe ciao.
Adaptación de "Vitrina de la primeras copas" del
libro De ida y vuelta. 85 años de historias.
Liga Antioqueña de Fútbol