Hay lectores juiciosos del diccionario. No se conforman con las novelas, los cuentos, los discursos, los poemas, los clasificados de prensa. Quieren palabras sueltas. Son científicos, buscan especies, salvan expresiones, retratan vejeces, descubren especímenes. Algunos se han acercado a nosotros para entregarnos cada tanto una colección de voces que merecen la pequeña vitrina del museo olvidado.
Estaremos haciendo entregas periódicas de palabrejas recónditas para que nuestros lectores las puedan admirar, escribir y hasta gritar cuando sea necesario. En este museo las piezas de exhibición se pueden manosear y hasta usar como insulto audaz y riguroso. Comenzamos con una colección para deleitar a los pocalucha, para divertir a los buenavida y dar algo de mascar a los gorrones. Todo muy corto, no esperamos grandes esfuerzos.