Número 43, Marzo 2013
EL ARMARIO
 
Prótesis
 
Raúl Trujillo.

 
Hace mucho fueron los modelos los que fueron moda. Luego las modas con sus top models las que fueron moda. Hoy, en los tiempos mundializados y comunicados de la era digital, tendríamos que concluir que son los modos —sí, como en modus operandi: maneras de proceder o modos de operar— los que marcan nuestras nuevas tendencias. Ya no se limitan al campo estético de la indumentaria y sus estilos, ahora se reflejan en nuestra cotidianidad con ritos, gestos, actitudes y glamures que evidencian una transformación cultural.

Cuando hablamos de prótesis pensamos de inmediato en alta tecnología, pero el yoga fue la primera tech y hasta hoy solo requiere de nuestros cuerpos y perseverancia para lograr maravillosos resultados. Según Wiki, “tecnología es el conjunto de conocimientos técnicos, ordenados científicamente, que permiten diseñar y crear bienes o servicios que facilitan la adaptación al medio ambiente y satisfacer tanto las necesidades esenciales como los deseos de la humanidad”. Si ampliamos nuestra mirada a esta definición, además del yoga tendríamos varias tecnologías por revisar. Qué tan valioso fue el caldero, ni qué decir de las primeras herramientas, cómo alteraron nuestra homínida cotidianidad el arco o el arado. Entonces, ¿cuáles son nuestras nuevas tecnologías? ¿Cuáles nuestras herramientas contemporáneas? ¿Por qué hablamos de prótesis y glamures?

Puedo imaginar un poco lo que a su mente viene, querido lector, cuando ponemos como referencia de este Armario los prodigios de la silicona en un opulento escote remarcado en animal print. Pero no, nuestra columna versa sobre lo que la chica tiene entre sus manos, así en el futuro genere mucha gracia entre nuestros nietos recordar que a principios del tercer milenio se imponía el uso de silicona —gel de silicio— para transformar los cuerpos en boomers sexuales, como si viviésemos en la era de las cavernas y tuviéramos que luchar unos contra otros por reproducirnos; esta posiblemente sea la puerta de ingreso a las alucinantes tecnologías de comunicación que nos harán, en menos de dos décadas, cyborgs interconectados por sinapsis en una mente global, entre poderosos procesadores neuro-tecno-biológicos que ya se desarrollan a partir de tejidos de silicio; redes y tejidos solo comparables con las complejas moléculas de carbono que mantienen la vida en la tierra.

Recuerdo cuando en el año 91, estando por primera vez fuera de mi hermosa Bella Villa, me encontré solo en el inmenso aeropuerto de París buscando información. Con mis pocas lecciones de francés comprendía que la flecha señalaba a un robusto tótem-falo con una pantalla sin ninguna instrucción. Como en la premonitoria y genial 2001 de Kubrick, el objeto impecablemente sellado en acero pulido y lustroso, exhibía una pantalla negra y nada más. Mucho me habían advertido mis amigos viajeros de las mil formas de vaciar un sanitario en el viejo continente. Cadenas, pedales, botones, palancas, sensores infrarrojos, y hasta el rupestre “tiro al blanco para encholar” de las letrinas de las estaciones de tren en Italia, pero nada se podía comparar con aquella sensación de brutal ignorancia por no saber interactuar con el falo informático de primera generación. Gracias doy a un niño juguetón que con su manito apoyada sobre la pantalla activó el aparato y me dejó entrar en la era touch screen... De ahí en más nada volvió a ser igual: había llegado la era digital. Los cajeros electrónicos fueron casi los primeros aparatos con esa nueva interfaz y su modo casi increíble y amigable de accionar. Fue con los Iphone que hace apenas unos cinco años se popularizó el glamur de pasar las manos sobre las pantallas como haciendo pases de magia y resulta hoy común en las citys —léase centros administrativos y financieros de las megápolis planetarias— ver deambular como zombis tecnológicos a los interconectados y alienados humanos con sus dispositivos móviles de interactividad.

Vivimos el boom de las redes sociales on-line. Según Lee Rainie y Barry Wellman en su texto Networked: el nuevo sistema operativo social, en menos de una década hemos dado un salto cuántico al “individualismo en red”. Es entre nosotros donde esa dicha convive con la de aquellos que cantan a las estrellas en las playas y navegan ríos en chalupas de madera y juncos, lanzando su red al amanecer. Sé de muchos que compran el aparato más vistoso de temporada pero no conocen ni pagarían las prácticas y personalizadas aplicaciones. Lo usan por estatus, como sucedía cuarenta años atrás con el primer reproductor de video. Otros se divierten cambiando de fundas a sus celulares cuando está de moda tener un perfil en Facebook, así no haya algo que compartir y nada interesante para contar.UC

 

 


 
 
 
 
 
 
 

Prótesis

blog comments powered by Disqus
Ingresar