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     Número 41 - Diciembre de 2012


RAYADURA ALZHEIMER
666 o el fin del mundo según
Aphrodite’s Child
José Gabriel Baena

Por allá en La Antigüedad, en 1971, todavía podía oírse la misteriosa emisora La Voz de la Música, que había iniciado labores unos tres años antes. Digo misteriosa porque solo de vez en cuando se escuchaba al director y productor Aurelio Toro, con una voz de zombi recién salido de su tumba, recitar el lema: “Desde Envigado, cambiando el sonido de una generaciónnnn”. La Voz de la Música se especializaba en no commercials y jalones de obras que solían durar más de una hora, como la inolvidable In a gadda da vida, del grupo norteamericano Iron Butterfly, discos completos de Led Zeppelin, Jethro Tull, Frank Zappa, etc. Pero nunca nadie anunciaba lo que estaba sonando. A mediados del año mencionado irrumpió una obra de carácter épico y avasallador, de la cual pocos meses después veríamos “en vivo” los dos LP que la componían: 666 (El apocalipsis de Juan, 13/18), del grupo Aphrodite’s Child. Los dos vinilos sumaban 78 minutos redondos, sin cortes, una monstruosidad conceptual atrevida incluso para la época. Como en esos tiempos ya nebulosos no existía La Red, no había modo, queridos niños lectores, de saber algo sobre el grupo. En el cartón de los discos de vinilo solo se podían leer extraños nombres que después supimos eran griegos: Vangelis Papathanassiou en el órgano, piano, flauta, percusión, vibráfonos y voz de fondo; Demis Roussos en el bajo, coros, voz directora de sopranino castrado en algunos temas; Lucas Sideras y Silver Koulouris en los tambores, guitarras, voces corales y directoras, un sinfín de atributos. Había otra media docena de artistas, entre los cuales se destacaba la cantante y actriz griega Irene Papas, lo cual nos daba la clave del origen del grupo, Grecia la Grande. Veamos:

Irene Papas: Nacida en 1926, considerada la mejor actriz del cine griego del siglo XX, junto con Melina Mercouri. Protagonista desde 1953 de más de sesenta películas griegas e internacionales. Trabajó con los grandes directores de Hollywood cuando la palabra director importaba un pepino (o mejor medio pepino) en los créditos y en los carteles. Se especializó en interpretar a las figuras femeninas más sufridas de las tragedias del Siglo de Oro de Pericles: Antígona, Electra, Clitemnestra, Medea. Cantante, además, participó en decenas de grabaciones, básicamente de temas nacionales y del Mediterráneo.

Demi Roussos: Cantante y músico griego, nacido en Alejandría, Egipto (1946), pero llevado muy niño a la patria de sus padres. Participó como cantante de estridente voz en grupos pop juveniles y se unió en 1968 a la banda Aphrodite’s Child, cuando ya estaba Vangelis en los teclados. Habían grabado un par de LP cuando el cuarteto, radicado en Atenas, tuvo que marcharse a París amenazado por El golpe de los coroneles contra la monarquía. Entre 1970 y principios de 1971 prepararon el álbum que los llevaría al Olimpo del pop and rock, el disco que nos ocupa hoy, obra basada, como ya dijimos, en el Apocalipsis de Juan, primordialmente enfocada en los versículos que hablan de la Gran Bestia, las Siete Trompetas y los Siete Sellos: “Cualquiera que tenga inteligencia puede descifrar el número de la Bestia. Es el número de un hombre. Este número es… 666”. Esta opus monumental, dice Wikipedia, “les vale el reconocimiento de la crítica como pioneros del rock sinfónico, y la censura en algunos países debido a los supuestos mensajes satánicos y obscenos. En uno de los temas, la actriz Irene Papas grita repetidamente una frase ambigua en una mezcla de éxtasis alucinógeno y orgásmico; y el segundo vinilo concluye con la frase “do it”, “hazlo”, que fue suprimida en Estados Unidos. 666 es considerado como uno de los álbumes más influyentes de su época y todo un hito de la música conceptual alabado, entre otros, por el pintor Salvador Dalí”.

Ya establecido el fondo de sus músicos, miremos la carrera de Vangelis Papathanassiou (1943) lo más rápido posible. Es el mayor de la banda, tecladista inquieto en el piano, el órgano eléctrico y los vibráfonos, cuando apenas se estaban inventando los sintetizadores y mucha gente no daba un denario por su futuro. Quizás el temprano éxito de Aphrodite’s Child se deba al sonido misterioso y atrevido que les puso Vangelis, una verdadera marca de fábrica.

Aphrodite’s Child
  
Aphrodite’s Child
  

Después del superéxito de 666 ya nada fue igual para Vangelis, quien empezó a producir música con la velocidad de su respiración: una incontable cadena de álbumes ya instrumentales, ya en colaboración con algunos grandes del rock, música para el cine, la ópera, el teatro, eventos de multitud. Muchas veces su música no iba firmada, por ejemplo, para acompañar películas excelsas como Blade Runner, y Vangelis la lanzaba como bomba de profundidad para UCver hasta dónde llegaba su explosión. Anotemos que nos parece una curiosidad que el nombre de Vangélis –así, con una tilde en griego original– era Evángelos Odiseas, lo que podría interpretarse como el nuevo Odiseo que trae el Evangelio o el mensaje. En todo caso algo extraño o enigmático, pero tan extraño como ha sido el mundo desde el principio de los tiempos, para no ponernos con idolatrías.

Citemos algunos superéxitos de su carrera musical en diversos campos: Albedo 0.39, música cósmica, 1976. Este álbum llamó la atención de la Asociación Internacional de Astronomía, que le concedió el honor de poner su nombre al asteroide 6354; música de fondo para la serie de TV Cosmos de Carl Sagan, finales de los años 70; Carros de fuego, 1981; Elektra, 1983; Frankenstein o el moderno Prometeo, 1985; La Bella y la Bestia, 1986; Francesco, sobre la vida de San Francisco de Asís, 1989; Medea y La conquista del paraíso, 1992; Las troyanas, 2001; La Tempestad, 2002.


  

Aphrodite’s Child

Las letras de las canciones de nuestro álbum doble fueron escritas por Costas Ferris. Algunas veces citan el Apocalipsis, otras veces se convierten en canciones de amor imposible en vista de la tragedia que se cierne sobre la tierra. Escuchemos unas pocas:

Loud, loud, loud, loud

El día en que las murallas de la ciudad se derrumben, descubriendo nuestras almas desnudas, empezaremos a cantar, a gritar, a aullar, intensamente, duramente, duramente, duramente.

El día en que los caballos del circo dejen de dar vuelta en la pista, se irán a correr por los verdes valles, y nosotros cantaremos, lloraremos y gritaremos, intensamente, duramente, duramente, duramente.

El día en que los autos se apilen en montones, con sus ruedas girando en vano, nosotros correremos a lo largo de las vacías autopistas, gritando, aullando, cantando intensamente, duramente, duramente, duramente.

El día en que los muchachos dejen de convertirse en soldados y los soldados dejen de jugar juegos de guerra, nosotros cantaremos y lloraremos y gritaremos intensamente, duramente, duramente, duramente.

Vendrá el día en que todos despertaremos, oyendo el gozo, gritando de gozo, y gritando junto con los locos intensamente, duramente, duramente, duramente.

El día en que el mundo gire y se invierta de pies a cabeza, correremos juntos dando vueltas alrededor, alrededor, aullando, gritando, cantando intensamente, duramente, duramente, duramente, duramente, duramente.

Altamont

Esta es la vista que un día tuvimos de la Alta Montaña; vimos un Cordero con siete ojos, vimos una Bestia con siete cuernos, y un libro con siete sellos; siete ángeles con siete trompetas y siete cálices llenos de cólera. Estas son las imágenes de lo que era, de lo que es, de lo que vendrá. Nosotros somos el pueblo, el pueblo rodante, el pueblo del por qué, el pueblo que espera, el pueblo que desea, el pueblo del tamborcillo, el pueblo alternativo, el pueblo del ángel.UC