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     Número 36 - Julio de 2012


OTROS CENTROS
El que se enoja pierde
De capos, piratas y un zoológico en Tijuana
Alfonso Buitrago Londoño. Fotografías del autor
zoológico en Tijuana

La divergencia entre la iracundia de un capo local de ingrata recordación y la mesura del actual don de las fieras de Tijuana no altera el resultado. Algún periodista termina muerto. Con rabia o sin ella, ambos son o fueron como niños jugando a ser el capitán Garfio, villano por excelencia y convicción.

 

Nada de lo que visité en los seis días de mi estadía en Tijuana me causó un impacto tan inquietante como lo que vi y sentí en el zoológico privado de Jorge Hank Rhon. Quizás lo único comparable sea la queja estremecedora del inmigrante Anastasio Hernández: "¡Ahhh, por favor señores, ayúdenme!", que había escuchado en un video que me mostró Jorge Nieto, un periodista local. Anastasio recibió descargas eléctricas y fue golpeado por una docena de agentes de 'La migra' — patrulla fronteriza estadounidense— en el paso de San Ysidro, en la frontera entre Tijuana y San Diego, California. Murió dos días después.


En el zoológico me recibió su director operativo, el veterinario Alejandro Campos. Tenía un parche negro en el ojo izquierdo y de una de las paredes de su estrecha oficina colgaban las cabezas embalsamadas de un ñu y un venado, que eran tan grandes como los dos archivadores de cuatro cajones que había en una de las esquinas. Encima de los archivadores, de un cuerno en forma de perchero, colgaba un sombrero de vaquero. El escritorio estaba repleto de papeles y entre ellos sobresalía un adorno con plumas de avestruz y pavo real. Luego me enteré de que el doctor Campos había perdido el ojo por el zarpazo de un tigre; un pequeño recordatorio de una de las muchas fieras que ha visto morir en el zoológico de su patrón.

zoológico en Tijuana

En una ocasión el doctor recibió la orden de sacrificar un tigre de Bengala que sufría de raquitismo y dejar que el chef chino Fito Yee, el cocinero estrella de Hank, se encargara del cuerpo. Para los chinos el tigre tiene poderes sobrenaturales y concentra las energías positivas (el Yang): entusiasmo, valor, virilidad, firmeza, calor y fuego; cualidades y características de las que Hank necesita raciones diarias.

No importa que sean sus animales favoritos, Hank no tiene problema en sacrificarlos si hay una celebración que lo amerite o si su botella de tequila se queda sin "condimentos". No es mito: Hank bebe tequila aderezado con penes de tigre, preparado por Yee con herbolaria china. Y si no hay partes de tigre disponibles se lo toma con genitales de osos, serpientes o escorpiones. El ego de Hank es capaz de albergar a todo el reino animal.

Ha comido tigres, leones, gatos y zorrillos; caballos, burros y cebras; cocodrilos, víboras y serpientes de agua; perros, búfalos, antílopes, jirafas, osos y zarigüeyas. El zoológico no es un zoológico, es una despensa. Después de recorrerlo en una camioneta estilo Los Magníficos, conducida por el veterinario, y de ver una explanada seca y arenosa llena de hileras de jaulas con tigres, cebras, avestruces…, sentí que las cosas en Tijuana no andaban bien. Me parecía que si abría esa despensa saldrían en manada los quejidos de dolor de esos animales sacrificados, que los vecinos del barrio Hipódromo, donde está el zoológico, saldrían a sus ventanas y balcones y se darían cuenta de lo que allí pasaba; pero luego pensé que seguramente ya estaban acostumbrados, que ya ni siquiera se preocupaban por ellos.

Alaridos mudos, quejas enjauladas, como las que emite desde ultratumba el periodista Héctor 'El Gato' Félix Miranda desde hace 24 años, semana tras semana, a través de la página negra que publica el Semanario Zeta, vecino del sector, con la leyenda: "Jorge Hank Rhon: ¿por qué me asesinó tu guardaespaldas Antonio Vera Palestina?".

Era la segunda vez en mi vida que estaba en un zoológico privado. La primera fue a la edad de ochos años, a mediados de los ochenta, cuando me llevaron a visitar "el zoológico de Pablo".

Por esa misma época, a principios de 1985, Jorge Hank Rhon llegó a Tijuana a administrar el hipódromo de la ciudad, un negocio en decadencia, propiedad de su padre, quien se lo había regalado a su hijo más rebelde. Allí establecería Jorge Hank su zoológico, su fama y sus costumbres.

Desde su llegada, algunas de las celebraciones más importantes de Tijuana están ligadas a festejos privados de Hank. El día de reyes, una antigua tradición del pueblo donde nació —Santiago Tianguistenco, Estado de México—, hay fiesta en Tijuana; la última semana de enero, por su cumpleaños, hay fiesta en Tijuana; en febrero, cuando cumple su esposa, hay fiesta en Tijuana. Hay conciertos, corridas de toros, desfiles con camellos, elefantes, caballos, y regalos para todos.

El Hipódromo hace parte de las leyendas de la fundación de la ciudad, y desde allí uno de sus hijos predilectos y más polémicos redacta las del futuro. En el libro La liturgia del tigre blanco el periodista mexicano Daniel Salinas Basave, hace un recuento de los mitos populares: "que si el reino de las Californias fue el de las amazonas gigantes; que si la Tía Juana fue una meretriz decimonónica que regentaba un gran burdel; que si en la barra más larga del mundo se embriagó toda la armada estadounidense al retornar triunfal de la Primera Guerra Mundial; que si fue la Gomorra más grande de América con sus shows zoofílicos de burros; que si Al Capone, Rita Hayworth y Clarke Gable disfrutaron el glamur del Casino Agua Caliente; que si Charles Bukowski fue un empedernido apostador en el Hipódromo; que si Jim Morrison bailó la danza del Rey Lagarto desnudo y drogado en la calle Coahuila…".

Y con la mirada puesta en el porvenir podríamos decir: que si Hank mató al 'Gato' Félix; que si es un traficante de animales; que si tiene vínculos con narcotraficantes; que si fue buen alcalde o durante su alcaldía Tijuana vivió una de sus épocas más violentas, en la que floreció el cartel Arellano Félix; que si es un benefactor que vela por los pobres; que si se ganó a su esposa en un juego de cartas; que si le devolvió el atractivo turístico a la ciudad con sus casinos, sus fiestas con conciertos masivos y su equipo de fútbol que por primera vez ascendió a primera; que si saldrá elegido gobernador en las elecciones de 2013.

Aunque hace veinte años no hay carreras de caballos en Tijuana, al lugar donde Hank tiene el zoológico le siguen diciendo El Hipódromo, pues originariamente allí hubo uno, fundado en 1932. En un área de ochenta hectáreas, Hank tiene además un casino, un centro comercial, un estadio de fútbol, un galgódromo, una plaza de toros, unas caballerizas, una mansión, un colegio.

Tijuana

"En el trazado urbano de Tijuana —dice Salinas—, el hipódromo funciona como centro neurálgico, y, aunque en la época de fundación se ubicaba a las afueras, la insaciable expansión de la urbe acabó por dejarlo en el mismísimo corazón de la ciudad. Más que un sitio específico es toda una zona urbana, un territorio donde a menudo arde la ciudad. Partidos de los Xoloitzcuintles, mítines políticos, ferias y conciertos multitudinarios se han encargado de desquiciar el entorno. El hipódromo da nombre a una colonia residencial y a toda una zona de comercio en donde no es inusual escuchar por las noches el rugido de fieras desde el zoológico privado…".

Así como el zoológico no es un zoológico, el centro de Tijuana no es un centro. Son varios o, para ser más precisos, es una línea de varios kilómetros. Desde su fundación, hace 123 años, la ciudad ha crecido recostada a la línea fronteriza. Al otro lado, su vecina San Diego lo ha hecho a espaldas de la línea, orientando sus casas al océano Pacífico. En torno a esa raya que es a la vez trinchera surgieron sus centros —culturales, políticos y económicos—, herederos de sus mitos fundacionales.

El padre de Hank, Carlos Hank González, fue un reconocido político mexicano del PRI, gobernador del Estado de México, regente de la Ciudad de México y secretario de Turismo y Agricultura en la presidencia de Carlos Salinas de Gortari, que acuñó una famosa frase de la política mexicana: "Un político pobre es un pobre político". Él mismo fue uno de los políticos que más se enriqueció en los años en que ejerció como tal.

Fue líder del Grupo Atlacomulco, como se conoce a una camada de políticos del PRI oriundos del Estado de México que han sido todopoderosos por más de cuatro décadas. La leyenda dice que seis de ellos serían gobernadores y uno llegaría a ser presidente, y este año se cumplió: Enrique Peña Nieto fue el sexto gobernador y ahora es el presidente electo de la República de México.

El tercer hijo del llamado 'Profesor', Jorge Hank Rhon, se crió entre caballos y animales, por los que desarrolló una pasión desenfrenada. En su infancia tuvo de mascota un perro, luego un venado y después varias serpientes cascabel. En la adolescencia se aficionó a los caballos. En las haciendas de su padre comenzó a coleccionar animales. Luego coleccionaría hijos. Actualmente tiene diecinueve de cinco mujeres distintas; seis son adoptivos.

En los años ochenta inició su primer negocio, la Promotora Beta, que administraba una cadena de tiendas de mascotas. Con esa empresa llevó a México el primer animal del zoológico hankista, la ballena orca Keiko, que costó 350 mil dólares y que se hizo famosa en todo el mundo por su "papel" en la película Free Willy. También con ese negocio Hank adquirió fama de traficante de animales.

Tijuana

En 1991 la Patrulla de Caminos de California le decomisó a Blanca, un cachorro de tigresa siberiana que viajaba con él por una autopista de San Diego, y en 1997 el gobierno de Estados Unidos inició la Operación Tigre Blanco, que vinculaba a Hank con lavado de activos y vínculos con el narcotráfico, pero la investigación no llevó a nadie a la cárcel.

Pese a las sospechas, que lo acompañan hasta el día de hoy, Hank ha sido una presa muy esquiva para sus perseguidores, tal vez gracias al instinto con que lo han nutrido sus animales salvajes. Hank tiene con sus "mascotas" una relación como la de Cronos con sus hijos.

A diferencia de la Hacienda Nápoles, que es húmeda y calurosa todo el año, el zoológico de Hank está en una de las áridas colinas que forman Tijuana. Desde la ventanilla del avión se ven como olas de un desierto atravesado por un muro fronterizo que para muchos es un muelle de arribo, un salvavidas al que agarrarse, un patíbulo en que morir… como te anuncian los gritos de Anastasio y el centenar de cruces blancas pegadas de una cerca que se ve a la salida del aeropuerto.

En Tijuana, la realidad seca y dura como una pared, tiene diferentes formas. Así como el centro no es un centro, ni el hipódromo es un hipódromo, ni el zoológico es un zoológico, el muro fronterizo no es un muro. Según el punto de la ciudad en el que te encuentres es una valla, una cerca, un alambrado, "una línea", unos barrotes, unas patrullas, unos helicópteros, unas torres de vigilancia, un indocumentado de este lado, un ilegal del otro.

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Aprendiz aventajado de Tijuana y de su padre, Hank conoce bien las leyes de la frontera: siempre parecer legal y nunca enojarse. El instinto le falló a Anastasio la noche del 28 de mayo de 2010, y por resistirse a una deportación la frontera lo envió, a patadas y con descargas eléctricas, al más allá definitivo.

Cuando Pablo Escobar abandonó la política y entró a la clandestinidad, al estilo de Hank, quiso alimentarse de fauna, de la fauna política colombiana, pero al final resultó devorado. Escobar fue primario y demasiado rabioso.

Al político mexicano y al capo colombiano los criaron dos maestros de escuela. La figura que guiaba a Escobar era su madre; la que inspira a Hank es la de su padre. Escobar nació libre y pobre, el 1 de diciembre de 1949, en una barriada aledaña a Medellín, donde su madre lo animaba a conseguir plata; Hank nació rico, el 28 de enero de 1956, cautivo en una cuna de oro, siempre escoltado, con su padre meciéndolo mientras le repetía: "el que se enoja pierde".

Escobar heredó sacrificio y rabia; Hank el hedonismo como filosofía de vida. Los dos hicieron política, construyeron fama de benefactores y transformaron las costumbres del lugar donde vivieron. Los dos coleccionaron animales, pero mientras el primero sucumbió a la cacería que se montó en su contra, el segundo vive tranquilo y libre, recorriendo sus propiedades, bebiendo sus tequilas con penes y herbolaria china, escuchando el quejido incansable de sus bestias, dándole la espalda al reclamo impreso del 'Gato' Félix… diciéndose a sí mismo que nunca debe enojarse. UC

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Este texto se realizó durante el Taller de reportería e investigación en el periodismo cultural,  con Alberto Salcedo Ramos, en Tijuana, México. Seminario Nuevas Rutas para el Periodismo Cultural 2, proyecto FNPI/Conaculta/Cenart.