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Número 34 - Mayo de 2012     

Caído del zarzo
Inexistencias
Elkin Obregón S.
 

1
A los cien años de la muerte de Rafael Pombo, casi todos los elogios apuntan a sus versos infantiles. Versos que en rigor no son suyos, simplemente los tradujo del inglés, y hasta creo que por encargo. Sus versiones son estupendas, pero son eso, versiones. Por cierto, fue además un gran traductor de poetas franceses, ingleses, norteamericanos, italianos. Todo se nos queda en alabar a Simón el Bobito. En realidad se llama Simple Simon. Y así, los demás…

2
Muchos caen en eso, pero no escribió Jorge Isaacs una novela llamada La María. Se llama así, con artículo adelante, un hospital para tuberculosos en Medellín. El nombre, sospecha uno, se inspiró en la heroína de Isaacs, cuya muerte la leyenda popular atribuyó a ese mal. No lo dice el libro, sin embargo, donde no se especifica la enfermedad que consumió a la dulce judía, novia de Efraín y, en algún momento, de toda América. Me incluyo.

3
"Todo vale nada y el resto vale menos", recitan los jubilados en sus bares y cafés, al calor del anís de Legrís, citando a León de Greiff. Nunca escribió esto el cantor de Bolombolo. "Todo no vale nada si el resto vale menos", se lee en su poema Balada de la fórmula definitiva y paradojal, dedicado a Jovica y a Tisaza, compañeros panidas.

4
Otras inexistencias. Aunque se lee algo parecido, "Ladran, Sancho, señal de que cabalgamos" no aparece en el Quijote. Ni aparece "Elemental, mi querido Watson" en los relatos de Sherlock Holmes; como tampoco se describe al genial detective ataviado con la gorra de caza escocesa a cuadros que luego le han adjudicado ilustradores y cineastas. Por último, "Play it again, Sam" es frase jamás pronunciada en la mítica Casablanca, de Michael Curtiz. Se llama de ese modo una película de Herbert Ross (Sueños de un seductor, en español), protagonizada por Woody Allen, Dianne Keaton y el fantasma de Boogie.

 


Después de esas inexistencias, una existencia. Hace unos años le aposté a una amiga cinco mil pesos (de los de antes), que Borges no era el autor de esto, "Me duele una mujer en todo el cuerpo", verso tan lamentable como antiborgiano. Perdí la apuesta. Sí, Borges lo cometió. También se mueren los médicos.

CODA Hace unos días, tratando de organizar mi exigua biblioteca, me topé con El buen salvaje, de Eduardo Caballero Calderón, para mí una de las mejores novelas colombianas de todos los tiempos. Dejando a un lado las de siempre, añadiría al menos dos, tan buenas como esa: Cuatro años a bordo de mí mismo, de Eduardo Zalamea Borda, y Catalina, de Elisa Mújica. Libros memorables, que ya pocos recuerdan, y que las editoriales de hoy olvidan y olvidarán. A propósito, le oí afirmar hace poco a Álvarez Gardeazábal que Pax, de Lorenzo Marroquín, era nuestra mejor novela. No será para tanto, pero el hecho es que también me la encontré en mis anaqueles (libro heredado, y nunca leído), y me propongo echarle una ojeada, por si acaso. Seguiré informando.

UC

 

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