Alexandra Rampolla, la gordita más sexy de la televisión latinoamericana, estuvo en la Fiesta del Libro de Medellín hablando sobre educación sexual. Ahora, el asunto es que Alessandra ya no es la mujer troza de antes. Un by pass gástrico le bajó 35 kilos y la dejó con un look más comercial. Aunque algunos extrañamos su atractivo de antes, igualita a las mujeres del Baño turco, de Ingres, o a las mamacitas que pintaban durante el Renacimiento, todas repolluditas y culoncitas.
El domingo 18 de septiembre, a las 7 de la noche, la fila para verla en el salón Humboldt era larguísima. En un evento simultáneo, en el salón Linneo, se presentaría el poeta Omar Castillo con el auspicio de la revista Prometeo. El poeta Castillo salió al pasillo y miró preocupado su escasa audiencia. Desconcertado, se acercó a una de las organizadoras: ¿Y esa fila tan larga es para quién? La chica lo miró: Para ver a Alessandra, una sexóloga. ¿Sí?, dijo Castillo, ¡uy, qué envidia!— Y los que estábamos allí sentimos pesar, y casi nos salimos de la fila. Pero no, dijimos, solo por hoy, vamos a preguntarle a Alessandra cómo sosegar las solicitudes de nuestras novias en el sexo anal… Otro día, lo prometemos, iremos a poesía.
El salón estaba repleto de gente y casi no logramos puestos. Al rato, por fin apareció: Alessandra estaba delgada, con el pelo cortico y sus brillantes ojos de ardilla. De entrada no se dedicó a comentar su nuevo libro sobre educación sexual infantil, sino que dio la posibilidad para que el público participara y la conferencia se convirtió en una charla bidireccional, de preguntas y respuestas.
Una muchacha se levantó con el micrófono en la mano: mi hijo de seis años me preguntó: ¿Mamá, qué es pene? Y yo me quedé aterrada, y luego supe que, en el colegio, la profesora dijo que uno debía ser bueno para que el alma no pene. Risas en el auditorio. Otra levantó la mano: A mí me preguntó mi hija qué era porno. ¿Y qué le contestaste?, le devolvió Alessandra. Pues no, le dije que eran fotos de hombres y mujeres haciendo el amor. Sí, dijo Alessandra, los niños no tienen esa malicia que tenemos nosotros.
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Por favor, cuando hablen de sexo con sus hijos traten el tema con el mayor desapego emocional, hablen como si fuera un tema de biología, como una actividad reproductiva, pero nada de… y lo rico que se siente… es delicioso… no, nada de eso.
¿Y si el niño está creciendo en una pareja de homosexuales? Lo mismo, hay que explicarles el tema del encuentro entre hombre y mujer, porque es la única manera en que hay reproducción.
¿Y si me encierro con mi esposa y nuestro hijo comienza a preguntar qué estamos haciendo? Hay que aclararle que los adultos tienen un espacio privado y él debe aprender a respetar esos espacios.
Mi hijo tiene veinte años y a pesar de las advertencias me volvió la casa un motel. Bueno, ese es otro tema, porque es un adulto, no un niño, y si es tan adulto para saltar tus condiciones en la casa, debe ser igualmente adulto para hacer sus reglas, pero en otro lugar.
Mi hijo tiene trece años y me preguntó cuándo puede hacer el amor. Esa está difícil, porque ninguno de nosotros le ha hecho caso a los papás en ese sentido, pero lo que sí le puedes decir es que el sexo se da entre personas adultas, y eso sí, bombardéalo de información para que esté bien preparado y pueda tomar sus decisiones.
Después de la educación para niños, va la duda por la que hemos venido. Esa pregunta nunca falta en mis conferencias. La clave es preparar la relación y tener en cuenta cuatro puntos. Alessandra los va contando en la mano:
1. Lubricación. El ano no lubrica de manera natural y si no está lubricado… duele.
2. Relajación. Y hay dos tipos de relación, una consiente en la que una tiene el control del cuerpo. Pero hay otra en la que el cuerpo se manda solo, sin hacer caso, así que hay que esperar a que el cuerpo responda.
3. De poquito a más. Hay que prepararse y los juguetes anales sirven mucho para comenzar a dilatar.
4. La persona que recibe es la que tiene el control.
5. Tomarlo con calma.
Al final, los aplausos y nosotros a buscar la salida. Hablar de sexo de manera clara y sin tabú debería ser parte de nuestra cotidianidad. Programas como Sexo a lo bien, de Telemedellín, al igual que Alessandra Rampolla, se preocupan por poner en la mesa estos temas y poder así dejar atrás nuestra hipocresía parroquiana.
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