La Catedral de Villanueva
Para tratar sobre la magna obra, tuvo lugar la primera reunión el 7 de abril de 1870 (…) Desde propio momento se eligió para la construcción el lugar llamado “Plaza de Villanueva”, en el cual tenía terrenos de su propiedad el señor Tyrrel Moore, de grata memoria, quien ofreció vender lo que hiciera falta para la construcción; o sea, tierra adyacente a un lote que ya él había obsequiado a la ciudad futura, con dos fines: el de levantar un templo católico, y el de honrar la memoria del Libertador en sitio abierto que llevara el nombre de “Plaza de Bolívar”. Fueron también donantes de terreno en dicho espacio, los señores doctor Manuel Urbe y don Castor M. Jaramillo.
Lisandro Ochoa (1948)
Cosas viejas de la Villa de la Candelaria
Considere, señor mío, cómo la Catedral es lo primero que admira. Y es que en realidad nuestra Catedral de Villanueva constituye el primer orgullo de la raza. Es una obra colosal que, según los más reputados estetas, debe ser contada entre las maravillas arquitectónicas del mundo. Su inmenso tamaño hace que sea la primera mole en adobe cocido de todo el universo. La pureza del estilo románico, ajeno a toda suntuosidad, la torna a la vez tan majestuosa como severa, digna casa de Dios. La proporción acertada en todas sus partes hace que no advirtamos que es alta siendo el edificio más alto de la ciudad; ni que es grande, siendo incomparablemente mayor que cualquier otro edificio. Pero vista a distancia, como la ven ustedes, en esta altura desde donde se domina a Medellín como de ninguna otra parte, puede apreciarse cómo la Catedral de Villanueva emerge desde la entraña misma de la ciudad católica y levanta su pináculo domeñadora.
Jaime Sanín Echeverri (1948)
Una mujer de 4 en conducta