Número 65, mayo 2015

Latina Stereo ha convertido el gusto por la salsa en una especie de club, un parche sintonizado, un gran combo más allá de los combos. Para celebrar sus treinta años prepara con Universo Centro el libro de las palmeras, que será tinta y son a finales de octubre. Salsaludo a Las Plásticas.
 

Lindas, delgadas, de buen vestir
Gloria Estrada.
Fotografías: Juan Fernando Ospina - Archivo Las Plásticas

 
Salsa y sabor
 

Una noche a finales de los ochentas dos peladas de diecisiete años, bluyín y camiseta a la moda, cabello largo y copete alto, se arrojaron desde una camioneta en movimiento cuando esta mermó velocidad, a la altura del Puente de Occidente. Ayudadas por el miedo y bajo la mirada de los dos jóvenes borrachos que iban en la parte delantera del carro, corrieron cuesta abajo donde varias personas acampaban. Con el corazón en la boca, alcanzaron a decir que esos manes se las iban a robar. “¿Robar?”, “sí, nos iban a llevar quién sabe para dónde”, “¿pero no eran amigos de ustedes pues?”, “no, nos pusimos a conversar con ellos pero ya después no nos querían dejar ir”.

Diana y Cecilia se ríen al recordar que esos muchachos lindos, ajenos al paseo en el que ellas estaban, las buscaron después con linterna en el campamento, hasta que alguien con autoridad los obligó a salir. “Nos pasaron muchos cacharros y sustos como ese”, “pero, ¿por qué nos pasaban esas cosas?”, “¡por plásticas!”. Y se ríen más.

***

“Es que usted nos hubiera visto, éramos qué mamacitas, muy pintosas, ¡con unos cuerpos!”, dicen una tras otra, Dora López, Diana y Gloria Naranjo, Cecilia y Elizabeth Restrepo, representantes vigentes y activas de ‘Las Plásticas’. Pero Elizabeth es la única que mientras lo dice desfila en las puntas de los pies, arrastrando las chanclas por la sala, y metida en un pantaloncito ceñido que le llega a las rodillas y una blusa de manga sisa que resalta los gorditos en brazos, cintura y abdomen. “¡Aquí donde me ve, yo tenía mero cuerpo!”.

Han pasado más de treinta años y siguen siendo bellas pero ya no como cuando eran las niñas de doce y trece años que empezaron a parcharse con otras dos docenas de pelaítas en una manga de Belén Las Mercedes, el barrio donde nacieron, crecieron y se hicieron famosas.

“Nosotras nos íbamos para allá dizque a comprar empanadas y nos quedábamos a esperar los amigos que llegaban en moto o en carro para armar la rumba”; y la fiesta solía extenderse a la cuadra donde vivían y donde cada ocho días había baile público, con gente de muchas partes, pero liderada por las chicas más vanidosas del barrio.

“Nos pusieron Las Plásticas porque no nos juntábamos con los muchachos de aquí del barrio, sino que los amigos de nosotras eran de Santa Gema, de Laureles, del Estadio…”. Y llegaban a Las Mercedes atraídos por la manga grande y libre —donde ahora hay un taller y lavadero de carros— y, por supuesto, por las muchachas entre doce y dieciséis años dispuestas para el baile, la conversa, las sonrisas.

“Pero no éramos de cosas malas, no, Las Plásticas éramos sanas, no éramos de vicios, ni de hombres, no éramos alborotadas, lo que nos gustaba era callejiar, y ¡eso sí!, éramos muy pinchadas”. Sin embargo eso de la sanidad no se lo creían las mamás, que les tenían prohibido juntarse unas con otras “por andariegas”. “‘Ya vas para donde esa muchachita’, me decían a mí cuando venía para donde Eliza”, recuerda Dora, ‘La Topa’, y ambas sonríen con picardía.

“Yo me mantenía en los bares de Palacé, El Suave, Brisas de Costa Rica, Carruseles”, dice con orgullo Elizabeth. Ella, que podría llamarse La Plástica Mayor, lleva la batuta en la conversa, con su voz gruesa y amanecida —anoche estuvo en el concierto de las leyendas de la salsa, cantando, bailando, dando de qué hablar a los que estaban a su lado: “Uy qué catana pa bailar bueno”—. Con su cabello bien alisado, Eliza también lidera a las otras en la pasión por la salsa y su devoción por Latina.

“Yo muero por la salsa. Me encanta bailar. ¿Y sabe por qué yo aprendí a bailar salsa? Porque aquí cuando no había baile en la calle había baile en la casa entonces viendo la gente bailando aprendí yo”, baila Eliza, que tiene equipo de sonido en la sala y radio en la cocina, ambos sintonizados en los 100.9 FM.

Para cuando comenzó la emisora Las Plásticas llevaban dos años andando la calle, siempre en grupo: Ingrid, La Pelinchada, las Mora, las Giraldo, las Acevedo, Lisba y Merli, las Restrepo, las Naranjo, Vicky, La Topa, La Negra, Pasolento y una lista larga de adolescentes agrupadas por apodos o apellidos pues cuando entraba una arrastraba las hermanitas para que le dieran permiso: “Había casas donde había tres y cuatro Plásticas”.

Así que para el año 85 Las Plásticas ya eran conocidas en Belén y el parche de la manga era concurrido por muchachos como ellas, degustadores de la salsa, de las motos y del trasnocho. Incluso, dicen, “Plásticos también hubo”: Los de Miravalle, Jaimito, Fifi, Checho, Darío El Cuajo, los de Las Violetas, Memo, Lalo… Pero ellos nunca fueron famosos, como ellas que se dieron a conocer en Medellín y sus alrededores gracias a los Salsaludos que mandaban por Latina Stereo.

“El primer saludo creo que fue cuando empezó el programa de los Salsaludos de noche, con Adriana Rave, ahí empecé yo a llamar”, dice Elizabeth. “¿Para quién fue? Sería pa mis hermanos, pa Fredy un pelao grillo de allí, pa Las Celis que eran muy salseras…”, parece juntar recuerdos Eliza, ella que es la que siempre llama, en los cumpleaños de todas y los 24 y 31 de diciembre cuando llega a Latina con una lista de amigos para saludar. “Allá me dicen ‘Plástica no se demore mucho’ y yo ya sé pero llevo mi listica”, y su hermana Cecilia aporta: “Es muy charro porque la gente le reclama a uno ‘ey Plástica usted por qué no nos ha vuelto a saludar’, ‘saluden pues que no me han vuelto a mencionar en Latina Stereo’”.

En medio de sus historias, adobadas con alguna canción o el recuerdo de un bar o un concierto, Eliza se para de la silla y baila. “Uno creció con la salsa; aquí en la casa se escuchaba mucho la Sonora y mis hermanos tenían elepés originales y todo, ya después solo se escuchaba Latina”, recuerda.

“Hoy no tenemos prendida la emisora porque hay mucha gente, pero de resto en esta casa siempre se escucha Latina. Y cuando hay rumba llamamos para que nos pongan música o nos saluden”, coinciden todas. Es la casa de las Restrepo, Elizabeth y Cecilia, y además de sus tres amigas están sus hijas y la hermana mayor que todavía se sorprende con “las locuras” de sus hermanas Plásticas.

Después de que se acabó el parche de la manga, cuando ellas tenían entre 20 y 26 años, siguieron en su salsa: “Íbamos mucho al Son de la 70, y allá nos reconocían, claro que ya éramos más poquitas Plásticas porque se fueron casando y se fueron yendo”, dice Cecilia, que para ese momento se dedicaba a la peluquería y a trabajar en almacenes de ropa como la mayoría de sus amigas. Eliza, por su parte, alternaba su trabajo como recepcionista con las salidas a bailar y a escuchar salsa.

Hoy Las Plásticas son mujeres casadas, amas de casa y empleadas que no se pierden concierto salsero y que cada tanto se dan una vuelta por La Fuerza o El Suave. Solo las Restrepo se quedaron en Las Mercedes, pero dentro de poco se van de Colombia: ya se despidieron a través de los micrófonos de Latina. “Pero la vamos a seguir escuchando y mandando los Salsaludos”.

“A nosotras nos mencionan mucho en la emisora. Nos saluda gente que no hemos conocido y otra que hemos conocido por la emisora”. Y en los taxis, en cuanto se enteran de que su pasajera es una Plástica la miran de pies a cabeza y solo falta que le pidan autógrafo.

“Yo sí tengo que decir que me enorgullece decir yo soy La Plástica. La primera vez que fui a Chocho Salsa y él nos dio la bienvenida a la Vieja Chila y a mí, la gente ahí mismo: ¡La Plástica! Me da mucha risa porque todo el mundo se quiere tomar fotos con uno”, Elizabeth, la “mera bailarina”, la que más disfruta de la fama y la sostiene.

“¿Sucesoras? Las hijas de nosotros son más plásticas que nosotras. La hija mía que antes me decía ‘eavemaria má a usted le gusta esa música de mariguaneros y pillos’ y ya me dice que por qué no le enseño a bailar salsa”, dice Eliza, y remata: “Pero todavía estamos nosotras, solo que en ese tiempo éramos lindas, delgadas, de buen vestir”. Se ríen, y Gloria, como siguiendo la letra del tema de Blades asegura: “Pero ojo, que lo único que nos sale de la canción es lindas, delgadas, del buen vestir; la parte fea de la canción no”.UC

 
 

Fotografías: Juan Fernando Ospina - Archivo Las Plásticas 

Fotografías: Juan Fernando Ospina - Archivo Las Plásticas 

Fotografías: Juan Fernando Ospina - Archivo Las Plásticas

 
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