Número 55, mayo 2014

Frutos de la pasión
Andrés Delgado. Fotografías: Juan Fernando Ospina

 

 

 

En la Cevichería Ostras Miramar se venden jugos afrodisiacos. Si fueran más exagerados en su publicidad, dibujarían un cañón de la artillería napoleónica y su eslogan diría: "para la guerra". Pero no. En la esquina del edificio Portacomidas, en la Plazoleta Nutibara, donde está ubicado el negocio, hay un eslogan mucho más discreto: "Porque es hora de invertir en su salud".

Como la idea no es tomar jugo, ni cargar la artillería, sino reportear, me presento y pongo cara de pendejo, la cara que tengo a toda hora, con la intensión de camuflarme y preguntar todo lo que necesito. Ostras Miramar lleva vendiendo jugos y ceviches desde 1968, es decir, 45 años en el mercado. Una reliquia del Centro de Medellín y una solución para quienes detrás de su "salud", pretenden mejorar su desempeño y dejar en limpio su nombre y su catre.

Don Arley, administrador del negocio, con 65 años de edad, trabaja desde los veinte años en la cevichería. Lleva puesto delantal y gorra blanca, como si fuera un panadero, y me mira torciendo los ojos, con un recelo exagerado detrás de la barra de atención. No cree que esté entrevistándolo. De nada valió poner la cara de cronista que vengo ensayando desde hace días en el espejo de mi baño. Necesito lentes y gorrita de poeta para coger mayor confianza. Para intentar relajarlo y detener la avalancha de preguntas, ojeo la cartelera: ceviche, coctel de ostras y almejas, jugos y vitaminas. El ceviche de camarón por $9.200, el mismo ceviche combinado con ostras $9.700 y con palmitos de cangrejo a $10.000. En vez de invertir en Viagra, debería invertir en jugos.

El término afrodisiaco viene de Afrodita, divinidad griega relacionada con la fecundidad y la energía primaveral. Pero la ciencia aún no ha probado que alguna comida en particular aumente el deseo o el rendimiento. Es decir, los afrodisiacos no existen y aun así estimulan el apetito sexual. Conforme un producto se publicita como afrodisiaco, la mente se programa y lo hace funcionar como tal. Porque eso sí está demostrado: el poder que tiene la mente sobre el cuerpo. La garantía del placebo funciona tanto para dolores de cabeza como para el ánimo en el colchón. Una de las opciones me atrae: Amor prohibido. Le pregunto a don Arley la formulación del coctel. El hombre carraspea, duda, pero finalmente contesta a toda velocidad. Aun así, queda en la libretica: "Amor prohibido: aperitivo con Piña Colada, vino Cherry, huevo, pedacito de banano, leche, vitamina Ginseng y azúcar".

—Aahhh, ya… —Y me rasco la cabeza—. ¿Y la Súper bomba?
—Vale seis mil ochocientos.
—Sí, ¿pero qué lleva? —Le pregunto pensando en que para la próxima me pongo un chaleco que diga "Prensa".
Entonces el hombre contesta como un rayo:
—Lleva ostras-borojó-chontaduro-vitaminasGinseng-colagranulada-miel-huevodecodorniz- leche o naranja.
Anoto. Entonces don Arley me clava los ojos con violencia.
—¿Vas a montar un negocio como este?
—¡Qué va, hombre! —Y entiendo la tensión que le genero.
Si don Arley estaba incómodo conmigo, ahora el incómodo soy yo porque no quiero quedar como un espía ingenuo.

***

Según la magia empática, "lo similar produce lo similar", es decir: los efectos se parecen a sus causas. De esa manera, para aumentar el apetito sexual en los hombres se recomiendan las criadillas de toro y las pastillas con extracto de cuerno de rinoceronte. El plátano, el pepino y los espárragos. Y para las mujeres: las conchas, las ostras y las almejas. La magia empática es producto de nuestra capacidad para buscar correspondencias y similitudes inexistentes.

Para bajar los celos de Don Arley, pido un jugo de borojó, con pócima de ginseng, por $3.200.

Con esa trayectoria de 45 años uno podría apostar que una parte importante de la población de Medellín es producto de los nutritivos abonos al aparato reproductor que ofrece Ostras Miramar. Su papá seguramente se tomó en los setenta u ochenta un buen jugo de chontaduro con huevo y Cola Granulada antes de encontrarse con su mamá en la Cafetería La Sorpresa, en Carabobo con la Avenida de Greiff.

El chontaduro tiene un sabor difícil. Un chiste flojo dice que el chontaduro es afrodisiaco porque quien sea capaz de comerlo, se come lo que sea. Me voy tomando el espeso sorbete y siento en el cuerpo el poder del borojó y el ginseng. El borojó también es utilizado como emplasto para curar la celulitis, como diurético y fue utilizado para embalsamar cadáveres. Tal vez el efecto en los embalsamientos fue la inspiración para aumentar durezas vivas. El ginseng permite controlar la presión arterial y estimula el sistema nervioso central donde se activa la capacidad de concentración. También disminuye la sensación de fatiga, produce insomnio y agresividad. También produce erecciones, pero no porque abra el apetito sexual, sino por una causa mecánica: es un estimulante vasomotor.

Mientras tanto va llegando la clientela a la cevichería. Esposo, esposa, hija. Para la señora y la niña: un milo y un jugo de naranja. Para el señor: una bomba especial con chontaduro. Viene a la barra otro cliente y pide jugo de ostras con Potenciol. Nada menos: ¡Potenciol! Otro pide lo mismo pero le adiciona un embrión de pato. Otro pide una "terapia celular". Con todos allí, le pregunto a don Arley qué es lo que más piden las mujeres. Pero el hombre no dice nada.

—Camarones —contesta la señora que vino con su esposo.

Otro dice: "Estos jugos son para hombres y mujeres". Y otro tipo que está atento dice: "Todo es mental". Y uno más que hace de gracioso: "Lo más afrodisiaco es una mujer empelota". Ahora todos comentan. El tema nos afloja la lengua. "Las ostras alimentan el cerebro". "A mí me funcionan las lentejas". "Chontaduro, almejas con leche y miel". "Mire le pago". "Es mejor esto que el Viagra". "¿A cómo las tortas?" A la conversa se suma don Arley y cuenta que uno de los clientes más asiduos de Ostras Miramar es Margarito, el clásico Margarito, el travesti del Centro que anda con un gallo en la cabeza y arrea un perrito faldero. Cuando Margarito llega a Ostras Miramar siempre dice lo mismo de su compañía: "Ando con la perra de mi hermana y el gallo de mi mujer". Nos reímos. La vaina con don Arley parece que afloja. Ojalá que sí.

De la misma manera que hay jugos para aumentar las ganas, existen jugos para bajarlas. Para tranquilizarse y andar relajado en esos veranos terribles sin amores. En el ejército utilizan el quenopodio para bajar el empuje, para purgar a los reclutas y mantenerlos relajados, sin pensar mucho en las novias, las pajarracas y el encierro.

Lo mismo que el borojó, el Viagra no es un afrodisiaco, pero funciona así. Te bajas una pastica con vinotinto luego de una cena romántica y ya estás pensando en la silla del amor. Porque eso también es cierto, nada como la imaginación para poner en marcha la líbido. Así que te haces un cóctel de fantasías rijosas y a ello le mezclas un componente químico que ayuda a la circulación de la sangre, y ya estás jodido.

Ahora, y acá viene otro punto importante, los alimentos que poseen virtudes circulatorias son altamente publicitados como afrodisiacos, pero el tema de la circulación solo favorece a los hombres. Así que todos seguimos esperando el afrodisiaco femenino. Este machismo nos va a matar.

¿Los afrodisiacos sirven? ¿Verdad? ¿Mito? Por ahora llegó la hora de pagar mi jugo de borojó, le extiendo el billete a don Arley. El hombre se niega:

—Deje así —dice—. Cuando salga la crónica, lo invito a una súper bomba.UC

 

Juan Fernando Ospina

Juan Fernando Ospina

 
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