A partir del número 42 de UC iniciamos los Obituarios, una sección nacida de la imaginación de Menina, cuyos obituarios anticipados son una singular interpretación de la vieja invocación: en vida, hermano, en vida.
OBITUARIO
R.I.P. Antonio Caballero
Menina. Ilustración Mauricio Ospina
Por una extraña razón, de esas que ni el empirismo ni la dialéctica ni la política justifican, falleció Antonio Caballero. A todo señor todo honor, y este sí que lo acredita. Siempre fue correcto y lúcido como él solo pudo ser, no hizo concesiones de ninguna índole, y lo acompañaron siempre la verdad y la belleza que a la verdad acompaña.
Voy a hacer como si no hubiera muerto aún, este grande entre los grandes. Voy a hacer como si aún estuviera mirando su última caricatura, nunca una para este periodiquito en el que nos jugamos los huesos. Voy a mirar hacia otro bar, pues cualquier cosa es mejor de lo que pudiera haber pasado.
Es terrible hacer un obituario como este. Es indispensable un sano sentido del negro humor para despedir a semejante maestro de la libertad, así en su novela no haya dado pie con bola: le faltó rejo y fútbol al viejo, pero quién soy yo para juzgarlo. Satán, que desde siempre lo estuvo esperando, le ofreció un tabaco al lado de un buen fuego. Caballero lo está considerando, mientras aprecia las razones y sin razones de su nuevo domicilio, y le escribe con pelos y señales una historia al señor del lugar, que quizá ni él mismo haya contemplado.
Allá lo tengan, siga escribiendo allá sus columnas, porque siempre acá, en este lado oscuro tendrá su razón y sus lectores.
Dos llamaradas de corazón, amado Antonio.