Madonna, la diosa del pop que en los ochenta lucía Like a virgin, nos acaba de sorprender con una figura más conservada y remozada que la de una vestal romana. Su aparición en el escenario de Medellín podría catalogarse como el primer milagro de una larga serie de incidentes que nos hacen creer en su divinidad; la misma que puede descender en cuerpo y alma, transfigurada por las luces navideñas que se prendieron en su honor, para desmentir a los infieles que aseguraban que ya no está tan llena de gracia y la tildan de trasnochada, pese a su vida frugal y vegetariana.
Igual que en esas novelas tropicales como En noviembre llega el arzobispo, el anuncio de su llegada estuvo precedido de presagios y rumores fantásticos. Se dijo, por ejemplo, que vendría unos días antes porque iba a aprovechar para hacerse una cirugía estética. Este infundio fue desmentido por un biógrafo que aseguró que la diosa no era una chica plástica, aunque le habían tocado los discos de acetato.
Tampoco podemos sostener que la Diva del pop haya salido temprano el martes al Centro Comercial El Tesoro, que por obvias razones fue evacuado para que la ilustre visitante pudiera hacer sus compras libre de sospechosos y paparazzis. Al regreso, en el lobby del hotel, comentó a la lobería de curiosos que le había encantado no hacer colas en las boutiques y encontrar todos los vestidores vacíos, a su disposición.
Tuvo además oportunidad de tomarse algunas fotos con los celadores del centro comercial, que le decían jelou, jelou. Siete carros blindados la alejaron del lugar, mientras los devotos tuvieron que conformarse con el relato de los porteros. Luego se abalanzaron a comprar en las mismas tiendas que la Diva había pisado. “Qué buena espalda tiene esta Madonna”, declaró un portavoz de Fenalco a los guardaespaldas.
También se dijo que la artista, por seguridad, viajaba con dos mujeres idénticas a ella. Las versiones de prensa dicen que una de las madonas estaba en un sauna en Laureles, la otra hablaba en Musinet y una tercera cambiaba dólares en la 70. Lo anterior confirma el don divino de la ubicuidad. Un fan aseguró que la Reina se le había aparecido en un muro, pero según se supo luego, solo se trataba de un juego de Facebook.
Como tantas celebridades, Madonna brilló por su sencillez. En lugar de aculillarse después de los conciertos en las discotecas más resguardadas, la artista prefirió irse a rematar a La Trece, con todos los fierros.
Otra muestra de humildad fue haber aceptado, de bajada del aeropuerto, una picada surtida en Doña Rosa, a pesar de ser vegetariana. Para sorpresa del gourmet que la atendió, Madonna se comió casi todo. Lo único que retiró del plato, con un gesto de glamurosa cortesía, fue una morcilla, un chicharrón de ocho patas, una porción de carne molida y un chorizo envigadeño. De resto, no dejó nada, salvo el comentario: “delicious, delicious”.
A sus cincuenta y cinco, la cantante desafió la menopaisa y nos ofreció esa estampa de mujer que todavía luce, al decir de un trovador, “como una fresca flor del campo”.
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El recuento de sus prodigios comenzó desde antes del concierto, cuando logró que a la capital de Antioquia acudieran 1.400 policías, entre ellos 44 oficiales políglotas dispuestos a atender los antojos lengüísticos de la Diva. Y, al igual que sus compatriotas de la DEA, el MDNA logró filar a veinte mulas frente al estadio, y las hizo descargar en el acto.
Quiéralo o no, la Diosa hizo ver estrellas a los ortodoxos que despotricaron de ella por ser una artista foránea. Esos que defienden a ultranza el bambuco –o el aguardiante de caña– como lo único que llega al alma, son los mismos detractores que levantaron la calumnia de que Madonna, sus dos dobles y sus infinitos bailarines dispararon las usuras del microtráfico. “Qué hijueputa espalda tiene esa Madonna”, dijo en susurros uno de los jefes de la verdadera plaza mayor.
Por lo pronto, transcribimos la oración que ya entonan sus devotos por tierra, mar (lo que queda de él) y aire.
Dios te salve Madonna
Reina eres del pop,
Michael Jackson es contigo
Bendita tú eres entre todas las cantantes
Y bendito es el fruto del concierto
En el Atanasio Girardot.
Santa Madonna,
Llena con nosotros
Ahora y en la ola
El estadio de pop.
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