Durante la primera clase, en la presentación del taller de narrativa en la cárcel, uno de los alumnos alzó la mano. Preguntó si íbamos a escribir ficción o realidad.
—Historias reales —contesté.
Y alguien contestó al fondo:
—¡Oyó, pana! Para que escriba todas las violaciones que ha cometido.
Todos soltaron la carcajada. Y yo también. Claro, más por los nervios, pensando en dónde diablos estaba metido. Luego supe que había sido una broma para medirme. Días antes, un amigo me preguntó muy preocupado qué iba a leer en ese taller.
—Crónica roja —contesté—, que los enganche y aprendan algunos trucos narrativos.
Durante esa primera clase, desde su silla, otro de los discípulos me miraba con violencia. El hombre no me creía ni una sola palabra. Por más que me esforzara, no lo convencía. Era uno de los míos, pero él no lo sabía. Hablé y gasté bromas hasta que le saqué una sonrisa.
Supo que yo era uno de los suyos. Al finalizar esa primera sesión les propuse escribir sobre un episodio de su vida. A la siguiente clase revisamos las tareas. El primero leyó la escena donde apuñaló a su mujer y al amante, cuando los encontró encamados. Y terminó con la voz temblorosa: "Por eso estoy en la cárcel y si volviera al pasado, lo volvería a hacer". Nadie dijo nada. Ni yo. El mismo preso gritón dijo:
—¡Van a traumatizar al profe!
Y otro remató:
—Sí, porque mientras menos sepa, más vive. Entonces me regué en cantaleta. Dije que en el taller nos interesaban las historias conmovedoras, entretenidas y reales.
—Acá no nos importa si la vaina estuvo mal o bien hecha.
Expliqué lo que Wilde ya dijo: al arte no le interesa la moral. Esa historia nos había dejado en vilo, así que funcionaba. Además, dije, así es la mecánica del taller. Yo esperaba que me contaran sus historias, las más terribles, pero también las más graciosas o las más tiernas.
Así que, dejando por fuera muchas historias y autores, –son veintiocho mis aprendices–, la siguiente es una muestra de lo que se escribió.
Robando a la mujer de mi amigo
Anónimo
El 22 de noviembre de 2013 me levanté con ganas de hacer un hurto que estaba pensando hace días. Llamé al socio y quedamos de encontrarnos en el Centro. Salí a la 65, cogí un bus y me bajé cerca del Parque Berrío. Me acordé que por ahí cerca trabajaba una veterana con la que salía, antes del otro canazo. Pasé a saludarla y se puso lo más de contenta. En esas llegó el socio y me recogió. Me dijo que estaba muy mal de plata. Repasamos el plan: la novia trabajaba en un GANA y salía con la plata del producido. Salía por los lados de San Juan. Eso fue un viernes, el día que juega la Lotería de Medellín. Ella salía con un vigilante, un montañero de rula en la cintura. Recorrí la zona y todo era muy fácil. El socio me preguntó si tenía fierro, y yo por el afán le dije que sí. El "inicio" (personaje que comienza el robo) me explicó que si quería cogía a su novia caminando, o en el bus, que a esa hora es más bien solo. Bueno, me paré en la tienda que había al frente y mientras esperaba hablaba con la mamá de mi hija. En esas salió la pelada con el vigilante y fueron hasta el bus. Yo tenía "arrastre" (personaje que espera para recoger al ladrón y emprender la fuga), pero él iba adelante, y yo caminando detrás de la pelada. En la calle, antes de cruzar, me paré al lado de los dos. Miré al vigilante con ese machete y me cagué porque yo con un cuchillo iba a perder la pelea. Bueno, ella se montó al bus y yo también. Pensé en cogerla. En el bus iban mantecas y albañiles. Llamé al "inicio" y le pregunté dónde se bajaba la "prima", o sea su novia. Me explicó y me dijo que no la podía dejar entrar en la casa. Cuando ella se bajó del bus, yo también lo hice y de una me tiré a abrazarla, pero ella más ágil se agachó. La cogí por el cuello de la camisa. Le dije "quieta piroba o la mato". Ella me mamó gallo y a mí me dio una rabia que saqué el cuchillo y ella me entregó el bolso. Salí corriendo donde el "arrastre". Yo iba muy asustado. Tenía solo doce días en la calle, luego de pagar treinta meses de un canazo. Nos fuimos al Parque Lineal de Robledo y llamamos al "inicio". El hombre nos contó que estaba con la hembra poniendo el denuncio. Ella le contó todo y dijo que había visto al man al frente del GANA antes del rollo.