El tipo que me atiende es seco, inescrutable. Se parece un poco a John Malkovich en The sheltering sky. Me va leyendo las preguntas, que yo contesto oralmente; a cada respuesta chulea algo en una hoja impresa que tiene al frente, y que no alcanzo a leer.
Género musical preferido: En general, la mal llamada música clásica; Bach, Mozart, Beethoven, Brahms,Chopin, Debussy, Mahler, Falla…
Alguna canción en especial: Supongo que la pregunta se refiere a “canción popular”… varias rusas, varias españolas (aquellos lindos cantos sefarditas), los viejos sones cubanos, uno que otro tango, los “spirituals” que grabaron, para siempre, Paul Robeson y Marian Anderson, los blues de Billie Holiday…
Lecturas: Algo de Historia, algo de ensayo, algo de poesía, cuento, novela. Por cierto, estoy terminando una novela de Coetzee, Tierras de poniente, a mi modo de ver apasionante.
Personaje de la Historia que admire (no valen los padres): Muchos, ¿no? Sócrates, Cervantes, Galileo… Si tuviera que quedarme con uno solo, tal vez diría que Shakespeare.
Fin del interrogatorio. Malkovich clava en mí sus fríos ojos, y me dice que vuelva esa tarde. Vuelvo. En el escritorio hay ahora una secretaria, tan inescrutable como John; consulta mi nombre, y lee el veredicto. No pasé.
Al día siguiente acudo a las oficinas de la competencia. Todo, interrogador y cuestionario incluidos, es casi igual a lo de ayer. Música: Salsa, vallenato, por ahí champeta. Y bueno; también el Himno Antioqueño, aunque no me lo sé entero. Lecturas: me gusta leer revistas de deportes y de farándula, de esas que colocan en las peluquerías; periódicos casi no, porque pienso de que para ver las noticias es mejor la televisión. Tengo en mi casa el libro de récords Guinness; espectacular; hace como un año me leí un libro de superación personal, que me prestó un amigo; muy bueno, pero no recuerdo el autor. Un personaje de la Historia (no valen los padres): Por ahí, admiro mucho a Cochise.
Y bueno, a Diomedes Díaz, el cacique de La Junta. A Diomedes Díaz lo vi aquí, en el Coliseo. Fuimos tres amigos y mi persona. Y bueno. Superespectacular.
Me dicen que vuelva esa tarde. Voy, y firmo el contrato. Debuto el domingo. Entro para el segundo tiempo, y marco dos goles.
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CODA
Leyendo El mensajero, de Fernando Vallejo, recuerdo un pasaje de Los buscadores de oro, memorias del guatemaleteco Augusto Monterroso: “Cuando llegué a México a mediados de los años cuarenta, yo contaba que Barba Jacob me había tenido en sus brazos; pero ante las risas de mis amigos necesitaba aclarar que eso había ocurrido cuando yo era un niño de meses”.
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