Número 115, junio 2020

“La desgraciada”: el debut de la muerte en el cine paisa

 

La desgraciada

La primera persona que murió en pantalla en la historia del cine hecho en medio de este arrume de montañas fue “La desgraciada”.

Así, con ese nombre, aparece el personaje en los créditos iniciales y en los intertítulos de Bajo el cielo antioqueño: la primera película rodada en Medellín, en 1925, el mismo año que se estrenaron, por citar dos clásicos cualquiera, El acorazado Potemkin y La quimera del oro.

La mujer, plagada de infortunios, aparece cuando los protagonistas entran a la Estación del Ferrocarril de Antioquia con la firme intención de tomar un tren que los lleve lejos, a darle rienda suelta a ese amor prohibido por un poderoso patriarca sobreprotector.

En la primera de estas fotos vemos a “La desgraciada” de rodillas, a los pies de Lina y Álvaro (¡uhm!), quienes hacen una brusca pausa en su huida hacia el fin del mundo para ayudar a una mujer desconsolada...

“Para Lina tuvo aquella voz una extraña atracción. Sonaba a sus oídos como venida de lo Alto”, reza el sugerente intertítulo, típico del cine mudo.

La mujer les cuenta entonces su tragedia en dos letreros: “Amé ciegamente a un hombre... Dejé por él la felicidad de mi hogar… hoy el infame se ha convertido en mi verdugo…”. Y les muestra “una enorme cuchillada sobre la morbidez del brazo, horrible herida que Álvaro se apresuró a vendar con su perfumado pañuelo”.

La desgraciada

El pobre Álvaro lamentará en adelante ese gesto, y en general haberse detenido ante “La desgraciada”, quien, además de oracular, resultará ser una especie de médium a través de la cual la mamá de Lina alcanza a reprenderla desde el más allá.

“Pobre mujer”, exclamó Lina, “me ha salvado de cometer igual locura. Para que cure sus heridas, para que viva lejos del miserable que la maltrata, tome usted. Y desprendiéndose de sus más ricas joyas, las puso en manos de la mendiga”.

Si observan la misma imagen, verán, atrás de la columna, a dos representantes del hampa local que merodeaban por allí: “el Aeroplano” (versión cinematográfica del “avión” paisa) y “el Puntillas”.

“La buena Lina estaba bien lejos de sospechar el plato que les servía a aquellos dos desalmados”, nos advierte el intertítulo 95.

Lo demás es historia. El par de aviones puntiagudos siguen a “La desgraciada” hasta que al doblar una esquina la emboscan, la acuchillan y le arrebatan las joyas que la redimirían de su miseria.

En la última imagen de la secuencia, “el inspector de policía, acompañado de dos facultativos y un detective” inician “el levantamiento del cadáver”.

“El único indicio era aquel perfumado pañuelo con que Álvaro vendó piadosamente el brazo de la desgraciada...”.

Hasta ahí lo anecdótico.

El psicoanálisis y el socioanálisis de este primer trauma letal en la historia del cine antioqueño se los dejamos a los más aventurados.UC

La desgraciada

 

*Estas imágenes hacen parte de la foto fija de la película Bajo el cielo antioqueño (Arturo Acevedo Vallarino, 1925) a cargo del fotógrafo Daniel A. Mesa: un conjunto de 75 fotografías, resguardadas en la Torre de la Memoria de la Biblioteca Pública Piloto y disponibles para consulta en su repositorio digital.