Solo es posible este momento
Ves hombres en moto
de bajo cilindraje con
morrales Totto de mujer
en sus espaldas.
Caminas al lado de dos venezolanos
que venden arepas
y fuman cigarrillos mentolados,
hacen fuerza excesiva en sus chupadas.
Alguien te grita un apodo
que solo saben los amigos
de tu infancia y
no volteas.
Los vendedores de dulces
te ofrecen cocaína y marihuana,
a veces en un inglés maltrecho.
El río que parte la ciudad
arrastra colchones, microondas,
pedazos de gente y gente entera.
Alguien te pide dinero
para llevarle leche a sus hijos
ante tu negativa agacha la cabeza,
escupe dos veces en el piso.
Un policía te cuenta su infancia
como vendedor de pieles de tigrillo.
Una indígena emberá amamanta a su hijo en la calle,
su otro hijo te extiende la mano,
te dice: moneda.
En el centro te entregan un volante
impreso a una tinta con la frase
descubra la causa o el motivo de sus fracasos.
Los terrenos baldíos de tu adolescencia
te los cambiaron
por edificios con apartamentos de
50 metros cuadrados.
Las estrellas se han ido
pero las luces de las casitas en
las montañas intentan remplazarlas.
Cristianos exdrogadictos se montan en los
buses y te venden lapiceros de mala calidad,
hablan en plural pero andan solos.
Un hombre disfrazado de Spiderman
corre por La Playa hacia Boston, algunos
dicen: cójalo, cójalo, ladrón.
Andas por cada calle con la certeza
de que nada va a volver a ser igual
que todo cambia a un ritmo que rebasa
tu comprensión,
que solo
es posible este momento
en el que vagas y dejas
que cada cosa que ves
ocupe gradualmente
su lugar en el mundo.