El catastro levantado en 1913 por orden del Concejo de Medellín registra 275 manzanas para una población, según el censo del año anterior, de 70.547 habitantes en el distrito y cerca de 50.000 en el área urbana. La ciudad tenía una nueva dinámica de desarrollo marcada por la prolongación del ferrocarril a Bolombolo, la gran producción de café en el departamento, la expansión de las industrias, la construcción de varias carreteras y el desarrollo de la riqueza petrolífera del país.
En este marco de ciudad los hechos urbanos que consolidaron una trama se situaron sobre el núcleo central de la vieja ciudad colonial y su inmediata periferia: Guayaquil, San Antonio, Buenos Aires, Villa Nueva y la parte baja de Bolívar, inmediata a la quebrada Santa Elena y al río Medellín.
Es posible describir así el área del ensanche que se estaba produciendo: al Oriente la zona de mayor presión por las urbanizaciones esporádicas; la quebrada Santa Elena demarcaba dos sectores de población socialmente diferenciados: al Norte incluía la parte alta de Villa Nueva, unas tres cuadras más desde la Catedral y cuatro más hasta Carabobo. En la parte baja de la zona Norte abarcaba las tierras circunvecinas al río que hacía las veces de límite natural. En el Sur la calle San Juan servía de lindero. En 1905 se había señalado un marco urbano para la ciudad que se amplió en 1912. No está de más acotar que con el barrio Berlín se empezaron a construir en Medellín, a partir de 1917, las grandes urbanizaciones situadas por fuera del perímetro urbano.
Los alrededores del Parque de Berrío mantuvieron su condición comercial, lo cual incidiría de manera significativa en los costos de la propiedad. Guayaquil conformaría un centro de servicios de alcance regional con la plaza de mercado y la Estación del Ferrocarril. Algunos de los centros comunitarios, sociales y personales de asistencia mantuvieron su asiento en la traza colonial. Sin embargo, la plaza de mercado y la plaza de ferias se localizaron con nuevas instalaciones sobre los bordes del límite urbano, y algunas fábricas y trilladoras compartieron estas áreas de extramuros. Los centros educativos de mayor atracción, la Universidad de Antioquia y el Colegio San Ignacio, junto a la Iglesia de San Francisco, conformaban la plazuela José Félix de Restrepo. Villa Nueva albergó los centros vinculados con la élite: el Circo España y años más tarde el Palacio Episcopal.
Medellín Futuro
En el número de abril 18 de 1910 del periódico La Organización, la Sociedad de Mejoras Públicas (SMP) convocó a un concurso público para premiar "el mejor plano" de Medellín Futuro. El citado concurso se sumaba a las conmemoraciones del centenario de La Independencia, iniciativa de la Sociedad San Vicente de Paúl dirigida a exhibir los avances industriales. Los términos de la convocatoria estaban orientados a mantener como base la ciudad existente, proponer modificaciones sobre el espacio público y proyectar las futuras vías determinadas entre el puente de Guayaquil, sobre el río Medellín, las tierras Cipriano (situadas arriba del Bosque de la Independencia) y las partes baldías del Oriente, aprovechables para urbanización. Este concurso planteó la posibilidad de recoger las sugerencias de la opinión informada. Paralelamente, la SMP, ente creado para el embellecimiento y ornato de Medellín, solicitaba apoyo al Concejo Municipal a través de la creación de un Acuerdo que adoptara el plano ganador como oficial, y tomara las medidas legales para asegurar el desarrollo futuro de la ciudad dentro de los parámetros de los trazos del primer puesto.
Un concurso
para un proyecto urbano
Ricardo Olano
En 1907 Ricardo Olano partió a Washington en viaje de negocios. Hijo de minero procedente de Santo Domingo, Antioquia, llegó a Medellín a principios de siglo y se desempeñó no solo como comerciante sino como inversionista, industrial, urbanizador y político liberal. Participó en el Concejo de Medellín en 1914 y 1918, y fue miembro más que activo de la SMP.
Olano perteneció a la élite que lideró el progreso de la ciudad entre 1900 y 1930. El ingeniero Jorge Rodríguez lo definió como el más "progresista" de su generación. Su personalidad decidida y pujante, sus dotes especiales y su visión original hicieron de él un pionero de la urbanística, reconocido en Colombia y en el exterior gracias a su participación en congresos internacionales y a su actividad como director de la revista Progreso, órgano de la SMP desde donde mantuvo un intercambio de información sobre la ciudad colombiana y el urbanismo en Estados Unidos, México, Suramérica y Europa. Para entender su visión cosmopolita basta saber que el plano de la nueva ciudad de Canberra, Australia, fue presentado y comentado en Progreso.
La visita de Olano a la biblioteca del Congreso de Washington dio a Medellín, si se la compara con el resto de las ciudades colombianas, la posibilidad de adentrarse tempranamente en algunos aspectos de la modernidad. De esa visita surgió su inquietud de realizar un "plano de la ciudad futura". Su utopía en aquel momento era visualizar un desarrollo racional para Medellín, como más de un siglo antes lo había hecho Pierre Charles L'Enfant para la capital de Estados Unidos.
La ideología liberal de Giorgio Piccinato fue una directriz permanente de la lucha de Olano. Todos los principios del pensamiento político del italiano: los derechos ciudadanos, la participación pública, la libre actividad económica, la limitación en la intervención del Estado, fueron temas que ventiló en diferentes revistas y en la prensa. En esa reflexión de Piccinato se concluye que "la urbanística tiene en el liberalismo una de sus matrices ideológicas". Por esto no es extraño que un ciudadano de comienzos de siglo tan progresista forjara los principios de la urbanística en Colombia.
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La idea de un plano
La oportunidad se presentó en la exposición industrial de 1910, donde el mismo Olano lanzó la propuesta de convocar a un concurso público para desarrollar un Plano del Medellín Futuro. A la idea se adhirió el señor Carlos Restrepo, quien en el periódico La Organización expuso los lineamientos de su proyecto, enmarcado dentro de las críticas a las condiciones defectuosas del trazado que mostraba la ciudad. Invocando el sentido de previsión que caracterizaba a la SMP, Restrepo presentó la imagen de "un cuadrilátero" con calles anchas que formaran el marco de la ciudad y así definieran un claro deslinde entre lo urbano y lo no urbano, demarcado con avenidas arborizadas. Tendría en sus cuatro ángulos parques o paseos públicos, de los cuales había dos proyectados: el del Centenario y el de La Ladera. Por razones de estética e higiene, Restrepo situaba al Norte, en predios baldíos sobre la carretera de salida de la ciudad, otro parque al cual denominó Parque Central. La financiación estaba inspirada por la experiencia de Nueva York con el Central Park. Los grandes problemas de inundaciones en los terrenos de los ejidos municipales serían resueltos por el cuarto parque, con una intervención de drenajes que lo hiciera aprovechable para lagos y con la siembras de eucaliptos para ir "suprimiendo el foco de infección más eminente que tiene la parte baja de la ciudad".
El periódico La Defensa, del cual hacía parte el ingeniero Alejandro López, anunciaría el desenlace del concurso con estas palabras: "Para satisfacer la necesidad de que las construcciones futuras de la ciudad se hagan de acuerdo con un plan preconcebido y previamente estudiado y aprobado, promovió la SMP, con motivo del centenario, un concurso para premiar el plano que a una comisión asignada al efecto le pareciera más digno de ser adoptado, plano en el que constataran, además de lo actual, las correcciones que han de hacerse en lo futuro en el trazado de la ciudad, y el modo de prever su ensanche". El primer premio fue otorgado al ingeniero Jorge Rodríguez y los siguientes a Federico Lalinde y Carlos Vallejo.
Luego de la premiación, el Concejo Municipal y la SMP crearon una comisión integrada por miembros de ambas entidades para perfeccionar el proyecto del ingeniero Rodríguez. Se tendrían en cuenta algunas de las ideas planteadas por los demás concursantes.
Una vez que en el seno de la SMP se conoció y aprobó el Plano del Medellín Futuro, se preparó el documento legal que debía ser refrendado por el Concejo. El 5 de marzo de 1913, Ricardo Olano presentó ante el Concejo la propuesta sobre "el ensanche general de la ciudad en el futuro", y el Acuerdo fue aprobado en primer debate.
El plano fue elaborado en su fase final por los ingenieros Jorge Rodríguez (autor intelectual), Alejandro López, Enrique Olarte (ingeniero-arquitecto), Ricardo Olano, A. Londoño, José Arango, Horacio Marino Rodríguez (autodidacta de la arquitectura) y el entonces ingeniero del distrito, Mariano Roldán. Dibujaron Horacio M. Rodríguez y J.J. Gil.
Como parte de la reflexión acerca de por qué se hizo realidad este proyecto, es importante destacar el momento coyuntural de voluntad política y conciencia "citadina". Los integrantes de la comisión del Medellín Futuro fueron ratificados en su cargo por las dos entidades rectoras hasta finales de los años veinte. En síntesis, para que el plano de Medellín Futuro se hiciera realidad, se conjugaron la iniciativa de Ricardo Olano, el empeño de la SMP, el apoyo de la Escuela de Minas, el conocimiento de los ingenieros antioqueños, la voluntad política del Concejo, el interés ciudadano, las pésimas condiciones de salubridad, el desarrollo industrial y la especulación de las tierras a urbanizar.
Un año después el Ingeniero Municipal presentó un informe acerca de la ampliación de la calle San Juan y una zona aledaña que se convertiría más tarde en la plaza de Cisneros. Este proyecto requería la inversión de una considerable suma de dinero de la que el tesoro municipal no disponía; sin embargo, se nombró una comisión para que se entendiera con los dueños de los terrenos. La cuestión fue planteada desde el punto de vista de de la voluntad del Concejo para "hacer de Medellín la ciudad moderna".
Reglamento para el Plano
de Medellín Futuro
El Acuerdo 56 de mayo 5 de 1913 obligaba a dar aviso al Ingeniero Municipal de la pretensión de edificar o reedificar sobre el área circunscrita por las calles de la ciudad, o en terrenos no urbanizados pero comprendidos dentro de la carretera de circunvalación señalada en el citado plano. A continuación se delimitaba la carretera de circunvalación que se iniciaba en el lugar denominado hoy Cuatro Esquinas. Tomando el oriente, bordeaba el gran parque hasta dos cuadras al norte del Cementerio de San Pedro, donde seguía hasta la parte más alta del barrio Pérez Triana. Continuaba por el frente del regimiento y seguía el ascenso hasta el límite del barrio Gerona y descendía por el sur del cerro de El Salvador hasta el Ferrocarril de Amagá.
La junta que asesoraría al Concejo a la hora de establecer las modificaciones pertinentes estaba integrada por el Ingeniero Municipal, dos representantes del Concejo, dos miembros asignados por la SMP y el personero. Tanto los gestores del proyecto como los miembros del Concejo eran conscientes de que si bien el plano intentaba garantizar las condiciones mínimas para la calidad de vida, al mismo tiempo suscitaba conflictos con los propietarios de los predios.
La adopción del plano como realidad obligó a valorar tres elementos que se presentaban en forma simultánea: lo existente como potencial de transformación, lo propuesto como abstracción y realidad del poder ser. Esta compleja tríada condicionaba los pilares que se habían erigido en 1890 como exigencias del momento: higiene, comodidad, ornato.
La atención prestada por Olano a la maqueta del Washington de L'Enfant, con sus claras perspectivas de ejes monumentales rodeados de parques y jardines, no dejó de ser una contemplación, pues solo podría entrever el proyecto de ensanche para Medellín traspasando los límites antiguos y desbordando hacia la periferia en busca de formas capaces de evidenciar la racionalización de la ciudad: la Gran Avenida Central que corre hasta el gran bosque, la Circunvalar que delimita una nueva periferia y congrega la ciudad alrededor de una nueva funcionalidad.
Es posible marcar la vigencia y efectos del Plano de Medellín Futuro como idea de la realización de intervenciones urbanas que cambiaron la faz del Medellín de una aldea a una nueva imagen de ciudad moderna.
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