Número 32 - Marzo de 2012
Más o menos desde la invención del vodka la Madre Rusia habla mal del trago. Allá el camarón que se duerme no se lo lleva la corriente sino que se congela. Y tal como se puede apreciar en la exposición Tras la mirada de la Rusia roja, que se exhibe en El Aula, la revolución bolchevique fue fiel a dicho empeño y combatió el alcoholismo con mayor rigor que el revisionismo y la burguesía, al punto de que llegó a ser gobernada por Boris Yeltsin, hombre sobrio por demás. Los colores planos de estos afiches prefiguran el arte pop y en general el fracaso en la lucha contra las drogas.
"En cambio, Nozdriov se lució en el capítulo de vinos. Antes de que sirvieran la sopa había llenado ya a los invitados un vaso grande de oporto y otro de Haut Sauterne, porque en las capitales de provincia y de distrito no se estila el simple Sauterne. Luego, Nozdriov mandó traer una botella de Madeira que ni un mariscal de campo había bebido nunca. En efecto, el Madeira parecía que abrasaba el paladar, porque los comerciantes, conocedores de los gustos de los terratenientes, que gustaban el buen Madeira, le añadían despiadadamente ron, y hasta vodka a veces, con la confianza de que el estómago de los rusos lo soporta todo".
Nikolai Vasílievich Gógol, Almas muertas