Número 2, diciembre 2008

marihuana 
 
CRÓNICA VERDE

Policías Utópicos

 
 
 
 

Usar la razón contra las razones de un policía es un ejercicio dialéctico de dudosa utilidad. La discusión termina casi siempre en el baño de un CAI en condiciones de franca inferioridad argumentativa.

Se pierden el tiempo y la paciencia y se arriesgan las piezas dentales. Los prejuicios insalvables son necesarios para la aplicación de algunos códigos y sirven como estrellas en los hombros de los oficiales. Es lógico, entonces, que Uribe haya elegido al “mejor policía del mundo” como nuestro embajador en Viena, sede de la oficina de Naciones Unidas contra la droga y el delito. El general Serrano aseguraba la postura inquebrantable del cruzado, la certeza invencible que entregan el uniforme y los años de jugar al agente del bien. Y sin embargo parece que la corbata y la terquedad de los hechos han comenzado a confundir al embajador.

En una reciente entrevista con María Isabel Rueda, al ser preguntado por la legalización de las drogas, el general respondió con palabras inquietantes: “Creo que eso es una utopía. No lo veo posible. Aquí en Europa, en los años que llevo en reuniones, en seminarios, nadie se atreve a poner el tema”. Mientras que para el presidente Álvaro Uribe la simple despenalización de la dosis mínima se ha convertido en una obsesión, un despropósito libertario, una negligencia burguesa, un peligro para la juventud y una contradicción evidente frente a nuestras batallas contra el narcotráfico; para su embajador en Viena la legalización es una utopía sin mucho eco, una idea para la que faltan defensores arriesgados. Uno se va al diccionario para entender las declaraciones de Serrano, porque los policías son amigos íntimos de la literalidad, y se encuentra con una definición de utopía que convierte al embajador en un frustrado activista por la legalización: “Nombre de un libro de Tomás Moro, que ha pasado a designar cualquier idea o plan muy halagüeño o muy bueno, pero irrealizable”.

 

Cada vez es más normal que en el tema de la lucha contra las drogas los políticos tengan posiciones más inflexibles y más lejanas de la realidad que los mismísimos policías. Hace unos años Inglaterra cambió la calificación de la marihuana en su escala de sustancias ilegales para impedir que los portadores de un calillo tuvieran que enfrentarse al aparato criminal. Un comité de expertos, del que hacen parte policías activos y retirados, recomendó la medida y el gobierno de Blair y la Cámara de los Comunes la aprobaron. Los policías pensaban más en la inutilidad de su función y la pérdida de tiempo en tareas burocráticas que en los derechos de los consumidores. Un jefe de policía atípico en el conflictivo barrio londinense de Brixton había mostrado el camino unos años antes. Decidió tratar a los marihuanos de esquina con una simple advertencia verbal y se dedicó a enfrentar los atracos y la violencia. Muy pronto logró mejorar los índices delictivos de la zona a su cargo. Sin embargo, el gobierno de Gordon Brown ha decidido que es hora de volver a situar a la marihuana en una escala que permita perseguir a sus portadores como delincuentes. No importa que la junta de expertos haya considerado la decisión como un paso atrás.

La gritería contra la marihuana de algunos tabloides sensacionalistas llevó al gobierno laborista al pánico ante un posible linchamiento moral: los políticos le tienen pavor al miedo de los padres de familia. Los policías saben que de nuevo llegó la hora de perseguir a basquetbolistas volando y a patinadores livianos. Si se lo toman en serio, pueden alcanzar el ridículo éxito de los gringos contra la marihuana: 750 mil detenidos en un año por el simple hecho de llevar unos gramos mientras su cosecha de cannabis se ha convertido en la más importante del país en términos económicos.

Los policías españoles han resultado un poco más utópicos que el general Serrano. Un reciente test antidrogas al que fueron sometidos los futuros patrulleros en la escuela de Ávila, en Madrid, resultó positivo para el 20% de los “encuestados”. Un bonito ejemplo de convivencia entre policías y ciudadanos bajo un mismo humo.UC

 
blog comments powered by Disqus
Ingresar