"Y ya estamos cerca a la calle Boyacá e iglesia de La Veracruz. En la esquina suroriental volvemos a encontrarnos con la tantas veces referida casa donde nació Atanasio Girardot, y en la que vivieron por periodos Mariano Ospina Rodríguez, Pedro Justo Berrío y Pascual Bravo, casa que en 1880 albergaba también en sus bajos la cantina Los Manzanos, escenario de un divertido suceso que nos relata don Carlos J. Escobar. Sucedió, en efecto, que alguna mañana estaba departiendo el dueño de la cantina, don Juan Pablo Díaz, con un extranjero que andaba con unos canarios que adivinaban la suerte por el conocido método de sacar con el pico una tarjetica; este extranjero había hecho servir en un vaso un cuarto de aguardiente; acertó a llegar esa mañana allí el poeta doctor Federico Jaramillo Córdoba quien al ver el vaso de aguardiente que permanecía intocado, y dado que su expresión revelaba un guayabo de trasnocho impresionante, lo tomó en su mano, y diciendo: '¡salud, eternos parlantes!', se lo bogó sin dejar gota. El extranjero, estupefacto, dijo a Díaz: 'oiga usted, señor: yo he viajado mucho, por España, Italia, Francia y Alemania, y no he visto un viejo tan atrevido y descarado como éste', a lo que contestó el poeta: 'oiga usted, señor extranjero o monocoso: yo también he viajado por Guayabal, Bello, La América, Belén, La Aguacatala, y los solares de Carmen Zuleta, y no he visto un hombre tan feo, bruto y desaseado como usted'. Y salió campante".
Fabio Botero. Cien años de la vida de Medellín. 1998.