Número 22 - Abril de 2011
Pero, bueno, anoche escribí un minicuento —oficio de jubilados, jóvenes o viejos—, y lo pongo aquí, por si de algo puede servir. Lo han leído tres personas. Dos callaron. Una me dijo que le gustaba. Opto por el silencio.
En fin, ésta puede ser mi entrada y salida por el foro (o, mejor, sólo salida) de tan exigente publicación. En fin, uno ya está curado de espantos.
CUENTO CON TÚNEL
Cuando sintió que iba a morir, más que miedo, sintió curiosidad de saber eso, dicho por muchos, que empieza a verse a mitad del túnel que te lleva al más allá. ¿Vería, como tanto se asegura, una versión fugacísima de lo que fue su vida entera? ¿O tal vez el rostro del amor que lo acompañó en la hora última? ¿O tal vez nada, morir "como se muere una vaca", sin recuerdos adelante o atrás?
Muerto ya, siguió vagando un tiempo por los cuartos de la casa. Cuando presentían su sombra, todos, asustados, la huían. Así que nunca pudo contar a nadie lo que había visto.