El documental de Showtime, Reportando el primer año
de Trump: El Cuarto Estado, ofrece una mirada única al
interior del principal medio del mundo.
Un cuarto poder
Joaquín Botero. Ilustración: Señor OK
El ascenso de Donald Trump a la presidencia y lo que va de su mandato es el acontecimiento mediático que ha mantenido turbada y ocupada a la opinión pública mundial durante los últimos tres años. Por la presunta injerencia de poderes extranjeros: Rusia, WikiLeaks. Por la influencia de las redes sociales insaciables de dinero que propagaron noticias falsas y teorías de la conspiración en detrimento de la candidatura de Hillary Clinton. Y por el auge del nacionalismo y del nativismo que culpa a los extranjeros de los problemas de las naciones desarrolladas.
El medio de comunicación más respetado del mundo, The New York Times, hasta el día de las elecciones erró en los pronósticos y dio a Clinton un 85-15 de porcentaje de triunfo sobre Trump.
“Durante la campaña no tuvimos el pulso del país, y ahora queremos enmendar ese error”, dice a la cámara Dean Baquet el editor ejecutivo del Times o del NYT en el extraordinario documental Reporting Trump’s First Year: The Fourth Estate. Puede verse como la manera en que el periódico dice: pese a la paulatina muerte del impreso, pese a que perdemos en la competencia por la publicidad con Facebook y Google, pese a la avalancha de noticias de las que resulta difícil diferenciar lo real de lo falso y lo bueno de lo malo, nosotros somos el medio más necesario del mundo en estos tiempos.
Cámaras y micrófonos siguen a editores y reporteros mientras lideran la narrativa de contarle al mundo el reality show que ocurre en la Casa Blanca con su showman a cargo. Lo cual produce un entretenido reality sobre estos hombres y mujeres en las sedes de Nueva York y Washington D.C., en mítines y en carreteras, mientras escriben sobre la enrevesada historia diaria. Hay consejos de redacción que conectan a las dos sedes. Los periodistas hablan a la cámara o a veces entre ellos o por teléfono con fuentes. Conducen, viajan en tren, en avión, escriben en cualquier parte, son activos en Twitter, son esclavos de su oficio y su meta es ser los primeros en dar una primicia o “break the news” y contarlo de la manera más completa. “Todas las noticias que vale la pena publicar”, es el lema que ha aparecido siempre en la parte superior izquierda del impreso.
Se conoce como “Cuarto Estado” o “Cuarto Poder” a los medios de comunicación. Después del nacimiento de la imprenta, la prensa era el cuarto poder después del clero, la nobleza y los comunes. En la era moderna el concepto evolucionó a que los medios son el cuarto poder después del ejecutivo, el legislativo y el judicial.
El documental de cuatro capítulos producido por Showtime es pues un show discreto sobre cómo se cocinan las noticias en el mejor restaurante del mundo informativo. (El documental Page One: Inside the New York Times ofreció en 2011 una mirada similar).
En el primer episodio se ve al equipo de investigación de Washington dubitativo sobre si está lista para publicación una pieza sobre las conversaciones que el consejero de seguridad nacional, Michael Flynn, tuvo con el embajador ruso antes de la posesión. Una de las fuentes prefirió callar a último momento lo cual frena el artículo. Sobre el mismo tema el Washington Post los chivió, una derrota que dejó muy abatidos a los del NYT, con la cara de los futbolistas que han perdido el clásico frente a su archirrival.
Pero el siguiente partido fue ganado por el NYT cuando dio la primicia de que como jefe de campaña, Paul Manafort tuvo contactos con funcionarios rusos. De esa manera empezó la actual investigación sobre si la campaña de Trump conspiró con los rusos para derrotar a Clinton; aquel fue un momento de triunfo para el Times con una historia que todavía parece no tener fondo.
En la actualidad los periódicos no tienen el impacto de la televisión, pero raramente se ve que aquella vaya adelante en el cubrimiento de las llamadas “grandes historias”. Por el contrario, es la que sirve para repiquetear. Es usual oír que alertan: “según el NYT”, o un poco menos “según el Washington Post” o “según el Wall Street Journal”. Sonroja ver cómo los medios en español publican noticias agregadas, recicladas y comprimidas de lo que horas antes ha divulgado el NYT. Sonroja leer El País de Madrid, el que aspira ser el NYT del mundo iberoamericano, que publica con firma productos que sus corresponsales oyen en conferencias de prensa en Washington o de la fuente inagotable emanada de la televisión y la radio que a la vez se nutre de los medios escritos. Una amiga que trabaja en CNN en español en Washington me confirmó que por tradición, profundidad y discreción las fuentes prefieren hablar más a la prensa que a la televisión.
Uno de los personajes que más aparece en el documental es Dean Baquet, el primer editor ejecutivo negro del Times. Reemplazó en 2014 a Jill Abramson, la primera mujer que mantuvo la posición durante tres años hasta que fue despedida con la imagen de terca, condescendiente y difícil para el trabajo en equipo. Con tranquilidad Baquet camina por la sala de redacción y con amabilidad habla con reporteros y editores.
Baquet abarató los costos de funcionamiento tras reducir las oficinas para arrendar siete pisos. Habla sobre los cambios en la sala de redacción donde también recortaron la planta de editores y correctores: “Tenemos una estructura de contratación que fue creada por el impreso, pero ya no producimos de esa manera. Necesitamos reporteros que puedan tener otras destrezas, que sean activos en las redes sociales, que hablen en la televisión, la radio y en nuestro podcast. Lo que ahorremos lo gastaremos en reporteros que vayan a la calle a buscar historias”.
Hay ocasionales momentos de tensión entre colegas. Cuando el primer discurso de Trump desde el Congreso, los editores de NY cambiaron el título y el primer párrafo de lo que habían escrito en D.C., lo cual enfada a Elisabeth Bumiller, la jefa del buró. Duelo de titanes antes de que la nota se publique con prisa en el internet.
Otro personaje fascinante es Maggie Haberman que antes trabajó en los tabloides sensacionalistas de NY donde Trump fue su fuente y su tema. La cercanía y el conocimiento del personaje se convierten en su principal activo para seguirlo durante la campaña y luego como presidente. “El error más grande que cometí fue decirle a mi hija que ella me recuperaría después de la campaña porque pensé que iba a ganar Clinton. Estoy muy cansada pero no sé cómo parar”. Su cara de satisfacción lo dice todo cuando tiene la primicia de que Reince Priebus es despedido como jefe de personal de la Casa Blanca y publica el reporte justo cuando Trump lo anuncia en Twitter. “I am so fucking happy”, dice mientras conduce. Segundos después se escucha el pito de otro auto y ella todavía exaltada grita “Fuck you”.
Los personajes que sigue el documental son gladiadores de la información, a veces torpes en otras lides. Un reportero de Washington despierta a sus hijos una mañana. Es divorciado, debe irse pronto a trabajar. Es amoroso y paciente pero aquello no se ve a la hora de preparar un desayuno ideal a los niños: les sirve donas con cubierta azucarada mientras ellos reniegan porque tienen que oír las noticias políticas en la radio.
Otro reportero habla a la cámara. “Soy soltero, mi trabajo es lo único que tengo. Ni siquiera tengo comida en la nevera”. Como si fueran pareja, un par de colegas que son vecinos comparten un café en la mañana antes de salir a trabajar. Y como una pareja confirman que esa noche cenarán con fuentes. Otro reportero se despide de beso de su pareja gay en la puerta de su departamento y vuela a Alabama donde entrevista a un lugareño que critica las uniones entre personas del mismo sexo.
Gleen Thrush, contratado por el NYT en 2015, es una especie de reportero/celebridad que se ajusta al perfil que busca el Times. Hábil para hablar en el podcast y en la televisión, y muy activo en Twitter donde llegó a tener casi medio millón de seguidores. Pero su exceso de opiniones en esta red opacó su trabajo como reportero hasta que un llamado de atención de sus jefes lo lleva a poner su cuenta en pausa.
El cazador puede ser cazado. En el tiempo en que el Times está reportando sobre los abusos sexuales de Harvey Weinstein y del mismo Donald Trump, quien pagó por el silencio de sus amantes, la vida laboral se complica para Thrush cuando el portal Vox reportó sobre sus insinuaciones sexuales indebidas a cuatro mujeres. El periodista (casado) reconoce sus culpas, es suspendido por dos meses, pierde su trabajo soñado en la Casa Blanca cuando le asignan una nueva fuente.
Después de que Trump llamara al diario “enemigo del pueblo” o “fracasado New York Times”, y tras tanto batallar en el oficio en una nación dividida y en un estado de crispación permanente, el documental acaba con abrazos y sonrisas cuando el diario obtiene tres premios Pulitzer a principios de 2018. La imagen de la fachada de la moderna sede de Manhattan, muestra la solidez del cuarto poder. “Muchos de los que nos criticaban en la Casa Blanca ya no están allí. Nosotros acá seguimos”, dice Dean Baquet a modo de despedida.
Fotograma tomado de la serie documental El cuarto poder.