Número 09 - Febrero de 2010
Artículos Fin de la fiesta Andrés Burgos
Hasta ahora la fiesta literaria de Universo Centro se había ocupado de los humos, las botellas, los tamales y otros entretenimientos de algunos personajes de novelas y cuentos con Medellín como telón de fondo. Algo así como reseñas con un énfasis malsano. Para esta edición tenemos un nuevo formato: una página que es a la vez un paneo del momento más trágico y más revelador de la noche, el instante que marca el fin de un hechizo, la caída de un reino de mentiras, el aterrizaje de un vuelo bajo: Luces, cámara…¡Depresión!
Las luces cambian y de repente todo parece menos atractivo. Aterriza la euforia que unos segundos antes se amparaba en la oscuridad y los flashazos de colores. Uno o dos borrachos pretenden sacarle una tonada más al discjockey y éste les da un bostezo por única respuesta. Los integrantes de algunos corrillos, demasiado impulsados aún, proponen otro lugar dónde seguir la fiesta. Por primera vez en la noche las voces se imponen a la música. Un pie tropieza con una botella y la empuja contra la pata de una silla. Un pequeño campanazo al que nadie presta atención. Una adolescente inundada en alcohol camina con torpeza apoyada en el hombro de una amiga. Se detiene, le da un beso corto a un tipo y después, trastabillando, se dirige a la salida. Alguien zigzaguea y se toma los restos de las bebidas de los que ya se fueron. La discusión de una pareja se interrumpe porque ella agarra su bolso y huye con velocidad histérica. Él hace un amago de seguirla pero se detiene y, repitiendo un gesto mecánico de hastío, se rasca la nuca. Una mujer joven concentra todas sus energías en controlar el balanceo casi imperceptible que se va apoderando de su cuerpo. Está sola en la barra. El barman, que de servirle cientos de tragos noche tras noche ya la conoce, le pone la mano en el hombro y la vuelve a la realidad, adonde todo huele a humo y sudor. Ella se demora un par de segundos en enfocarlo y asiente, sumisa, cuando él le dice con tono paternal que se vaya a dormir, que esta vez tampoco ha sido.