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Número 07 - Noviembre de 2009   

Estilario
Raul Trujillo
Exclusivo para UC desde Buenos Aires
 

Claudia Helena Velásquez

Claudia Helena Velásquez, artista y diseñadora, durante mucho tiempo conocida como Claudita, ahora La Cuchilla, seudónimo con el que trabaja sus diseños tanto gráficos como de vestuario.

 

A mí sin cuentos, ¡pero píntemela de colores!, pareciera decir el gesto seductor y burlesco de Claudia.

Sus rizos mulatos, que caen como racimos de uvas maduras, enmarcan el rostro en un peinado que las griegas seguramente llevaron al lucir sus túnicas. Ellas, también pelinegra, supieron del trabajo que ameritan unos lindos y sanos rulos. Cremas, ungüentos, aceites, jaleas, bálsamos, todo vale, pero finalmente depende de la humedad relativa.

Con algo de Betty Boop y su cabeza corazón, en el rostro las facciones apenas se enfatizan; ya son las marcas naturales tan elocuentes que es solo cuestión de resaltarlas.

¡Una sonrisa que no ríe —como la de la Gioconda— y una mirada que sólo refleja tu propia imagen en sus ojos oscuros, con ceño de chamana, es mucho! Por eso algo de toques de humor y de color para alegrar el alma y, como un Hada madrina protectora, salir con microcapa de estrellas a volar por sobre la ciudad.

¡Guerreros!.. tienen las tribus, y también las urbanas. Neotribalismo postpunk, deconstruccion, como en el plano abierto del esqueleto básico. Drap, marca de Alba Cañellas, hace casi una década presento este street style de trotamundos urbanos en Medellín. Saltimbanquis cargados de códigos sobre la piel y liberados de todos —valga la redundancia— los códigos sociales. La re-mezcla estética bien vale se ser analizada. Los ganchos de nodriza en T'shirts deconstruidas de Vivienne Westwood, se difundieron por el mundo con la furia del punk de los 70s, con frases como "No hay futuro", "Destruye", "Reciclar los excrementos" o "Anarquía" impresas en badges —botones que se prenden en la ropa con los icónicos ganchos— a manera de consignas, en su mayoría tomadas de letras de canciones de Sex pistols, The Clash o Billy Idol. La versión de esta idea para traje de alta costura, tenía los ganchos en oro y logo Versace, y fue exhibido por la actriz Elizabeth Hurley en la première londinense de Cuatro bodas y un funeral —dirigida por Mike Newell— en mayo de 1994. Barbie recomienda su versión Punk-Chic! en el libro de estilos para preadolescentes fashionistas editado por Mattel Inc. Y en la última semana de la moda de NY el estilo revivió de cuenta del americano Marc Jacobs para esta temporada otoño invierno, también marcada por la crisis económica y el descrédito como la original de los 70s.
Otro ícono furioso, la Gillette —la cuchilla—, aparece como inofensivo prendedor que con lúdica casi infantil hace del corte ¡un bolero!

   
Gracias al encuadre de la imagen, lo que debería ser cabeza de dragón o tribal que adorna el hombro, asoma como pétalos de la exótica flor que esta chamana dibuja con su gesto-signo que fue antes del heavy metal. Ya no creo en la ira del gesto, de tan repetido por todos en la calle, del vestido negro, y menos cuando el pulgar asoma como brotando al costado —para mi gusto y agrado— muchísimo más vital y amable, qué más diría… ¿Todo bien?

Ahora el cuerpo no se exhibe. Luce tónico y es un medio sano, plástico y gozón. Para que así se conserve, esta maratonista le facilita el ritmo con holgura y comodidad.
Los pantalones son casi pijamas y los bolsillos han sido remplazados por un nuevo tecno polizón. Así llamaron a unos pequeños cojincillos abultados rellenos de algodón, lana o crin de caballo que llevaron aumentando el derrier, las mujeres de finales del XIX. Esta versión es casi protésica y en estos multibolsillos hechos desde ultra resistentes fibras aramidas hasta los hechos en lona de hemp–cannabis empleada en la industria textil, hay un espacio o escondrijo para cada cosa y bien podrían ser una revisión de un antiguo carriel. En él también se lleva todo lo necesario para una jornada azarosa que no se sabe bien cómo terminará. Tal ves por eso, cordones en cuentas de madera o semillas que parecieran actuar de talismán o fetiche protector.

Aún más cómodos, al piso y a tono, las planetarias all star. Modelos en lona multicolores que visten a la juventud planetaria y reflejaron el boom de la cultura americana de posguerra.
La silueta completa bien podría pasar de chico a chica, de mandinga a Pierrot o de la cama al metro,¡es el estilo ideal!... que nunca recomendaría un asesor de imagen y menos uno corporativo. UC

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