Número 05 - Septiembre de 2009
Una muñeca que te desafía desde la seguridad de su belleza. Mientras los accesorios resultan onomatopeyas de heridas y dolor, el rostro es perfecto, pulido y lustrado sin la menor cicatriz ni huella de horror. En tez trigueña resalta la tierna redondez de los ángulos que delatan juventud. Los rasgos son voluptuosos y comunes entre nosotros, fruto del mix étnico cultural, con una fuerte identidad… ¡Las paisas! La melena torturada por el verdugo peluquero, envuelve el rostro en capullo blanco donde resalta como rosa un beso.
La sobreexposición de ciertas estéticas "oscuras" por los media-pop y su fashionizacion ha cambiado radicalmente su significado y de considerarles marginales, agresivas y chocantes, las ha normalizado con rótulos de tribu urbana darkyes, gotichs y la nostalgia punk. Con miles de recursos, desde la inolvidable Morticia Adams con su peinado pico de viuda, —cortando las rosas y ordenando los tallos con espinas—, Edward y sus manos de tijeras que no podían acariciar. Madonna dominatriz cabalgando sobre su galápago tachonado de swarowsky —que también paso por el tutú de tules neón en los 80—, todos rindieron homenaje a lo Sado. En todos ellos se reiteran fetiches reinventados de piezas de lencería erótica de sexshops y el mercado street. Estilo impulsado por miles de nuevos adeptos a la subcultura BDSM y reediciones constantes de los textos y estilo "Marqués de Sade". El nacimiento de la cibercultura ha catapultado esta estética y ha invadido el mundo de los videojuegos y películas de violencia "caricaturizada".
Solo Kureishi en El buda de los suburbios sabe dar cuenta del surgimiento del fenómeno que llevo a los suburbios densos producidos por el capitalismo postguerra, de los perímetros y el desempleo al centro de las ciudades. "Emergencia" social que se presentó postcrisis del petróleo, Vietnam y Watergate. Los jóvenes ciudadanos decepcionadas con líderes corruptos optan por el mal gusto y el exceso en una época cínica y hedonista, cargada de sexo y violencia. El punk resulto una mirada furiosa hacia el no futuro, lo artificial y la anarquía donde crecieron los "nuevos salvajes" de los cuales sólo Vivienne Westwood supo hacer moda genial.
Uñas negras, supuestos "códigos anticrísticos", cinturón de taches y gargantilla de púas, contrastan con lo nuevo e impecable de las botas, las medias que ya no son rotas por la gillette o los guantes que bien podrían ser de adorable crochet.