El momento se repite pasado el mediodía. Sentado en una de las cuatro sillas amarillas de la mesa circular de la cocina de doña Oliva Zapata, Elkin mira a su mamá y después de un gesto cómplice, que solo ellos dos entienden, empiezan a cantar.
Cantan en voz baja. Tranquilos, sin afanes, mientras la sopa de papa, yuca y plátano suelta los primeros vapores que se dispersan con los rayos de sol que entran por una puerta que comunica al patio contiguo. Doña Oliva no descuida los alimentos. Tampoco deja de cantar. Elkin y su madre repiten una estrofa y el coro. Entonan suavemente Vestido de cristal.
Así pasan los días de Elkin Ramírez, alma, nervio y voz de Kraken, la banda más importante del rock nacional. Acompañado del cariño y los cuidados maternos, sus fuerzas se centran, desde julio de 2015, en su proceso de recuperación tras ser intervenido quirúrgicamente por la aparición de un gliosarcoma, un tumor alojado en el lóbulo temporal del cerebro.
El 17 de julio del año pasado, minutos antes de entrar al quirófano en el Instituto Neurológico de Colombia, con serenidad y una sonrisa en la cara, no se cansó de repetir: “Tranquilos, de esta salimos bien”.
Tras la cirugía y el posoperatorio, Elkin retomó un proyecto que había quedado postergado con la aparición de la enfermedad: la grabación de un nuevo álbum de Kraken. De esta producción, la novena en estudio del grupo creado en 1984, ya había maquetas y Rubén Gélvez, tecladista de la banda, tenía un buen porcentaje adelantado de las composiciones y los arreglos.
En el primer trimestre de este año la banda se metió de lleno en el estudio Pocket Audio, de Bogotá, ciudad donde residen los músicos. Con el material grabado, solo quedaba confiar en la recuperación de su líder y vocalista para que con el aval de los médicos pudiera grabar las voces.
Tras los tratamientos de quimio y radioterapia, sumados a terapias físicas y ejercicios, en abril de 2016, Elkin obtuvo la autorización para cantar. Matthias Krieger, ingeniero de grabación y mezcla, viajó desde Bogotá y en el Oriente antioqueño logró la captura de las voces del cantante. Días después, tras un viaje de tres días de Elkin a Bogotá, se grabaron los coros, en los que participó toda la banda.
Así vio la luz la producción titulada Kraken VI. Sobre esta tierra. En ella, de manera paradójica, el que Elkin hubiera estado alejado de los escenarios por casi ocho meses hasta esa grabación le favoreció porque logró tonalidades de su voz que hace algún tiempo no obtenía, debido al desgaste de la giras y presentaciones en vivo.