Espía
Hernán Rivas Barrera
Capítulo 4: Tríptico de amor y Karla
"¿Qué ofreces para que no necesite amar a alguien más?"
Karla se detuvo, la mano apretando su brazo la obligó, ¿Quieres un trago?
"El malo"
Andrés, de familia pobre, estrato bajo, sin padre, con deseos de sobresalir, afición por las armas y pinta de héroe con motilado tipo "plancha" y colas, de voltaje e intensidad sin límite, con oficio similar al de "León en El Perfecto Asesino", con puesto laboral como el de "Vinni en El Padrino", y con una extraña fascinación por las armas, llega hasta "Cinco Puertas" en el Parque Lleras, le toma el brazo fuerte a Karla y le pregunta, ¿Quieres un trago?
Lo que se narra a continuación, es la rutina que se ha mantenido durante el último año en los encuentros de Andrés y Karla, que sucede siempre entre el anterior "¿Quieres un trago?" de Andrés, y el "No" de Karla doce horas después en un hotel de lujo cuando Andrés le hace la pregunta "¿Nos vemos mañana?".
Después de la invitación a tomarse un trago, Karla, de la manera más convincente que puede, dice que no, sacude con fuerza su brazo hasta que logra safarse de la mano de Andrés y se monta en el taxi, pero él ya la está esperando en su casa, donde vuelve a tomarle del brazo y a preguntarle ¿Quieres un trago? y ella de nuevo le dice que "no" y añade que nada quiere con él, porque siente que a su lado no hay futuro y para ella se ha vuelto muy importante el futuro, porque sin importar el poder y la fama que Andrés tenga, cualquiera sabe que la vida promedio de las personas de su gremio, es de 19 años y él ya los había sobrepasado. Andrés no le hace caso al segundo "no" de Karla y le pregunta por tercera vez ¿quieres un trago?, entonces Karla, sabiendo que no la va a dejar en paz, dice que si. En ese momento se van para la discoteca "La Titular", piden media de guaro y se ponen a bailar salsa de la dura, luego, casi a las 3:00 a.m., llegan al Hotel Intercontinental y toman la suite nupcial. Él pide un "Whisky old par" y ella un "Martini", que sirven de aperitivos y acompañantes de "los juguetes" alucinógenos que Andrés lleva siempre con él y que van desde simples cigarrillos de marihuana, hasta inyecciones de heroína de alta pureza. Estar enamorado de las sustancias psicoactivas era una de las cosas que habían hecho que Karla se fijase en él; el día en que la conoció le había ofrecido una "rayita" de perico, en la segunda cita ya metían pepas, a la tercera "cristal", a la cuarta ácidos, a la quinta hongos, a la sexta bazuco y a la séptima heroína, que es la que finalmente se convierte en parte de la rutina en los hoteles de lujo que frecuentan y que tiene como punto principal, el torniquete en el brazo de Karla mientras el líquido precioso entra.
Dentro de la organización a la que pertenece, Andrés es el encargado de hacer el trabajo sucio, que se resume en realizar hazañas inimaginables para lograr mantenerse como los mejores delincuentes de la ciudad. Estas hazañas han hecho que muchas personas le tengan miedo y que piensen que tiene poderes o que hizo un pacto con el diablo, pero en realidad no es ningún superhéroe, sino que es bastante talentoso en lo que hace y domina perfectamente los temas: rescatar a los mafiosos afligidos, inmolar a los matones descarriados y satisfacer a las putas.
Sabe separar a la perfección: trabajo, Karla y el resto de actividades, así entonces tiene un horario en el que está disponible para ella y que no está dispuesto a cambiar por nada del mundo. Doce horas después, cuando iban siendo las 8:00 a.m. y tenía que irse, le pregunta "¿Nos vemos mañana?, a lo que Karla, equivocadamente, responde "sí".
El cambio de la respuesta de Karla hizo que el tiempo se devolviera unos meses hasta el día en el que había salido de la terraza de comidas de Laureles con Camilo, al que no conocía en persona, pero que encajaba definitivamente dentro de uno de sus tipos preferido de hombres:
"El feo"
Semidiós urbano o mafioso que llaman, nacido en lo más alto de un barrio pobre, con casa de palos y latas, con deseos de fama, poder y reconocimiento, al que la mamá siempre le dijo: "consiga plata honradamente, pero si no puede, consiga plata" y que debido a eso y a un épico viaje a los Estados Unidos, demolió su rancho y entró a la moda del ladrillo: siete baños, cuatro de ellos con bañera y tres con Jacuzzi, dos cocinas, dos suites nupciales, tres salones, un comedor principal y dos pequeños; mármol, madera y piedra combinados sin distinción, cristales y enchapes por toda la casa, un bar con licores de toda clase, un Picasso, un Dalí, cuatro Boteros, una escultura del maestro Arenas Betancourt a manera de fuente, dos cuadros de Velásquez, uno de Monet, y una colección entera de Caballero y otra de Goya, en cuadros con mucho rojo; un piano "Steinway & Sons" que funciona como repisa de vajilla importada y portarretratos familiares, y la foto de sus dos grandes caballos, el uno táparo para arrear ganado y el otro campeón de carreras en el hipódromo de los Comuneros.
Karla le dijo que sí cuando él se le acercó en La Terraza y le invitó a sentarse en su mesa, también dijo que sí cuando la invitó a su casa y cuando le preguntó que si le había gustado hacer el amor con él, pero dijo "no" cuando le propuso quedarse un par de días más, aunque de todas formas siguiera visitándolo tres veces por semana.
La historia de Camilo era sencilla, desde su casa de arriba de las comunas se fue creyendo dios y un día bajó, consiguió un arma, mató para probar "finura" y luego mandó a matar para que se la probaran, organizó asuntos criminales y después los combinó con coca, entonces cambió la delincuencia común por la nueva delincuencia, llenó los barrios de jíbaros y sicarios y conquistó el otro lado de la montaña llamado "campesino" llevando la planta de la prosperidad, que se renovaba cada año y que dejaba mucha más ganancia que el café. El país, funcionaba bien, el campo funcionaba bien, la ciudad funcionaba bien, el barrio funcionaba bien, la casa de ladrillo funcionaba bien y todos vivían tranquilos.
El conocido cambio de la "planta de la prosperidad" a la "planta de la discordia", no hacía parte en un principio de la vida de Camilo, ni de la ciudad, porque primero no peleaban por coca y amapola sino que la reproducían, la compartían, la vendían y todos se enriquecían. Camilo se encargaba de rescatar a los pobres, a los desempleados, a las madres solteras, a los huérfanos y a los desplazados por la violencia en el campo, y reclutarlos, según fuese su talento, como sicarios, traficantes, jíbaros, carros (transportadores), mulas, almacenistas y lugartenientes de su organización narcodelincuencial.
El "no" de Karla combinado con la creencia popular "el amor se compra con regalos" lleva a Camilo a darle a Karla una serie de extravagancias: una columna de mármol para que ponga en su apartamento, una yegua, un abrigo de oso ruso traído en plena perestroika, licores exóticos, un carro último modelo y un computador traído de Estados Unidos, que como novedad, tenía conexión a Internet, lo que hace que Karla abra un correo en altavista.net con el nickname "karlarojo".
Para entonces corrían los noventa, Internet apenas comenzaba a hacer parte de la vida de las personas al igual que el computador, e igual a como sucede con muchos objetos tecnológicos en nuestro país, el acceso a ellos era único y exclusivo de las clases altas. Karla abrió el correo, porque pensaba que si llegase a conocer a alguien vía Internet, probablemente perteneciera al tercer grupo de hombres que la atraían: los ricos de cuna. Así fue entonces como una mañana, explorando el Chat de altavista.net, recibió un mensaje de daviddefiesta@altavista.net