Número 67, julio 2015

EDITORIAL
Un muchacho educado y gentil

 
Un muchacho educado y gentil
 

Bernard Hinault mira la carrera desde la escotilla del carro rojo que escolta a los ganadores de etapa en el Tour de Francia, a los solitarios que alucinan con la falta de oxígeno, a los encalambrados que intentan coronar la emboscada planeada en la noche, a los líderes que solo miran adelante. Desde esa ventana envidiable, Hinault ha visto a Nairo en sus ataques silenciosos, sin muecas, sin balanceos, ejecutados con su intuición y su fuerza. El último francés que ganó el Tour de Francia, hace treinta largos años, suspira cuando lo ve subir el Alpe d’Huez: “Su historia le ha ayudado a ser lo que es hoy. Su vida no ha sido fácil, como no lo fue la mía. Eso forja un carácter. Me veo reflejado en él". Es difícil que Nairo Quintana quisiera verse reflejado en Bernard Hinault, nació cinco años después de que el bretón ganara el último de sus cinco Tours. Hinault, hijo de campesinos franceses, reconoce el Renault 4 del papá de Nairo.

Quintana, a sus veinticinco años, se ha convertido en un referente para el apeñuscado lote del ciclismo mundial, para los aficionados que los corretean desde la orilla y para los periodistas que los persiguen con motos, carros y drones. Mientras Froome era refrescado con orines, Nairo recibía el aire de los gritos inaudibles a esas alturas. Christian Prudhomme, director del Tour de Francia, comparte con el público y con Hinault sus sentimientos por Nairo. Quisiera sacar la bandera colombiana desde la escotilla del carro rojo que preside la carrera: “El público le quiere y yo le admiro. Los aficionados y yo le amamos porque es un escalador que ataca, y esos son los corredores preferidos, y además es un muchacho educado y gentil”. Detrás de Prudhomme, en la fila de elogios al que ya nadie llama escarabajo, está su rival, su verdugo, su compañero de pedal, Chris Froome que también quiere ser un reflejo de Nairo: “Y yo también le admiro, la forma en que ha asumido sus responsabilidades, lo buena persona que es, la manera en que prepara sus ataques y los lanza, y me veo reflejado en él”.

Nairo ha hecho en tres años un poco más de lo que hizo el ciclismo colombiano en los gloriosos ochenta. Ya ganó una grande y la montaña del Tour como Lucho, ya fue podio del Tour y campeón de los jóvenes como Parra. Y ganará el Tour como lo dijo Prudhomme hace cuatro años y como lo dijo Nairo, con prudencia, tres meses antes de ser segundo en 2013:

 

“—¿Se ve usted ganador del Tour?
—Me da miedo decirlo, pero sí. Me veo ganador del Tour en el futuro, pero no me quiero ni ilusionar ni equivocar por ahora”.

También los periodistas tienen sus ideas sobre Quintana. Carlos Arribas que escribe su día a día del Tour para El País de España habla de la relación del Nairo con Unzue, su director. El mismo que ganó cinco tours consecutivos con Indurain. Cuando Unzue dice que el colombiano, un simple jovencito, aprende muy rápido, el periodista que los ha seguido en la carretera entiende otra cosa: “No es que Quintana aprenda muy rápido sus lecciones, sino que es él, Unzue, quien las recibe día tras día, y demuestra que aún tiene capacidad para asimilarlas. Es Unzue, precisamente, uno que dirigió a Perico e Indurain, quien con Quintana ha podido volver a diferenciar lo importante de lo muy importante”.

Nairo no corre con “pingalillo” en las etapas claves, el audífono con la voz del director lo distrae en sus cálculos, tampoco se concentra en la pantalla que marca la potencia del pedaleo y les ayuda a regular su esfuerzo. Para él eso es la bicicleta estática. Su medidor es distinto: “Mi papá tenía un coche muy viejo sin tacómetro, y medía la gasolina metiendo un palo en el depósito y viendo hasta dónde manchaba. Y mirando al palo ya sabía para cuántos kilómetros tenía, hasta dónde podía llegar. Ahora los ciclistas van todos pendientes del SRM, de cuántos vatios mueven en cada momento, y les dicen tira a 400, y ellos se ponen a eso, pero no saben si van a poder resistirlo ni cuánto tiempo. Yo me conozco. Puedo correr sin SRM y, como mi padre sin tacómetro, calcular cuánta gasolina tengo, hasta dónde puedo llegar”.

Nairo tiene de Lucho, de Parra, de Botero, de Rincón, mucho de Oliverio Rincón, de Soler, de ‘Cacaito’, de Flórez, de ‘Condorito’, de ‘Patro’… se podría decir que un poco de lo mejor de todos. Para muchos es el mejor ciclista del mundo, fue segundo en su primer Tour, y ganará varios. Colombia tiene el mejor del mundo en uno de sus deportes insignia. Nairo nos hará felices.UC

 
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